SERÁ CHAVELA

He decidido seguir respirando trece veces por minuto durante muchos minutos, muchas horas, muchos días, muchos años. Ayer, viendo que aquellos muslos míos de Kubala se habían convertido en canillas de desandar el camino, me acordé del qué tiene er niño, Malena, anda como trastornao, tié la carilla de pena y el colorsillo quebrao. Y estuve por darme al vino y al desamor de los dejaos.
Pero hoy agosto amaneció despacio y con ganas de tirar piedras al rio.
Porque ella misma se ha confirmado un sueño que no sé cuándo le nació pero ya está esperando en los escenarios cuando acabe el hermoso torbellino de los 22 conciertos -serán más- que le quedan a El Abrazo, con la conquista de Buenos Aires y Montevideo.
María Rozalén quiso un día ser Chavela Vargas, aquella macorina que a los 17 años dejó atrás para siempre a María Isabel Anita Carmen Jesús y huyó de Costa Rica, de su padre, de su madre, de toda su familia, para llevar pantalones y pistola en el México que le ofreció un auténtico aire.
No es fácil ser Chavela Vargas, la mujer y la artista que eligió la libertad más allá del absolutismo hipócrita de un mundo tan ordenado. Un prodigio de seducción que obligó a Jeanne Moreau a decir mientras la escuchaba: callad, no sé español pero estoy entendiendo todo.
Chavela Vargas amó mucho y nunca se sintió amada.
Hoy María Rozalén, la mujer del sentido contrario, la tan amada como respetada en su mundo musical, ha decidido transformarse en Chavela Vargas y vivir las mismas pasiones desde el escenario. María puede. Detrás de esta muchacha que cautiva cantando a la vida hay un bagaje de cultivo de poesía, baile, guitarra, bandurria y todo lo que tiene que ver con el arte. Nació para deslumbrar más allá del barrio de Fátima donde todo empezó.
Chavela Vargas terminó en la histórica Residencia de Estudiantes, donde el eco de los poetas españoles exiliados aún se oye en las noches donde se cena nostalgia y reivindicaciones. María Rozalén se oye a sí misma como la dama del poncho rojo sobre los escenarios modificando su arcilla cantora en actriz cuando el sueño ya habla.
No sé qué será del niño campesino, ni de las besanas sin encinas, ni de la bala en el ojo, ni de tanto que no cabe en la mano del tiempo. Sólo conozco una decisión: que cuando la obra suba al teatro Calderón de Valladolid y empiece su viaje, haya una voz apremiando mi forzada quietud y se oiga ese levántate y anda.
Valentín Martín.
Sobre Valentin Martín 61 artículos
Valentín Martín estudió Magisterio y Humanidades en Salamanca y Periodismo en Madrid. Ejerció la enseñanza dos años y el resto vivió de escribir. Ha escrito 25 libros. El número 26 es un poemario llamado Santa Inés para volver (Versos de la memoria), que recoge la historia de sensibilidades de su pueblo. Periodista, escritor y poeta, ha publicado en la última década libros de relatos como La vida recobrada o Avispas y cromosomas; el ensayo Los motivos de Ultraversal y los poemarios Para olvidar los olvidos, Poemario inútil, Los desvanes favoritos, Memoria del hermano amor, Estoy robando aire al viento, Suicidios para Andrea y Mixtura de Andrea. A caballo entre los años 60 y 70, escribió dos poemarios y dos ensayos: Veinte poetas palestinos y El periodismo de Azorín durante la Segunda República, inicio de un largo trabajo dedicado a la literatura. En Lastura ha publicado en diciembre de 2017 el libro de crónicas y relatos Vermut y leche de teta.

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