¿Por qué?

Pero ¿por qué, por qué?
Pero ¿por qué me ha tocado una madre así?, me dijo ella.
Si yo hubiera tenido otra familia, comentó él.
¿Por qué mis padres han hecho esto o dejado de hacer lo otro?
¿Por qué él actúa así conmigo?
No lo sabemos.
Lo que sí sabemos es la importancia de no quedar atrapada en los porqués, en bucle, hacia ningún sitio, encadenada a una respuesta que probablemente no se dé, atada a suposiciones o conjeturas.
No lo sabemos; por mucho análisis que hagamos no estamos en la mente de otras personas ni podemos intervenir ahí.
Sí que podemos observar hechos, intentar aceptar la realidad que hay, lo obvio y que tú no puedes cambiar y desde ahí hacernos responsables de dónde queremos o podemos estar y de lo que podemos o no accionar.
Si un vínculo pone en riesgo constante tu estabilidad emocional o tu tranquilidad, tu cuerpo se va a acelerar, activar o congelar quizá. Te va a avisar de un peligro o de un sufrimiento previo.
Ahí sí tienes alguna respuesta.
Hay un legado de amor «deformado» transmitido de generación en generación, de persona a persona y también hay toda una cantidad de vivencias positivas que nos han construido.
El porqué no calma los corazones.
Los «esto ha sido así», «así lo he vivido» «es lo que hay» quizá ofrece la posibilidad del descanso de los cuerpos y la mirada hacia adelante.
El vamos, con lo que hay.
Buen día, otro día, por si sirve
😊
María Sabroso
Sobre María Sabroso 156 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

Sé el primero en comentar

Deja un comentario