Es doloroso, se lo aseguro encontrarse con mujeres de gran talento como Aurelia Navarro y conocer su vida. Les explico por qué.
Nace Aurelia en una familia burguesa con posibles, su padre José Navarro González es médico y su madre, Resurrección Moreno Olmedo, provenía de una familia adinerada. Nace en la casa familiar de Pulianas, Granada, en 1882. Su familia ama la cultura recibiendo una cuidada educación…tal como era la formación impartida a las jóvenes de entonces. Se las educaba en humanidades, música y algo de arte, como mero adorno para lucir mejor en sociedad y tener lustre suficiente para conseguir un buen matrimonio.
En cambio Aurelia, mostró gran talento para la pintura, formándose en la Escuela de Artes y Oficios de Granada donde tuvo como maestros a José Larrocha. Más adelante Tomás Muñoz Lucena se fija en ella intentando convencer a su padre para que la permita formarse en Italia, cosa que la familia no consiente; consideran que una mujer decente no viaja ni necesita más formación. La sociedad de la época consiente cierto talento pictórico en mujeres si realizan una obra “femenina” como bodegones y detalles florales para lo que no consideran necesario una perfecta formación.
No me agrada la mujer «doctora», la que antes de saludar ha hecho entender a todo el mundo que solo por un descuido de la naturaleza no pertenece por el sexo a la categoría de los super-hombres; en cambio me agrada macho que la mujer sienta el arte y la poesía, que escriba y pinte o haga estatuas, pero que las obras revelen que una mujer las pensó y las ejecutó”
Estas palabras pronunciadas por el crítico granadino, Francisco de Paula Valladar, definen bien la situación de la mujer en el arte.
Aurelia se forma en su tierra pero sigue destacando por su pintura y una técnica personal y novedosa que la hacen destacar entre los pintores de su generación.
Consigue ser pensionada por la Diputación de Granada para continuar su educación artística. A los veintidós años presenta una obra en la Exposición Nacional de Bellas Artes obteniendo una mención honorifica con su obra Sueño Tranquilo. La crítica se mostró entusiasmada con ella, y en 1906 consigue tener espacio propio en la Exposición donde presenta cuatro obras: Una artista, La merienda, de gran tamaño, Una bacante sensualidad y Retrato de la Señorita A.M. En esta exposición el numero de mujeres era de un 14% frente a la comparecencia masculina además de que los dictámenes del jurado padecían de conceptos patriarcales agudos. No obstante, Navarro, consigue junto a Pepita Teixidó, obtener una medalla además de un éxito rotundo con su obra. Ha producido una obra con gamas cromáticas arriesgadas, experimentado con colores y formas de pintar novedosos que retratan mujeres de una poética e intimismo desinhibido.
En 1908 se produce una catarsis en la vida de la pintora, vuelve a presentarse a la Exposición de Bellas Artes de Madrid, esta vez con una obra impensable en una mujer Desnudo de mujer, que muestra el cuerpo sin ninguna ropa y el rostro contemplando con placidez la figura hermosa en un espejo…con los indicios más que claros de que la figura representada era la de la misma pintora.
Situémonos en la época. Las mujeres han accedido no hace mucho a las academias de arte, tienen vedado asistir a las clases de desnudos…aunque sean femeninos. Un hombre puede pintar a una mujer desnuda pero no una mujer a otra, ya que no se las considera capaces y produce enorme desazón pensar en la “impureza” que implica en una dama contemplar el propio cuerpo.
El cuadro forma un gran escandalo a la vez que deja boquiabiertos a los que admiran una obra magnifica que toma ejemplo de la Venus del Espejo de Velázquez. La trasgresión y el atrevimiento que ha tenido Aurelia Navarro hace que su familia se enfade y presione para que la pintora abandone el camino del éxito y torne a Granada, abandonando el ambiente exitoso que la ofrece Madrid . Con la obra del desnudo, Aurelia consigue la tercera medalla junto a María Blanchard. La critica (alguna, no la misógina que la despedaza) consideran que el premio está por debajo de su talento, además la Diputación de Granada le ofrece 2000 pesetas por su obra.
El éxito acompaña a Navarro; en su cuadro Autorretrato comprobamos en el gesto del rostro, la confianza, casi arrogancia que siente la pintora ante el clamor positivo que su obra produce.
Convencida de que el arte es su vida y una profesión que debe ser valorada, en 1910 se integra, junto a 256 colegas la Asociación Española de Pintores y Escultores, que promueve los derechos en todos los ámbitos del arte.
Las presiones familiares, así como la sociedad en su conjunto son duras para una mujer que quiere vivir de su arte y sabe que tiene un gran talento. Llegan a socavar su confianza además de que la familia reclama su vuelta a Granada y bajar las aspiraciones. Retorna a casa, sigue pintando, pero ya no participa de premios nacionales ni exposiciones en Madrid, quedando recluida en el ámbito local realizando obras que son menospreciadas de forma injusta por la crítica. Pinta obras como el Apoteosis de la Eucaristía de grandes dimensiones, ocho metros de ancho por cuatro de alto que será exhibido en el Santuario de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Aun con todo, presenta en Granada el cuadro “Éxtasis” en donde torna a enfrentarse con el patriarcado y la misoginia de la época. Muestra una mujer desnuda con el rostro gráficamente placentero.
Es posible que las presiones ingratas de una sociedad patriarcal, de una familia burguesa que no consiente el talento en una mujer influyeran en su decisión ya que Aurelia en 1923 decide abandonar la vida secular e ingresa en el Convento de las Adoratrices Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, donde pasará los siguientes cuarenta años. Poco antes de profesar en el convento, se mutilará su magnífica obra Éxtasis, cortando el cuerpo y dejando solo el rostro, porque no era “conveniente” que una futura monja pintara desnudos. En palabras de su biógrafa: »Dinamitó todas las normas morales del momento. No encaja que posteriormente ingresara en un convento«. En este sentido, Jiménez Blanco apuntó sobre lo sucedido que «el éxito artístico de una mujer se veía peligroso, es por eso por lo que los padres deciden que vuelva a Granada y la obligan a dejar su carrera. En lugar de apreciar el éxito, sus padres lo consideran inapropiado. Es muy revelador.»
En el convento sigue pintando, pero fueron obras menores. Pasó el resto de su vida dedicada a educar jóvenes en riesgo de exclusión taponando su arte con el sacrificio de cuidar de otras personas. Es posible que Aurelia Navarro se viera obligada o decidiera ser monja para obviar el desafío de ser mujer en una época tan dura. Tenía cuarenta años al profesar, una edad en la que una mujer soltera había perdido las esperanzas de matrimoniar y la sociedad se le hacía demasiado pesada. Como tantas otras, la huida del patriarcado imperante la condujo a un convento. Lástima que con ello perdiéramos el enorme talento que esta mujer tuvo.
Murió en Córdoba en 1968. Jamás abandonó el convento y su talento se diluyó totalmente.
Triste historia que por desgracia es bastante común entre las mujeres dedicadas a cualquier arte o ciencia.
María Toca C
Muy interesante la vida de Aurelia Navarro. Una mujer muy adelantada a su época.
Cierto, justo es reinvindicarla