Por el cristal empañado, la gota de agua se desliza suave y ligera como pluma al viento.
Resbala.
Serpentea a su antojo.
Sigue su diábolica inercia.
Detiene por un instante su recorrido entre dos aguas.
Pronto retoma su marcha acelerada.
A medio camino, delicada y sútil, inicia los primeros pasos de un vals lento.
Sin ton ni son se pone a bailar como una peonza disparada.
Gota movediza nunca moho la cobija.
Alegre y juguetona se junta con unas cuantas que se le parecen como dos gotas.
Febriles e impacientes, las gotas de agua se agitan, saltan, brincan, gravitan a su aire.
Acompasan sus movimientos a la música del viento racheado.
La alocada carrera termina de repente.
Por miríadas, las gotas se echan a llorar.
El amanecer gélido las cristaliza.
Por el cristal de mi ventana, dibujo charcos, cascadas y canales hasta mares y océanos.
Dominique Gaviard
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