«No tengo un color trágico. No hay un gran dolor reprimido en mi alma, ni acechando detrás de mis ojos. No me importa en absoluto. No pertenezco a la sollozante escuela de la negritud que sostiene que la naturaleza de alguna manera les ha dado un trato sucio y cuyos sentimientos están heridos por eso. Incluso en la escaramuza desordenada que es mi vida, he visto que el mundo es fuerte independientemente de un poco de pigmentación más o menos. No, no lloro por el mundo, estoy demasiado ocupada afilando mi cuchillo para ostras».
Zora Neale Hurston
Ella afirmaba haber nacido en Eatonville, Florida, pero no fue así. Zora Neale, nace un supuesto siete de enero de 1891 (la fecha tampoco es segura) en Notalsuelga, Alabama en el profundo sur americano. Es probable que sus padres nacieran en esclavitud, para después convertirse, John Hurston, en predicador baptista cuyos discursos en la iglesia del pueblo influirían en la joven Zora y su madre Lucy Ann Potts Hurston, en maestra, muriendo cuando ella tiene trece años dejándola un profundo vacío, pero también una grata huella. Los cuentos, las canciones, los relatos de la madre trasladaron a Zora hasta el mundo ancestral de los afroamericanos y su cultura oral que más tarde fundamentaría su obra.
Aunque no naciera en Eatonville, la familia se trasladó a vivir a este poblado cuando ella contaba tres años. Estaba habitado solo por personas afroamericanas, siendo creado en tiempos de la Proclamación de la Emancipación por Abraham Lincoln. Es allí donde crece escuchando los canticos, las viejas historias que nutren su alma y el espíritu de creadora que saldrá más adelante. Vivir en ese pueblo fue para ella un oasis, que posiblemente influyó en la idea desarrollada más delante sobre la no integración en la sociedad blanca. Zora Neale, creía que era mejor vivir segregados porque entendía que al ser la cultura blanca más amplia subsumiría la riqueza ancestral de la afroamericana y las formas de vida quedarían diluidas. Fue motivo de discordia, como tantos, con su propia gente.
Como decimos, la madre muere, y poco después el padre contrae nuevo matrimonio, lo que supone que Zora queda abandonada ante la nueva vida de su predecesor dejando de pagar el colegio privado en Jaksonville, al que asistía y es entregada a familiares maternos, que la lleva a confesar años después “iba de mano en mano como moneda de penique” Poco tiempo después, se independiza trabajando como empleada domestica de una actriz de teatro itinerante, lo que le permite ahorrar y conocer otras ciudades y personas diferentes. En 1917 falsea su fecha de nacimiento reduciéndola en diez años para poder ingresar en la escuela pública, Academia Morgan en Baltimore, para continuar los estudios por su cuenta.
Desde 1919 hasta 1924 asiste a la Universidad Howard de Washintong D.C donde se relaciona con Alain Locke, profesor de cultura afroamericana que la induce a estudiar antropología. En 1921, funda, junto a compañeros, una revista universitaria donde comienza a publicar relatos en los que las viejas historias escuchadas en su infancia forman parte del relato. En 1924 abandona la carrera por falta de recursos pero ya se ha relacionado con varias personas junto a las que surgirá el movimiento Renacimiento de Harlem. Está en Nueva York, la ciudad le dará las oportunidades precisas para mostrar el talento literario que tiene. En 1925 el Bernad College la concede una beca de antropología comenzando a trabajar con Franz Boes. En 1928, por fin consigue graduarse.
Los estudios antropológicos que ha realizado gracias a la beca se basan en la sociedad de Eatonville, que ha conocido en su infancia. Pasa tiempo investigando en profundidad las canciones, el folklore y los relatos escuchados durante sus primeros años. Zora, en sus escritos, respeta el dialecto, las formas de hablar de la población negra, proveniente de la esclavitud, con escasa preparación cultural y un dialecto considerado impropio por la cultura dominante. Hurston, respeta los modismos en los personajes que describe por lo que es acusada de ridiculizar a la gente de su raza.
De esa investigación saldrán los datos con los que más tarde construirá gran parte de su obra como Mules and Men, Jonah´s Gourd, Vine o Moses y sobre todo Man of the Mountain.
El llamado Renacimiento de Harlem sigue adelante con figuras como Jangston Hughes y Wallac Stevens, junto a ellos, creará la revista Fire!. Zora Neale Hurston no consigue reconocimiento por su obra, y sí cosecha una gran controversia entre la gente de su raza y grupo. Frente a el ideario político progresista cercano al comunismo, del resto, Neale es conservadora, cercana al Partido Republicano. Frente a las obras reivindicativas de la raza, que mostraban los excesos de la sociedad blanca hacia la afroamericana, Zora, hace una obra donde recrea las tradiciones, donde las leyendas forman la base de su literatura. Incluso se atreve a editar una novela donde los protagonistas son blancos, siendo los negros, meros secundarios de la historia recreada.
Esa dicotomía con la mayoría de autores de su época, la distancian del grupo, conformándola como autora controvertida, discutida y poco apoyada por su propia gente. Las preguntas que se hacían entonces los autores de raza negra eran las siguientes: ¿Deberían luchar ardientemente contra los estereotipos negativos establecidos por escritores blancos durante mucho tiempo? ¿Deberían sus trabajos servir como propaganda progresista, exponiendo el racismo en la América moderna para incitar el cambio? ¿O, en cambio, los negros deben crear sin limitaciones impuestas por una ideología política o creativa?
Entendemos que Zora Neale Hurston, eligió claramente la última opción
En 1936 recibe una beca del Gugemheim que la permite viajar a Jamaica y a Haití donde pasará dos años realizando estudios de campo sobre el vudú y el animismo afrocaribeño. Su labor investigativa fue exhaustiva permitiendo documentar en profundidad y de forma seria al vudú.
Conforme pasa el tiempo su obra se decanta por dejar a los personajes describirse con sus diálogos y formas de vida, más que realizar descripciones minuciosas de los mismos. Seguía siendo criticada por su falta de implicación en la lucha reivindicativa racial, también por lo apuntado en un principio, la no integración social en la cultura blanca.
Cayó en el olvido y también en indiferencia hacia su obra, muriendo el veintiocho de enero de 1960, internada en un centro dependiente de la asistencia social, pobre y en soledad. Fue enterrada en una fosa sin nombre en Fort Pierce, Florida. Vestía una bata rosa y unas pantuflas de felpa, en completo olvido a pesar de haber creado una obra intensa.
En 1975, Alice Walker, creadora de la novela El color púrpura, se interesó por la obra y la personalidad de Zora Neale Hurston, publicando en Ms. Magazine un ensayo sobre su persona, llamado In Search of Zora Neale Hurson que hizo que las miradas de Toni Morrison, Maya Angelou y la misma Walker tomaran conciencia de la calidad de la obra de Hurston, convirtiéndola en autora importante.
Poco después, Alice Walker, hizo poner una lápida con nombre en la olvidada tumba de Zora, lo cual no reparó el injusto trato recibido por una autora de gran talla, pero al menos recupera su memoria además de darnos a conocer su magnifica obra que hoy es valorada como referente en EEUU.
María Toca Cañedo©
Gracias!