Necesito confesarme, porque he vuelto con mi amante… Puede ser que le conozcáis.
Sin su permiso, diré quién es.
Le encontré en el mismo lugar donde un eco sonó en despedidas.
Hoy he vuelto con él a sabiendas de que no me quería.
Renací bautizada en estrellas que latían como humildes candelas;
sus cenizas de amor incendiaron el aire y esa fue mi condena.
Regresó y creí, como antes, en un pacto sin guerra. Como siempre,
me juró que tan solo una vez, mas su mar de ternura avivó mi corriente.
Abrimos caminos de la mano a través del silencio;
su contacto me hizo caricia y espejismo de humo… su abrazo.
Recordé el suplicio de antaño mas, me rendí en ardientes deseos
volviendo al amante, voluble e infiel, y le hice de nuevo mi dueño.
Y a pesar de los años, le acogí en agitado furor;
le tomé, me tomó, y en delirios confiné para siempre el pudor…
Aturdida en un espejismo, me impedía escapar o quedarme.
Ya sin rumbo, en vaivén de rancias resacas, se hundía de nuevo mi nave.
Consumida, en él me amparé… Separé los labios, ansiosa,
rocé su ternura templada y mi lengua se hizo… anfitriona.
Se inflamaba mi boca con regustos de ayer que volvían intactos.
Sentí que volaba pegada en la Tierra y me hice temor y arrebato…
Me entregué. Me perdí. Y le amé. Y…, mi piel se hizo hoguera en la suya.
Fui dolor y placer. Fui pasión y suspiro. Fuimos fuego sin sol y sin luna.
Fue cerilla en dos cuerpos resecos y, en mis dedos le hice cautivo;
olvidé mis promesas, y a todos, y ha vuelto a ser… mi querido.
La penumbra que fue celestina, me guió. Le acogí entre mis manos
abrasando la noche primera con el humo de siete pecados.
Me maldije, mas no había remedio, volví al amor y al abismo
en zigzag, porque es mi donjuán… el maldito pitillo.
©Ángeles Sánchez Gandarillas
oh, el amante que esclaviza, seduce con sus sonrisas, promete dulces mieles, envuelve con sus anillos, todo humo y nada más que humo…y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca hay que volver a pisar.
Y tanto qué sí… Muchas gracias por tu comentario y un abrazo.
A ti.