“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús”, Gálatas 3:28
Quizá era este versículo el que impregnó la vida de la mujer que hoy biografiamos. Alice Gordon, nació el ocho de Agosto de 1847, en Boston Massachusetts dentro de una familia con ascendentes escoceses perteneciente a la iglesia protestante de Nueva Inglaterra. Se educó, primero en la escuela pública Lasser Seminary, para pasar más tarde, al cumplir los diecisiete años al prestigioso Mount Holyoke.
Demuestra capacidad para los estudios e inteligencia despierta. En esos momentos Boston era un hervidero de ideas antiesclavistas, sufragistas y libertadoras con las que Alice comulga totalmente. Se impregna del feminismo y del ideario liberal del momento del que nunca se desprenderá, a la vez que siente una profunda religiosidad.
Se casa con el profesor de Amherst College, Alvah B. Kitt, encontrándose éste terminal de tuberculosis por lo que muere al día siguiente de la boda. Alice es viuda con solo veintitrés años, por lo que poco después contrae matrimonio con William Hooker Gulick, hijo de misioneros, siéndolo también él, además de hombre de negocios exitoso. El matrimonio tiene siete hijos de los que solo sobreviven dos. No tuvo una vida fácil nuestra protagonista ni le faltaron dramas en su vida pero nunca se quebrantó ni si determinación ni la fe que la empujaba. Juntos, el matrimonio, deciden cumplir los sueños de expandir tanto su fe como el conocimiento llegando poco después a España, recalando en primer lugar en Santander, con la idea de fundar un internado para mujeres.
En Santander viven con modestia, comenzando la labor docente en su humilde casa. Los primeros tiempos tuvieron solamente dos alumnas para poco después ampliar hasta más de cuarenta.
La situación cultural de la mujer a finales del siglo XIX en España era totalmente precaria. Las pobres no sabían leer ni escribir porque trabajaban desde niñas. En las de familia acomodadas son llevadas a conventos donde se les enseña a coser, a tocar el piano, y algo de francés. Lo suficiente para convertirlas en solicitas esposas dependientes del varón para todo por lo que la situación cultural femenina no era muy diferente en las clases sociales.
Alice, conoce bien la situación de las españolas, pelea de firme por impartir conocimientos con los métodos más revolucionarios que conoce y experimenta. En sus formaciones la experiencia y experimentación es más importante que memorizar fechas y datos. Las niñas estudian ciencia, biología, para ello las saca al campo para ver in situ lo que estudian. Visitan museos, cuando estudian arte, asisten a conciertos, enseña inglés y por supuesto leen la Biblia de forma continua manteniendo siempre la idea de que la cultura llega por la experiencia más que por el aprendizaje y memorización.
Las congregaciones evangelistas dan gran importancia a la cultura, en todos los templos evangélicos hay una escuela adyacente. Poco a poco van llegando alumnas a su centro que se llena de jóvenes que desean superar la ignorancia y progresar. De Santander , donde dejan una gran labor que otros continúan, marchan a San Sebastián, donde vuelven a fundar otra escuela. Al estallar la guerra de Cuba , la familia Gordon Gulick se refugia en Biatrriz.
Acabada la guerra marchan a Madrid donde se instalan y fundan, con donaciones de otras iglesias evangélicas, en la calle Miguel Ángel número ocho, el Instituto Internacional donde acogen a muchas jóvenes mujeres para formarlas. Giner de los Ríosy Azcarate, promotores de la Institución Libre de Enseñanza, se interesan mucho por la educación que imparte Alicia Gordon Gulick y de alguna manera es el germen de los grandes experimentos educacionales del futuro en Madrid. Alice consigue que cuatro jóvenes terminen el Bachillerato y dos se licencien en la Facultad de Filosofía y Letras. Ester Alonso y Juliana Campos, alumnas preparadas por Alice Gordon Gulick se examinaron por libre consiguiendo notas de sobresaliente. Son las primeras mujeres
En ese tiempo en España no existía legislación que permitiera a las mujeres acceder a la Universidad, ya que hasta 1910 no se promulgó una ley que permitía estudios universitarios a la mujer; diversos catedráticos consideraban que el cerebro femenino no estaba dotado para el estudio por lo que la lucha de estas pioneras fue titánico. La única opción era estudiar y prepararse por su cuenta y examinarse por libre para lo cual la formación impartida debiera de ser de alta calidad para competir con las clases universitarias que recibían los hombres. Algunas mujeres se vistieron de hombre para asistir a las clases universitarias, como fue el caso de Concepción Arenal. Que una mujer en España quisiera estudiar era algo tan improbable que se consideraba locura. El empeño y la magnífica formación impartida por Alice Gordon Gulick, no solo las empujó a hacerlo sino que sus notas conseguían destacar por encima de muchos hombres.
No llegó a ver su Instituto Internacional , que fue el gran sueño de su vida, inaugurado porque muere en Londres el 14
Injustamente olvidada esta gran mujer a la que debemos el romper las barreras de la discriminación hoy le rendimos homenaje porque entendemos, como ella, que la cultura y la educación forman parte de cualquier movimiento liberador.
María Toca Cañedo©
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