Una ya no sabe si escucha y ve noticias reales o vive en una realidad virtual cual Matrix donde lo que se dice es verdad o pura fantasía. Nos levantábamos el sábado con la triste noticia de que la capitana Carola Rackete había sido detenida debido al atraque de su barco. Se le acusa de: Resistencia y violencia contra un buque de guerra. Vemos bajar a una mujer enjuta y cansada de 31 años, capitana del barco que durante 17 días ha estado lanzando mensajes de socorro a las autoridades italianas con un cargamento de 40 personas a bordo. Dos días antes del desembarco decidió entrar en aguas de jurisdicción italiana debido al estado de la tripulación y a que dos jóvenes agravaron su salud y tuvieron que desembarcarlos por el peligro que corrían sus vidas. Acuciada por los problemas de salud de los refugiados decide entrar en el puerto comercial de Lampedusa, teniendo enfrente a un buque de la Armada italiana que pretendía impedírselo. Y Carola entró en el puerto.
A Carola Rackete le pueden caer, por este delito, de tres a diez años de cárcel y una multa de considerables proporciones a la ONG que representa , SEA WATH 3 de procedencia alemana. La espada que pende de la mano de Salvini se erige también sobre la tripulación de la española Open Arms que se dirige hacia el Mediterráneo ante la impotencia sentida por el número de muertos que traga ese mar cada día. Muertos sin nombre que desaparecen ante la indiferencia de la civilizada Europa, y ante la voz amenazante del salvaje Salvini: “Hay otros barcos de dos ONG, una alemana y una española, que están navegando hacia el Mediterráneo. ONG avisadas, ONG medio salvadas. Multas, incautación de la embarcación, prohibición de ingreso en aguas territoriales y en caso de desobediencia, el arresto”
Empezaba diciendo que una no sabe si vive en una paranormalidad o directamente nos hemos vuelto locas. Es decir, quien salva vidas en el mar, quien rescata supervivientes es la agresora. Y quien deja morir a cientos de personas cada temporada, es el cumplidor de la ley.
Mientras la capitana Rackete se jugaba la vida rescatando a jóvenes, los ilustres capos de los estados más importantes del mundo se reunían en el G20, estrechándose las manos entre sí mientras les chorreaba la sangre y la indignidad con cada movimiento. Allí andaba el saudí con su sonrisa y su vestimenta nívea recogiendo las babas de los potentados que le apadrinan y le perdonan que torture, asesine y descuartice con sierra mecánica a opositores en la embajada de Londres –por cierto no oímos el escándalo que les produce a los chicos de Vox ni del PP, el amor de nuestro presidente al moro asesino, tal como les escuchamos sobre la entrevista a Otegui-
Allí estaba el zafio de capirote, hombre naranja, con sus exabruptos de barriobajero pijo psicótico de barrio alto neoyorkino. Ellos tienen en sus manos el poder y el dinero. Ellos son escoltados por las fuerzas de seguridad, gastan en un día lo que las cuarenta personas que ha salvado la capitana Rackete, necesitarían para vivir toda su vida dignamente. Y nos hacen creer que es la ley. Y lo tragamos.
Detentan el poder pero no la razón que se encuentra en estos momentos en un calabozo de una ciudad perdida italiana mientras el zote de Salvini clama por la ley, haciendo befa del sentido común, de los derechos humanos y de cualquier derecho marítimo. Mientras era detenida la capitana, una mayoría de gente aplaudía y la coreaba pero alguien gritó entre ellos: “es mi país, no tienen derecho a venir a mi país, a entrar en mi casa…” Era una mujer del pueblo. Seguro que sus antepasados llegaron a la ciudad con lo puesto y con el hambre que impele a los pies para buscar el sustento. Gritaba contra la capitana porque había salvado de la muerte a 40 seres humanos. Como ella. Como Salvini. Como los poderosos del G20. O eso nos dicen, que son seres humanos iguales, aunque déjenme decirles que es imposible. La indignidad de los chicos (y alguna chica) del G20 es de la talla de roedor de cloaca.
Quiero pensar que el mundo tiene más capitanas Rackete o personas como Oscar Camps, responsable de Open Arms, que ha dicho acuciado por la desesperación: “de la cárcel se sale, del fondo del mar no” echándose de nuevo a navegar desobedeciendo a los sátrapas que dejan morir a los que buscan una salida a su penuria. Estos duermen a cubierto de las estrellas en el mar. Los otros a pierna suelta en camas con dosel. Deseo con fuerza que sus sueños se llenen de gritos de ahogados y se les pudra el alma, aún más, con la indignidad de su indiferencia.
Elevemos el grito para que la libertad de la capitana Rackete muestre el camino de la humanidad. Aunque lo dudo. Al menos elevemos el grito como forma de no ser cómplices de las ratas del G20.
#FreeCarola
María Toca
No se como poner en palabras escritas la indignida que me produce cada acto de esos seres inhumanos.
Tu, y permiteme el tuteo, les llamas ratas de cloaca, son mucho peor que eso, son asesinos de la peor calaña, conscientes del dolor que causan y parece que en ello encuentran el placer que, seguro, no han podido hallar en la vida por sus almas podridas. No quiero desbarrar mas, Sus madres deben sufrir el dolor de haber traido al mundo esos engendros inhumanos porque de humanos no tienen nada.
Como siempre, gracias por tus comentarios, son una luz en este marasmo de ingratitud en el que nos movemos aquellos que sentimos compasión, indignación y sentido humano con nuestros semejantes.
Así es Salvador, cuesta mucho
Gracias Patricia por la cita de nuestro magazine. Estupendo artículo…que si deseas puedes enviarme para publicarlo. Un abrazo solidario