No debería de ser así

 

 

Hace unos días Vicky Rosell publicaba un dolorido twit que decía:

Por 1ª vez en mi vida he deseado que mañana fuera mi último juicio,

último día de trabajo, última deliberación, mi última sentencia.

(No busco autoayuda, solo comparto un hartazgo, más del sistema que de la vida).🤦🏼‍♀️

A la vez, otro día, Carlos Sosa, compañero de vida de Rosell, procesado por el corrupto juez Alba, desde la cárcel donde sufre condena por las calumnias vertidas sobre Rosell, refería en la misma red esto:

El que recibía de la mano del exjuez corrupto Salvador Alba los informes falsos contra @VickyRosell para sus portadas de mierda; el favorito de las cloacas del Estado que inventaba noticias contra Podemos… dice que Sánchez «no se nos puede escapar vivo»

Se refería Carlos Sosa a las declaraciones que el infame director del Mundo, Fernando Lázaro que llevó a cabo, a sabiendas, la tortuosa campaña en contra de Rosell con el fin de desacreditarla y hacerla salir de la carrera política con mentiras y calumnias, y que respondía así en  uno de esos nidos de cloaca que es Es.Radio.

Hace tiempo Luis María Ansón, ex director del ABC,  refiriéndose a la encarnizada oposición emprendida por Aznar para arrebatar el gobierno a González (sí, eso ocurrió, luego se hicieron colegas) dijo esto:

Fue necesario llegar al límite y poner en riesgo el Estado con tal de terminar con Felipe González”. ¿A qué se referirá Ansón con eso de llegar al límite y poner en riesgo al Estado? No sé porque los periodistos no repreguntan.

Nos preguntamos leyendo las manifestaciones de Fernando Lázaro ¿qué quiere decir exactamente con que “no se nos puede escapar vivo”? ¿Riesgo de accidente? ¿riesgo de eliminación física o de descredito total? Imaginamos que esto tiene mucho que ver con la frase, famosa frase de Aznar: “el que pueda hacer que haga” Y eso hacen. Hacer.

Cuando leemos el texto publicado por Victoria Rosell, animosa y gentil donde las haya, entendemos que ese tono se refiere a la dolorida queja emanada de una persona integra, con una carrera como juez intachable, que participó en la vida política de forma honesta aportando lo que su capacidad pudo realizar. Pero que no puede más al ver a su compañero de vida volver a sufrir juicios y procesos por denuncia de un delincuente encarcelado. Sí, el juez Alba.

Ignoro lo que a esta altura dirá Mónica Oltra, Alberto Rodríguez, y tantas personas que vieron destruida, no solo su carrera política, sino su trayectoria como personas. Como ignoro como se estará viviendo en Moncloa el acoso, infame acoso, a Begoña Gómez  por parte de esa excreción humana que es el juez Peinado.

He escuchado más de una vez las confesiones de las víctimas de los acosos y es desolador. Como he escuchado más de una vez las voces temerosas de quien podría aportar a la vida pública experiencia, empeño y energía, pero se abstiene por el riesgo de bajar al ruedo y que infames le enloden con mentiras, medias verdades e infamias. No quieren, y tienen razón. Yo tampoco querría.

La reputación es de las pocas cosas que nos definen. La trayectoria vital es nuestra forma de pasar por la vida. Es tan importante que cuidamos los actos, que  forjamos nuestra voz y nuestras acciones a una determinada ética que nos explica como  seres humanos. Eso no implica que no haya un debe en nuestra trayectoria vital. Un cúmulo de errores voluntarios o no que hemos cometido a lo largo de la vida. No nos casamos bien, tenemos un hermano golfo que en tiempos se drogó. Nuestro padre o abuelo hizo negocios poco claros. Nosotras pudimos trabajar un tiempo en una empresa que defraudaba, o confundimos alguna acción laboral y provocamos un descalabro a alguien. O perdimos los nervios en el parque cuando nuestro hijo se cayó del columpio. O robamos el bocadillo de una niña cuando el nuestro se cayó al agua…

Qué sé yo, hay mil maneras de meter la pata a lo largo de la vida. Y como humanas, la metemos mucho. Cuando ascendemos en nuestra profesión o triunfamos como pintoras, músicas, abogadas, médicas, o mecánicas fresadoras, no sentimos el aire helado del miedo en nuestra nuca ante el pensamiento de “y si se enteran de que una vez bailé sin bragas” “y si se enteran de que salí tres meses con un trapicheador de marihuana o de cocaína, cuando tenía diecisiete años” Añadan ustedes cualquier cosa de la que se avergüencen en su vida. No ocurre, no sentimos ningún miedo porque damos por sentado que nadie va a venir a contar historias pasadas, falseadas de forma perversa, para desacreditarnos y vilipendiarnos como personas. Ni lo pensamos.

En política durante los últimos años, ocurre eso hasta el punto de aniquilar la voluntad participativa. Ocurre eso de forma constante agravado por los medios que andan abrevados por el adversario y se prestan a ejercer de altavoz con el fin de difundir a los cuatro vientos las exageraciones, calumnias o mentiras. Motivo por el que se abstiene la gente que podría ser útil en la vida pública. No están dispuestos/as a asumir el riesgo de ser tomados como pinball por la oposición y de pronto encontrarse con que la reputación, la fama, la personalidad anda por el barro durante años. Que sí, que luego se establece la verdad, pero nadie devuelve el tiempo, nadie devuelve el dolor de percibir las miradas burlonas, escuchar el insulto o recibir el desprecio de desconocidos. Ante ello, prefieren no saltar y los/as que perdemos somos  la ciudadanía que nos vemos esquilmadas de gente capaz por el pavor que produce el descredito infame.

El mensaje es muy claro. Han podido llegar a Moncloa, como llegaron a Galapagar sin ninguna cortapisa. Lanzaron infamias como catapultas contra gente que ha podido cometer sus errores, pero que pretendían hacer un trabajo público con cierta honradez.

Y si somos mujeres ya ni se cuenta porque el agravante de género multiplica  el efecto difamatorio ¿Cómo deben de andar las rodillas de Irene Montero? ¿Cómo se ladra hacia ministras, diputadas o cargos femeninos? Sobre nosotras siempre cae la sospecha de haber estado un rato en horizontal o arrodilladas cuando obtenemos cargo. Es la primera acusación que brota de la sucia boca masculina (y femenina también, por desgracia) ¿Esa a cuántos se habrá tirado para llegar tan alto? No hace falta que lo documenten, ni lo demuestren. Lanzan el tiro y da en la diana seguro.

Además, esos disparos tienen sesgo. Siempre lo tienen. En estos momentos, hay pocas excepciones (gloriosas excepciones que cuesta mantener sudor y lágrimas) pero la mayoría de los medios andan en manos de gente, gentuza más bien, que, en vez de pluma o teclado, llevan cerbatanas con veneno. Los medios reciben dinero de una pavorosa forma de hacer política que no ejerce más que el filibusterismo criminal sin ética ni tan siquiera disimulo. Es posible decir las mayores barbaridades sin consecuencias.

Es posible publicar las ecografías de los gemelos Iglesias/Montero, asaltar la guardería para fotografiar a unos bebés, saltar el muro de la casa privada en Galapagar y gritar de día y de noche. Es posible, llamar Begoño y gritar “Begoño no tiene coño” por Ferraz entre jaculatoria y jaculatoria del rosario. Es posible culpar a una ex mujer de los delitos de su ex marido porque sí, porque los importantes mandan. Quien provee de togas con lustre y buenos destinos, manda y envía a cucarachas para herir. Son los mismos que abrevan el buche del infame, el mismo poderoso que llena también  de cucarachas las redacciones de prensa.

Y nos preguntamos ¿tiene que ser así? Los que gritan democracia y piden buenas formas a países como Venezuela, Cuba y Nicaragua (en ningún caso justifico a ninguno de los tres gobiernos de los países citados, solo sirven de ejemplo) son los mismos que reproducen El Proceso de Kafka con Begoña Gómez como protagonista en vez de Josep K.

El juez (que tristeza me produce  dar al infame el título de juez) Peinado, busca y rebusca entre los papeles de la basura, en el pasado, en los entresijos y las costuras de los vestidos de la compañera del presidente, algo imputable. Y si no lo tiene da igual, porque él imputa. Han puesto ya el grito en el cielo diversos magistrados, íntegros y poco dados a veleidades cucarachiles, pero da igual. Los grandes estamentos de la judicatura guardan silencio, infame silencio, como lo guardan los periodistas de los grandes medios, que suponemos honestos. Callan como cobardes porque el abrevadero salpica, porque la infamia les puede llegar a ellos y porque son lo que en Alemania se llamaba Mitlaüfer*

Callan y con su silencio validan la gusanera en que se ha convertido la política nacional, las redacciones de algunos periódicos y las salas de justicia.

Han enfangado a base de mentiras, calumnias, medias verdades y de fútiles errores debidamente condimentados, el territorio nacional de forma que la frase de “todos son iguales” restalla sobre el asfalto de este sistema cuasi democrático. ¿Cuál es la opción? suelo preguntar. Un silencio elocuente me responde, a lo que yo traduzco el argumentario. “Como todos son iguales, dejemos que gobiernen los de siempre, los de la Gurtel, los de M. Rajoy, los de los papeles de Barcenas, los que martillearon los pcs de  Génova 13 para destruir pruebas incriminatorias de pagos en B. Los que han pasado y pasarán por Soto del Real…o no, de la que vamos. Los que hicieron aeropuertos sin aviones, autopistas sin coches y mangonearon la España eterna por los siglos de los siglos, amén”.

Saben ustedes mi pasión por la historia, se produjo ante la incomprensión que sentí hace muchos ante la política de la Transición que no entendía. Sumergí mis narices en la historia de mi país para encontrar respuestas. Y las hallé, juro ante dios, que las hallé.

Llevamos siglos repitiendo, cual burro atado a molino, la misma historia. Cuando los poderosos ganan (con tretas, trampas y comprando voluntades) todo se calma. Solo poca prensa -la más pobre, la más depauperada- es capaz de denunciar; el resto, silencio. Los jueces, cuelgan las togas del fango y se ponen a hacer sus cosas de jueces. Los periodistas de alcantarilla cuentan relatos ataviados de grandilocuencia los loores de la jefa/e, incluso valoran a lo alto el que vaya al despacho en bermuditas. Acto de valor inaudito para ellos.

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Cuando la plebe anda cabizbaja y alicaída, haciendo cosas de plebe -trabajando sin horario, bebiendo cañas para ahogar el asco vital, pagando hipotecas infinitas o viviendo en chabolas porque el centro y las calles guais, ya se sabe, son de AirBnb- entonces todo va bien. Caminamos en paz. Pero ¡ay! como se le ocurra al pueblo, o a parte de ese pueblo escurrirse de la yunta en que va ungido y asaltar los cielos…Entonces, saltan siempre los Calomarde** de Fernando VII para triturar las mínimas ansias de vida democrática y libre.

Desde el siglo XVIII  es así. De vez en cuando, la cosa explota en guerras carlistas o guerra civil y se criba un poco la población para que ande acojonada durante decenios y a seguir.

No tengo ni la más mínima duda de que hay mucha gente decente en la derecha española. Gente demócrata que aboga por el liberalismo económico,  conservador/a en costumbres, gente católica de misa semanal, incluso diaria, que piensa que a la sociedad mejor no moverla mucho porque la tradición es sabia. Gente de valores cristianos. Gente considerada de bien, vaya,  que aborrece la mentira, la infamia, la calumnia, que no quiere ganar poder gracias a atajos infames e infamantes porque considera que la sociedad se enfanga con esos métodos mafiosos. Esa gente de derechas  intuye que  cruje el sistema a base de descomponerlo con mentiras y malversaciones de la verdad. Me pregunto ¿dónde está esa gente que no brida un poco a los infames que corren a su lado? Me pregunto, ¿dónde dejaron los valores cristianos que deberían impregnar sus creencias de personas de fe?

Imagino que están parapetados como nosotras. Detrás de una trinchera poniéndose a cubierto de la lluvia de mierda que cae de los sagrados estamentos del sistemas. Lo que deberían de pensar, o pensarnos todas, es que cuando la mierda nos ahogue ya no tendrá solución. No para nosotras y para ellos porque solo  las ratas saben moverse muy bien entre los excrementos sociales, sobrevivirán y el país será suyo. En el supuesto de que alguna vez no lo fuera.

María Toca Cañedo©

 

*Mitlaüfer: dícese de los indiferentes que conocían el Holocausto y callaban.

**Calomarde: siniestro primer ministro nombrado por Fernando VII, experto en calumniosos juicos que llevó a la muerte y el descredito a numerosas personas. Fue el que tramó la patrañ

Sobre Maria Toca 1624 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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