Toda una cultura desciende al ocaso
asfixiada por el incendio impresionante
de sus grandes creaciones.
Luís Racionero en introducción a Ensayos sobre el Apocalipsis
I
Esperé con gesto inconfundible.
Y escuche de nuevo:
Una noche ante mí pasaron ellos,
los alegres invitados a la fiesta
comensales hambrientos de formas y culturas.
El misterio del negocio de la moda y el teatro les fascina,
atisban y observan en presente,
besándose con complicidad y complacencia,
mientras degluten al pasar, casi dormitando,
la visión repentina sobre la alfombra roja de una pasarela.
Hiero con saña los poros de mis manos.
Viejos aromas se abandonan a su paso.
Sobre un policromado marco ovalado se refleja un caballero
tamaño adolescente con pajarita alquilada,
junto una vaga figura femenina disfrazada a sueldo
por los diseñadores del perfume de moda del momento .
El mimbre de una silla se abomba como gritando horrorizado
ante el peso de una pamela abandonada
¡Oh,no darling no, esta noche no!
No me mandes flores
Naturalmente en el ambiente, alguna notas de Vivaldi,
acompañadas de ese tan inconfundible
viejo olor a gena de nuestra juventud.
En el cercano estanque, entre los cuellos erguidos de los cisnes,
se reflejan confusas corpulencias de cara enrojecida
y mejillas purpuradas con pelo engominado,
en medio de desempolvados gritos hollywoodienses y art decó ¡Viva lo Biva!.
II
Al otro lado del espejo mi cuerpo fragmentado,
surge bajo el falso espejo de tus labios,
entre el rostro de los asesinados en las tapias de los cementerios
y la cunetas perdidas de los campos de España
que reclaman unas flores enrojecidas por mis recuerdos sobre su tumba,
en este siglo XXI convulso.
“…desarmado y cautivo el ejército rojo,
las tropas nacionales han alcanzado sus últimos objetivos”
Francisco Franco, Caudillo de España por la G. de Dios.
¡Oh no, darling, no. Esta noche no!
¡No me mandes flores!
Enrique Ibáñez Villegas
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