Cuando las feministas hablamos de crimen en el caso Iveco se nos acusa de exageradas, se buscan recovecos al suceso para mitigar la responsabilidad de los que compartieron el video de Verónica. No volcaré la rabia que pudo producirme las manifestaciones de un señor, que como bien definió Andreu Buenafuente, solo tiene las luces con las que se viste de torero. No hago responsable de sus tonterías más que al medio que utiliza como tertuliano a un tipo que además de inculto de solemnidad es tonto de baba. Obviemos lo olvidable. Pero no del todo porque las palabras del torero son resonancia de una realidad que puede escocernos a las que tenemos una cierta cultura feminista. Están ahí, se escuchan en cada caso de similares causas aunque el desenlace del que referimos es tan dramático que nos ha convulsionado más que otros.
No, no es extraño que un padre/madre repita a su hija que no se preste a realizar videos, o que no camine sola a determinadas horas, o que lleve la rebequita puesta para disimular el escote…No solo no es extraño sino que debemos confesar que alguna de nosotras da parecidos consejos. Porque hay riesgo y hay que protegerse ante esas contingencias. Imagino que son bastantes menos los progenitores que avisan a los chicos que no se dejen grabar o que disimulen los bíceps al volver a casa de madrugada. O que tengan cuidado si beben…
La vieja disculpa de la pulsión sexual masculina se erige en estos momentos como norma básica social. El hombre ya se sabe, se enciende y no hay quien le apague. El hombre con alcohol no tiene freno. El hombre tiene un vídeo sexual y es incapaz de no compartirlo. O de no contar…o de no apuntar con el dedo acusador: “esa es una guarra se lo hace con todos por tanto vía libre da igual que diga no”
Y no se den baños de pureza, chicos…porque muchos de ustedes han dicho esas frases o parecidas en algún momento de su vida, sobre manera cuando iban en manada que es cuando el machismo aflora en todo su esplendor. Esas frases son conceptos manidos que se asumen como normales. Como demostración tenemos las terribles dudas que se dan en los casos de violación ¿Por qué iba a esas horas sola? ¿Qué ropa llevaba? ¿Le incitó ella? ¿Denuncia falsa? ¿Se arrepintió al final pero al principio cedió…? Hace poco saltaba a la prensa la terrible historia de una joven americana que ante las presiones policiales, confesó que la violación que había denunciado era falsa…Solo que lo falso era su última declaración, la violación existió pero ella no pudo resistir la presión policial y negó su declaración inicial.https://www.elconfidencial.com/cultura/2019-05-29/violacion-creedme-pulitzer-libro-eeuu_2038486/
La realidad que nos salta a los ojos es que seguimos objetivizadas en la sociedad patriarcal; condena cada caso dramático que salta a la prensa de forma superficial y sin ahondar en la realidad sociológica de este patriarcado que nos sume en víctimas continuadas.
La objetivización de la mujer es una de las causas que subyacen en cualquiera de los casos de violencia de género. Somos objetos, no sujetos y como tal somos tratadas. Como objeto sexual debo protegerme, como objeto de pertenencia al varón debo asumir mi sumisión para no sufrir violencia. Como cuerpo objeto de pulsión sexual existe la prostitución normalizada en la sociedad. Corrijo, normalizado el uso por el putero de la prostitución, no la prostituta que es objeto de humillación, además de por el putero, por la sociedad.
Como objetos susceptibles de cualquier ataque por parte del sujeto masculino debemos proteger nuestra integridad. De no hacerlo asumimos unas consecuencias letales. Esta premisa está tan interiorizada no solo por la mujer sino por su familia y amigos. Puedo recordar la amable espera de algún taxista hasta verme entrar en mi portal, cuando volvía a mi casa de madrugada…o la llamada de la amiga verificando que habíamos llegado. Como digo, esa inseguridad la tenemos interiorizada hasta dar visos de normalidad al abuso y al miedo.
La sexualidad femenina sigue teniendo el lastre de la sumisión impregnada por la religión que nos ha tatuado determinados comportamientos. Puede parecer que tenemos derecho a desarrollar la sexualidad hasta el mismo límite que pongamos nosotras pero cargamos con el lastre social que eso supone. Beber en exceso está mal, pero hay doble rasero. Un hombre bebido o drogado se sigue viendo de forma muy diferente que una mujer en las mismas condiciones que asume como responsabilidad suya el abuso o la violación que se deriva de su estado…De estar bebidas o drogadas, corremos el riesgo de levantar la veda para la caza y la pulsión cazadora de la Manada masculina se pone alerta con la conformidad social en esos casos.
Por mucho que gritemos, por mucho que llenemos las calles cada ocho de Marzo, la sociedad en general sigue con los mismos condicionantes. Como prueba les indico la cifra del caso IVECO: un 80% de los empleados compartieron el vídeo. Se nos dice que incluso iban a verla a su departamento los que habían recibido la grabación ¡Un 80%! que imagino son muchos de los que luego lloraron su suicidio e hicieron el minuto de silencio. Y esa realidad es la que tenemos de forma habitual en casos que no saltan a la prensa porque el desenlace no es tan terrible. «Si le pasan un vídeo sexual donde aparece una conocida…los hombres lo ven» Lo dijo el torero tonto pero es más cierto de lo que quisiéramos. Lo ven y les parece normal, porque la guarra es ella que se dejó grabar. Los más avezados en feminismo harán separación si era con un novio o con pareja ocasional. Los más moderados dirán que estuvo mal que lo viera el marido. Que tenía hijos…Cuando el punto primigenio es que una mujer puede y hasta debe follar con quien y como quiera y mantener su intimidad bajo su absoluta jurisdicción.
Y no, la solución que aportaba alguien en las redes, de que nos grabáramos todas follando, no es ni útil ni necesaria. Solo faltaría. La solución no la veo cercana, desde luego, pero de haberla va de la mano de una cultura feminista que cual gota malaya socave los cimientos de una sociedad patriarcal hasta hacer que caduque por inacción. El mensaje debe ser cansinamente repetido: la mujer no es objetivable jamás. Ni en sus sexualidad, ni de ninguna forma. Solo cuando la mujer forme parte activa y real de la sociedad en total igualdad se acabarán los crímenes como el de IVECO. A Verónica la suicidó el patriarcado y sus secuaces. Y eso es lo que debemos contar a las chicas y a los chicos. El aviso debiera ser muy claro: ante lo que deben protegerse siempre es del patriarcado.
María Toca
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