Si por algo se caracteriza el carácter del político español es por la enorme facilidad que tiene para el olvido y la propensión a la más miserable de las manipulaciones mediáticas con tal de sacar rédito político sin importar la cantidad de muertos que tengamos que poner sobre la mesa. Atrás quedan los días en que la derecha más rancia del país sacaba tajada de ETA, Cataluña o Venezuela para actualizarse y tratar de sacar la misma tajada o más a costa de la gestión del Coronavirus que está realizando el gobierno actual. Parecen olvidar que el Coronavirus afecta a todo el planeta, puesto que se trata de una pandemia global que está provocando un caos semejante al de una guerra, solo que, en esta ocasión, el enemigo es invisible y dispone de un ejército mucho más amplio y bien armado que el nuestro. Desde el fin de la II Guerra Mundial no se conocía en el mundo un estado semejante a este que estamos viviendo en la actualidad.
Sin embargo, ante todo este ruido, conviene repasar números y conceptos manejados con anterioridad que dan una muestra no solo del carácter neoliberal de ciertos partidos que han estado gobernando las Comunidades Autónomas, sino que ponen las cosas en su sitio para refrescar memorias con propensión a la distracción.
Nos preguntamos cómo ante la pandemia de Coronavirus, países como Alemania tiene una significativa menor cantidad de fallecidos, cómo puede ser que hayamos superado a China, como es que aquí, donde nos hemos vanagloriado siempre de tener la mejor sanidad pública, nos estamos encontrando con estas cifras, con hospitales colapsados y con tan pocos recursos. Lo fácil, desde luego, es echar las culpas al gobierno actual sin tener en cuenta que, hasta el momento en que se decretó el estado de alarma nacional, las competencias en sanidad estaban derivadas a las Comunidades autónomas, esas que exigen dinero siempre pero que ante una crisis de verdad, como esta o como la de 2008, recurren a papá estado para que le sople el plato de sopa ardiendo.
Para entender esta crisis provocada por el coronavirus tendremos que ir por partes:
Comparación entre países
Si queremos comparar el nivel de contagios y muertes con Alemania, a la que miramos con esa típica envidia nacida de nuestro propio carácter cicatero, vemos que tiene 24.805 infectados y tan solo reconoce 92 muertes. Lo que no se dice es que Alemania efectúa 12.000 test de Coronavirus diarios, dispone de 25.000 camas UCI con respiración artificial y ha invertido, para esta contingencia, la friolera cifra de 600.000 millones de Euros.
Si tratamos de comparar las cifras de nuestro país con las de China, con una población de 1.400.000 habitantes nos volvemos locos al ver como hemos superado su número de muertes pero no tenemos en cuenta la coyuntura propia de aquel país. En primer lugar, cuando estalló el virus, también fueron cubriendo etapas, momentos en que el contagio se disparaba y las muertes iban subiendo hasta que se decretó el estado de alarma en toda la ciudad de Wuham, el 23 de enero y posteriormente en toda la provincia de Hubei el 2 de febrero. Esta provincia tiene un total de 58, 50 millones de personas que fueron confinadas en sus casas con órdenes mucho más restrictivas que las que tenemos en España, sin embargo, contaban con algo que España no cuenta: la ayuda del resto de país.
Humey es solo una de las veintidós provincia que conformas la República Popular China. Aislando primero la capital y luego toda la provincia, viene a ser un aislamiento de población superior al de España pero que contó con el apoyo de más de 34.000 profesionales médicos y equipos sanitarios llegados desde el resto de China. Algo impensable en la Unión Europea, puesto que la coyuntura social y fronteriza, así como el pobrísimo concepto de solidaridad y hermanamiento que hay entre nuestra UE no es ni remotamente parecido al que pueda haber entre los hermanos chinos.
Pongamos que hablo de Madrid
Por si fuera poco las enormes diferencias entre países que han controlado a la perfección esta pandemia, hay un dato que parece que no se tiene en cuenta y que es importantísimo. En España, mucho antes de la llegada del Coronavirus y solo llegar a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso recortó de forma indirecta unos 145 millones de Euros destinados a Sanidad. Esta no hace más que seguir los pasos de su antecesora Esperanza Aguirre que llegó a recortar en 2008 unos 10.000 millones de euros y cerró unas 100.000 camas, y entre 15.000 y 21.000 millones en el año 2009.
La misma Esperanza Aguirre construyó con fondos públicos siete hospitales que luego privatizó a distintos grupos y a los que desde entonces deriva a los pacientes madrileños previo pago de un canon por paciente. No es de extrañar que el gasto sanitario de la comunidad ascienda en pagos a clínicas más pequeñas y con mucha menos capacidad a 450 millones de euros, y todo eso mientras recorta en los presupuestos de hospitales públicos inmensos y de prestigio como el Ramón y Cajal o el 12 de Octubre. Aún así, la Comunidad de Madrid debe 722 millones a los hospitales privados.
De hecho, en la época de la crisis, España fue el cuarto país que más recortó en sanidad, solo por detrás de Grecia, Portugal e Islandia: o sea, los países más afectados por dicha crisis. Estos datos redundan en uno solo: España tiene 3.000 camas y 3.200 trabajadores menos que hace diez años, y su gasto sanitario es de 3.323€ por habitante, frente a los, por ejemplo, 5.896 de Alemania. En 2008 teníamos 804 hospitales públicos y ahora tan solo 788, y un total de 162.538 camas frente a las 157.000 de la actualidad. En esa década, sin contar que no se cubrieron puestos por jubilación, se despidieron a 12.180 profesionales, y de los que hay en la actualidad 1 de cada 3 tiene un contrato precario de temporalidad
Además, desde el 2012 la sanidad en España dejó de ser universal, con lo cual mucha gente se está quedando en la cuneta y lo de «no dejar a nadie atrás«, ya que este gobierno no lo ha revertido, se convierte, cada vez que lo dicen desde su púlpito, en una especie de Keyword Long Tail.
De aquellos polvos, estas pandemias
Con todos estos datos ya comienza a vislumbrarse las enormes diferencias que hay entre países y entre la forma en que el Coronavirus ha hecho mella, sin embargo, la cosa no queda ahí.
Con el decreto de alarma, el estado pretendió poner todos los medios sanitarios, tanto públicos como privados, a disposición de un bien mayor y común, algo que se ha hecho en casi todos los países del entorno. Hasta el propio gobernador de Nueva York, el culmen del neoliberalismo más rampante, pide al gobierno nacionalizar las empresas que fabrican material médico. En Alemania se pudo contar con la ayuda del Robert Koch Institute y con las cientos de clínicas y hospitales que se puso a servicio de la población.
El sistema de seguridad social alemán, basado en el modelo Bismark, se financia con primas, pagos complementarios tanto hospitalarios como farmacéuticos y no ofrece una sanidad universal. Impone un sistema mixto formado por un seguro obligatorio y oficial al que se destina un 8´2% del salario bruto de cada trabajador y el resto se compone de seguros médicos privados suscritos de forma voluntaria, y precisamente por eso es uno de los más competitivos y completos del mundo.
El sistema español de basa en el modelo Beveridge, que se financia a través de impuestos de todos los ciudadanos y tiene un carácter universal. Este modelo, basado en valores de solidaridad y cooperación entre conciudadanos, es el que ha estado utilizando España hasta que en los años de la crisis, con los austericidios que comenzaron en 2008 dejaron de invertir en él, dejando caer el sistema para poder vender sus pedacitos al mejor postor, externalizando casi todos sus servicios y llegando al culmen cuando en 2012 dejó de ser universal.
Los políticos, en un claro viraje al modelo Bismark que beneficia a las grandes corporaciones médicas afines, olvidaron dos cosas: que este sistema se sigue financiando con los impuestos de todos nosotros y que sus competencias están derivadas a cada Comunidad Autónoma, con lo cual, el lío está más que servido, las diferencias de inversión y coste entre unas comunidades y otras son de hasta 500 euros por paciente y ahora, cuando necesitamos un sistema sanitario más fuerte que nunca, este está diezmado por todos estos recortes, ambiciones, amiguismos, necedades y corruptelas que caracterizan a nuestros políticos.
Vamos a poner un ejemplo ilustrativo: mientras la canciller alemana ponía todos los hospitales privados al servicio de la sanidad pública y atajaba la infección con sus flamantes 25.000 camas UCI, en España los hospitales privados están cerrando urgencias e invitando a sus facultativos que se tomen vacaciones, hagan una reducción de jornada o soliciten una excedencia para minimizar los riesgos económicos y las posibles pérdidas. El grupo HM, formado por 17 hospitales y 21 policlínicas y con unos beneficios en 2018 de 450 millones de euros, quiere cerrar de esa forma unas 1500 camas y 100 quirófanos que son vitales en este momento. En Madrid, concretamente, hay 50 hospitales privados y 30 públicos…y están vacíos mientras se instalan enfermos en hoteles medicalizados (a ver si los amigotes recuperan con dinero público de sanidad lo que van a perder de turismo) y se monta en IFEMA un hospital de campaña que cuesta una pequeña fortuna…
Que en plena gestión del Coronavirus, unos pretendan decir que todo se está haciendo bien cuando no es así y otros pretendan echar culpas a otros mientras que son los resultados propios de la mediocridad y la corrupción de los compañeros de partido que estuvieron en gobernando y gracias a los cuales la sanidad española ha ido en franco declive, es igual de miserable y de falso. No, no se están haciendo las cosas bien, pero quienes más critican y quienes más restan son aquellos que han estado durante diez o veinticinco años desmantelando la sanidad, sacando partido de los enfermos y poniendo el dinero en bandeja de plata para el lucro de sus amigos y simpatizantes.
Que nos preguntemos cómo es posible que en Alemania, un modelo político conservador, y en China, una dictadura comunista, hayan podido mantener el control de la epidemia de Coronavirus desde sus diferentes puntos de vista económicos solo tiene una explicación: que en momentos realmente urgentes, anteponen el bien común y el bienestar de sus ciudadanos a la economía, mientras que aquí sigue siendo una forma más de ganar dinero aunque sea poniendo más muertos encima de la mesa, algo que, de una forma u otra, siempre ha sido una gran fuente de beneficio político para gobernantes y políticos mediocres y es que, tal como decía Rockefeller, « El mejor momento para hacer negocio es cuando hay sangre en las calles»
Nina Peña
Me kedo con esto ke dices casi al final de tu articulo:
«no se están haciendo las cosas bien, pero quienes más critican y quienes más restan son aquellos que han estado durante diez o veinticinco años desmantelando la sanidad, sacando partido de los enfermos y poniendo el dinero en bandeja de plata para el lucro de sus amigos y simpatizantes».
Mas claro, agua y kien no lo entienda, ke se haga mirar la nuez seca ke tiene por cerebro.
BRAVA!!!