Hoy he gastado el último regalo de cumpleaños, una sesión de acupuntura gratis de alguien que aún me estima. Me han pasado a un pequeño salón con la banda sonora de un concierto de piano de Mozart y cuando el acupuntor iba a realizar esta operación de vudú pero a la inversa, le he dicho que no me dolía nada. Solo estaba un poco triste. Ha guardado las agujas y ha procedido a argamasar mi sistema inmune con una serie de imanes, mientras su enfermera y esposa recitaba una letanía de órganos y peajes internos que aparecían por la pantalla de una laptop, y aplicaba bajo ellos los dados de cuero imantados. Los dos ya no cumplirán los 65 y se compenetran de maravilla. Ella es Monique, holandesa. Él, Carlos, nació en Perú pero se ha pasado la vida formándose en el corazón de China. Los imanes me van cambiando lentamente la polaridad y es entonces cuando imagino donde se conocieron, un punto medio geográfico situado en el centro del Mar Caspio, donde posiblemente los barcos donde iban él y ella chocaron. Imagino su conversación posterior en el bote salvavidas, sobre agujas e imanes y la atracción de las cosas que suceden porque toca.
Cuando despierto ya no estoy triste. No sé dónde estoy.
Texto: Jean Boucicaut
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