Les contaré una historia que en fragor de las muchas noticias quizá se les haya pasado. Miren, hubo una vez un tirano que gobernó Borbonia, antes de ser Borbonia. El tipo era bajito; dicen que solo tenía un huevo y la voz aflautada. Quizá fuera por su estatura y el porte de ninfo por lo que el tipo desarrolló muy mala leche . Cuenta la historia que provocó una guerra asesinando a infieles y a críticos con saña profunda. Como le cansaba matar, se le ocurrió que nada mejor para descansar en verano, él, sus acólitos, su mujer encollarada y su pequeña ménsula de hija, que pedir un pazo en la hermosa Galicia.
Sus palafreneros se pusieron a ello avistando nada menos que el grandioso Pazo de Meirás, construcción románica del siglo XIX donde en tiempos, Doña Emilia Pardo Bazán pasaba cuatro meses de su vida, envuelta en las brumas gallegas que tanto amaba. Durante su vida amasó una enorme biblioteca que guardó celosamente en una de las torres, escribió muchas de sus obras, se casó en su ermita y disfrutó de lo suyo.
Conociendo el capricho del tirano, las autoridades de entonces, pensaron, que para pagar la miseria de precio (500.000 pesetas) a los herederos de doña Emilia, “pedir” aportaciones al pueblo gallego. Les recuerdo que estaban en plena hambruna de guerra, corría el año del Señor de 1938. Les inserto este párrafo de la Wikipedia, que explica perfectamente como se hizo: https://es.wikipedia.org/wiki/Pazo_de_Meir%C3%A1s :
“ Se constituyó una comisión con el fin de acondicionar el pazo y recaudar el dinero necesario para ello por medio de donativos en parte forzosos. A funcionarios y trabajadores de empresas privadas se les restó parte de su salario para comprar el Pazo, y se obligó a los ayuntamientos de La Coruña a aportar como mínimo el 5% de la recaudación del impuesto de la contribución. La Junta Pro Pazo encomendó por carta a los alcaldes que constituyeran comisiones para «visitar personalmente a sus convecinos para que nadie pueda mañana considerarse postergado si su deseo es contribuir con su grano de arena para el Pazo del Caudillo». La torre y los principales motivos ornamentales del Pazo de Bendaña en Dodro fueron trasladados al Pazo de Meirás. A las propiedades iniciales que correspondían al Pazo, se le añadieron algunas cercanas gracias a un proceso de expropiación forzosa de los terrenos colindantes, llevando así la superficie del edificio y de las tierras que lo rodean. La Diputación de La Coruña también expropió fincas para la «mejora y ornamentación» de la carretera que va de la capital de la provincia al Pazo”
Incluso al paso de los años se descubrió que la cleptómana familia guardaba en las dependencias del Pazo, figuras robadas a la Catedral de Santiago, en concreto al Pórtico de la Gloria , que nadie sabe a ciencia cierta como llegaron a su poder. Misterios de la historia.
Disfrutó la insigne familia del tirano y sus invitados por años y años de los veraneos excelsos en el pazo, incluso se negó el acceso a los descendientes de doña Emilia a fin de que recogieran sus enseres. Lo que hicieron con manuscritos y la biblioteca de la escritora no se sabrá nunca, pero tememos lo peor, dado la concupiscencia y donaire de la doña y la furibunda pudibundez de la familia Franco.
A la muerte del tirano los descendientes siguieron disfrutando del entorno, apenas se les obligó a abrir alguna puerta del recinto a fin de que el bárbaro pueblo contemplase algo del esplendor y del poder del tirano, pasando a ser gestionado por la Fundación Frascisco Franco, debidamente subvencionada y protegida del poder de Borbonia y dignos representantes de la memoria del tirano. Murió, a su vez, la hijísima, dejando prole de inútiles, ineptos y carcundos varios, ansiosos de dinero en efectivo con que cumplir sus complacencias y pusieron en venta dicho pazo. Como es de ley, se ofreció
antes al pueblo (sí, al mismo pueblo que lo compró y “regaló” al abuelo) por ocho millones de euros, que la vida está muy mal y las propiedades se revalorizan que es un primor, y más con tanta historia.
De no adquirirlo algún estamento público, los herederos tienen derecho a vendérselo a quien pague. Ofrecerle al mejor postor, que puede ser alguno de esos chinos ricachos que nos monte un parque temático de cómo timar al pueblo español. También puede adquirirlo algún árabe de los que chorrean petróleo en yate de lujo y no entran en patera o saltando la valla como los moros desaparrados, que nos llegan para quitarnos el pan a los españoles de bien.
El cuento no acaba aún, porque nos queda pendiente la venta del expolio. Les prometo continuar con la historia en cuanto sepa más. De momento, sean buenos, no hablen catalán, ni en la intimidad, que España es una y hay que conservarla para que la vendan los filibusteros que nos gobiernan y que siempre han mandado. Ya lo saben, votar es caca. Estudiar en catalán es caca. Inmersión ligústica, es muy caca, que lo dice don Rivera y don M. Rajoy. En cambio, lo genuino, lo verdaderamente español es robar y vender lo robado al mismo pueblo al que se lo robaron. Eso sí es España y muy español. Y olé.
María Toca
Ay María cuánto te echaba de menos. Los demás también son buenos, pero tu escritura mordaz y ácida, pero dando siempre en el punto justo, es genial.
Como todos lo artículos, genial. Un beso y encantada de recuperarte.
Gracias, Margarita. No me voy, que va, ocurre que @LaPajareraMgzn se hace mayor y nos llegan colaborares/as muy bueno. Un abrazo y gracias de nuevo