Siempre al borde

Me mareo con facilidad, será por la medicación, me dijo ella ayer cuando fui a visitarla a su casa.
Les cuesta ajustármela y por mucho que se lo comento a mi psiquiatra, no me escucha.
De hecho, ni me mira.
Mi hermano tampoco me oye; dice que no quiere que le cuente nada más de lo que me pasa, que me las apañe.

La verdad es que desde que mi madre falleció me siento muy perdida, siempre al borde de la crisis, siempre a punto de caer.
Si soy sincera lo cierto es que desde que me recuerdo siempre he estado a punto de caer.

Mi madre era como yo muy sensible y me entendía bien.

Me decía que el mundo no estaba hecho para personas como nosotras; veíamos un gatito perdido en una calle de nuestro pueblo y nos entraban ganas de llorar.
Si mi padre gritaba por algo que no fuera de su agrado, me agarraba al delantal de mi madre pero notaba como a ella le temblaba la barbilla y su cuerpo se agitaba.
Aprovechábamos cuando nos venía la regla para acostarnos varios días y no tener que enfrentar nada.
Nada.

O bien tomábamos las dos lo que mi madre llamaba «las pastillas para no llorar».
Así que ella siempre me transmitió el mensaje de que no me casara; que yo no era mujer para un matrimonio, que no era fuerte.

Pero eso no ha evitado que me cayera, que me haya caído muchas veces.
Y yo creo, María, que esto de tener tanto miedo de caernos nos pasa a muchas personas. Siempre al borde.

Y el mundo no está hecho para los que estamos siempre al borde.
¿Tú qué crees?

Puede ser, contesto.
Y doy un paso atrás.

María Sabroso.

Ilustración de Laura Berger.

Sobre María Sabroso 128 artículos
Sexologa, psicoterapeuta Terapeuta en Esapacio Karezza. Escritora

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