* Paseo por mi estrecha calle
con aromas asomados en ventanas abiertas
escurriéndose por fachadas inaccesibles:
ropas recién tendidas y alimentos,
recuerdos de abuelas y antiguos caserones…
* Fragancias de flores, presas en sus macetas,
resbalan por paredes y muros
trenzándose con el reloj de la torre que marca, cansino,
otro último segundo,
siempre presente en un futuro que fue pasado;
nuestra condena más fugaz y repetida.
* Mis pasos se tiñen de sombras
bajo una telaraña inmensa y envejecida,
cables pegados en tapias y pilotes
esposando troncos de metal recosidos al asfalto;
transportan el alimento
para nuestras farolas,
estrellas cautivas de ciudad.
* Hay farolas provocadoras
apoyadas en esquinas;
aparentan ofrecer escaparates
maquillados de deseos;
otras veces, parecen ser
sombras famélicas,
olvidadas y antiguas
ávidas de compañía.
* Esas luces apartan, perezosamente,
paseos anochecidos y madrugadas despeñadas,
traspuestas, aún, por la luna;
alumnos cargados de desganas y mochilas,
algunos amoríos ocultos,
regresos obstinados y ojerosos
tras guardias nocturnas,
buscando un lecho diurno que se teñirá de noche
tomada al asalto por persianas y cortinones opacos…
Su somnolencia rechinará cuando resuenen
a su paso, sillas chillonas
arrastradas sobre terrazas de adoquines sordomudos
dispuestas para acomodar afectos y apetitos,
aún sin desperezar…
* Son farolas dispuestas, perennemente, bajo el sol,
bajo el crepúsculo y bajo la luna.
Escuchan los primeros y los últimos
aplausos nacidos entre vasos,
platos y cubiertos que cumplen
sin ambages ni respiro, alimentar, recrear,
entre horarios y fatigas de camareros y clientes…
* La calle atardece con balcones entreabiertos
en siesta impenitente;
las antenas se anclan sobre tejados
sobreviviendo su otoño perpetuo,
exhibiendo, ante las nubes de textura
dudosa, su desnudo.
Las tejas son lienzos de futuros
ocasos y albas que se reflejan
espontáneamente y cada día,
pintadas de sol y luna…
* Mi calle se ducha con la noche.
Percibe caricias bajo techo,
gemidos sigilosos tras visillos y persianas,
conciertos de besos que aparentan
vuelos apresurados de alondras
nadando sobre promesas confusas,
firmadas sobre nubes que van desmigándose;
quizá un futuro enamorado y para siempre
entre danzas en pleamares de amor…
* La calle, como yo, parece preguntarse,
¿por qué será que se esconden
el amor y la ternura
mostrando, sin embargo,
disparos y bombas,
alaridos que escapan de violencias mortales,
hambrunas, miserias y ultrajes
malviviendo en las calles de este mundo…?
* ¿Por qué será?
* Tan solo nos responden los ladrillos
nudistas, superpuestos,
luciendo su color coagulado
derramándose sobre horizontes
empañados… de dolor.
* La noche se adueña, cada atardecer, de calles
adornadas con lunas y luceros que moran en la tierra
sujetos a postes y paredes que parecen
demandar un cielo invisible,
hoy sembrado de contaminación,
ansiando galaxias indisolubles…
La calle, ante el asedio inevitable de esta noche,
como todas, se deja penetrar…
* El silencio también se apropia de la calle
con grises alargados, resecos, fríos…
Tras las ventanas, entre las sábanas
albinas de indeleble aurora,
se hace dueño de arterias enladrilladas,
sus adoquines, incluso de los pasos no dados,
expulsando, sin remedio,
al sol temeroso que, sin lucha,
deserta poco a poco.
La hace aparecer como un diciembre perpetuo
donde las estaciones, simplemente,
son un anuncio de calendario
con fechas de luto…
* ─Quizá los humanos nos estemos equivocando…
Tarde o temprano, según se nos necesite,
somos deglutidos por los portales
para alimentar otra aurora
indigesta que vomitará gentíos anónimos,
temblorosos y de presente incierto…
Emergeremos en oleadas
desde hormigueros de cemento y piedras
bajo un amanecer acelerado de cabezas y colores.
Llevaremos tatuado en nuestro espíritu
tratos económicos y de amor,
desdichas, aventuras o vidas insinuantes,
mientras recorremos esta jungla adoquinada.
Nos mostraremos imperturbables y nuestra existencia
seguirá sobreviviendo a golpe de timbre, siempre… fieles.─
* Sigo mi camino con la calle; nos precede
un eco urbano que se carcome lentamente…
* “Una vez soñé que era el relleno de una calle
engulléndome y evacuándome… cada día”.
©Ángeles Sánchez Gandarillas
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