La historia del País Vasco puede y debe estudiarse a través de los grandes artistas de la historia y sus obras. El arte es un vehículo pedagógico muy poderoso para conocer el pasado y poder entender el presente. Sirva para ello esta obra imprescindible en la historia del arte vasco, que a su vez cuenta momentos importantes de la historia sociopolítica. Una esculturas con un incalculable valor patrimonial.
Se trata de una de las esculturas más célebres en El País Vasco, obra del escultor Patxi Xabier Lezama. Verla en el Museo de Las Encartaciones, perteneciente a Las Juntas Generales de Bizkaia, es una experiencia realmente fascinante. La escultura está inspirada en los episodios más cruentos y turbulentos de la Guerra Civil española, en concreto en los bombardeos del País Vasco por los ejércitos fascistas italianos y alemanes, colaboradores del dictador Francisco Franco. En Euskadi la aviación rebelde ejecutó más de 1.600 operaciones de bombardeos, lo que supone más de 2.000 bombardeos en un período de trece meses contra la población civil, una auténtica masacre llena de horror y sangre.
Zaldi está repleta de simbolismo, en ella queda sellada el grito, siempre heterogéneo con respecto al orden del discurso; siempre fisurada, como un estigma, la obra. Como si la escultura entera fuera una invocación encapsulada. Esperando despertar en cada presente que en ella se reconozca. Una suerte de conductor de emociones: su calidad, no radica en una intención estética sino en los sentimientos que la confieren sustancia. No puede extrañar entonces la vida posterior de Zaldi como tótem, como emblema de la comunidad que surge tras la Segunda Guerra Mundial. En el mundo de Zaldi, que es sobre todo un mundo mitológico, la boca se abre en un grito desesperado. Esa figura sufre en un espacio que no es ni interior ni exterior, sino algún sitio literalmente inhabitable. Y, aun así, parece intentar erguirse sobre el mínimo suelo para mirar, aunque no alcance a comprender, un horror que se le escapa de la vulnerabilidad. El gesto desesperado de la figura. Se ve lo que ocurría en España, la escultura contiene al mismo tiempo destrucción y renovación, desesperación y esperanza. El espectador puede quedarse horas descifrando esta obra maestra del surrealismo y jamás llegará a comprenderla completamente. Una obra magna, portentosa y maravillosa del arte contemporáneo.
Patxi Xabier Lezama se erige como un escultor de referencia en el panorama del arte contemporáneo, un creador que ha logrado conectar los hilos de la historia y la mitología vasca con la práctica artística que nos muestra una visión actualizada de la escultura vasca. Forma parte de esa gran cantera de escultores vascos que han tenido como referentes a Chillida, Oteiza, Barrenetxea e Ibarrola. Su obra se convierte en un viaje a través de los mitos fundacionales de la cultura vasca, explorando la esencia del ser humano y su búsqueda incansable de la belleza. Con un dominio excepcional de diversas técnicas y materiales, Lezama utiliza la escultura como medio para contar historias, reviviendo personajes arquetípicos que han marcado la identidad colectiva de su tierra.
En su trabajo, figuras como Amalur, Mari, Sugaar, Iratxo, Mikelatz, Hodei y Txoria cobran vida en un diálogo contemporáneo con el espectador. Cada una de estas deidades y personajes mitológicos no solo representa un fragmento de la rica tradición vasca, sino que también simboliza emociones universales como el esfuerzo, la pasión y el deseo de conexión. A través de la madera, el mármol y otros materiales, Lezama transforma estas entidades en esculturas que trascienden el tiempo y el espacio, ofreciendo una nueva interpretación de la herencia cultural.
La técnica de Lezama es un reflejo de su profunda comprensión de los materiales. Sabe que la belleza no surge de la perfección técnica en sí misma, sino de la tensión que los materiales pueden transmitir. Cada obra es un estudio de contrastes, donde el desasosiego y la serenidad coexisten, permitiendo que la belleza emerja de forma orgánica. Este enfoque no solo enriquece la experiencia estética, sino que también invita a la reflexión sobre la naturaleza del arte y su capacidad de evocar emociones y relatos.
El pensamiento visual de Patxi Xabier Lezama no se limita a la mera representación de mitos; su trabajo actúa como un puente que revisita y actualiza la tradición vasca. En este sentido, su obra se convierte en un acto de continuidad en la historia del arte, donde la figuración y la escultura de historia se renuevan para adaptarse a las inquietudes contemporáneas. Cada exposición, ya sea en España, México, Miami o Nueva York, se transforma en un espacio de diálogo cultural, donde el pasado y el presente se entrelazan.
Lezama, con su labor programática, no solo ofrece al espectador una mirada a las raíces de su cultura, sino que también plantea preguntas sobre la identidad, la memoria y la belleza en un mundo en constante cambio. Su trabajo es un recordatorio de que el arte, en su forma más pura, tiene el poder de conectar a las personas con sus historias, sus mitos y, en última instancia, consigo mismas.
Patxi Xabier Lezama se posiciona como un escultor que, a través de su profunda conexión con la mitología vasca y su técnica refinada, nos invita a explorar la esencia humana en toda su complejidad, transformando el material en símbolo, el mito en arte y la tradición en contemporaneidad. Su obra no solo es un testimonio de la historia y riqueza cultural de su tierra, sino también una celebración de la belleza en todas sus formas.
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