Se equivoco la paloma, se equivocaba
Por ir al norte fue al sur, creyó que el trigo era agua
Se equivocaba
Creyó que el mar era el cielo, que la noche la mañana…
En Se equivocó la paloma de Rafael Alberti
Para los refugiados de cualquier guerra
Cómo aves heridas en busca de refugio llegamos las primeros a vuestras tierras
y nadie nos ayudó.
Dormíais.
Durmiendo ahuyentabais la mirada.
Por eso nadie nos aplaudió.
Luego llegaron más aves heridas
en busca de refugio ,
la indiferencia les recibió.
Dormíais.
Durmiendo ahuyentabais la mirada.
Por eso nadie nos aplaudió.
Luego llegaron otras aves heridas
en busca de refugio
y la misma respuesta se repitió.
Dormíais.
Dormíais y dormíais.
Por eso nadie nos aplaudió.
Durmiendo ahuyentabais la mirada.
Finalmente llegaron más aves heridas
de otra guerra en busca de refugio
y ahora sí, Europa y el mundo entero despertó,
y visteis que sus ojos eran azules,
que sus plumas eran de un amarillo deslumbrante cercano al oro
y que sus trinos recordaban los acordes
del canto gregoriano, tan nuestro,
y os gustaron
y os fotografiasteis una y otra vez con ellos,
y les colmasteis con cientos de conciertos solidarios,
y les disteis dones, parabienes y ayudas
que nunca disteis a las aves heridas que llegamos antes,
y así se cumplió la máxima cristiana
“los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros”.
Moraleja:
Si nos negamos a descender
en la escala evolutiva
que va desde el animal hasta el hombre,
y dado que en la Europa democrática, todos somos iguales ante la ley ,
claro está, eso sí Vds. aún son capaces de creérselo,
todas las aves heridas que vengan de cualquier guerra
debieran ser tratadas igual,
por ello, dejemos de clasificar
a las aves heridas en aves de primera o de segunda,
dependiendo de su aspecto y de la guerra en la que fueron heridas.
Enrique Ibáñez Villegas
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