“No es de la benevolencia del carnicero, cervecero o panadero de donde obtendremos nuestra cena, sino de su preocupación por sus propios intereses”
Adam Smith, el filósofo del siglo XVIII padre de la economía capitalista.
Comenzamos el artículo con la frase de Adam Smith, que es considerado el creador filosófico del capitalismo, que explica someramente los fundamentos del sistema. Sistema basado en los principios de la libertad de empresa, propiedad privada y el interés personal que define bien con la frase del enunciado. Es el egoísmo individualista que persigue el propio beneficio el que produce riqueza y suministra las necesidades del mercado. La ley de oferta y demanda se erige como la “mano invisible” que provoca la prosperidad y el acomodo del mercado a las necesidades humanas. Como por arte de magia, los intereses de unas personas frente a las demandas de otras conformarán una suerte de equilibrio social y la consecuente prosperidad para todos/as.
Claramente la base de esta doctrina está en el darwinismo social, solo los más fuertes o inteligentes conseguirán la riqueza y los beneficios de la sociedad capitalista. Los débiles, enfermos o menos inteligentes, quedarán en una esquina de la sociedad perdidos de la abundancia exterior. Esa, quizá, es la lacra más lacerante que no se ha conseguido erradicar en el sistema…y mucho nos tememos que no haya interés en suturar dicha herida, ¿Qué hacemos con los desfavorecidos, con los nadie de la sociedad?
La teoría obvia, con marcado cinismo, que nunca se parte de igual punto de salida, los hijos de ricos, los encajados en la parte triunfadora de la sociedad toman ventaja amplia incluso antes de nacer sobre los que no tienen tanta suerte, no pertenecen a familias y lobys poderosos o por alguna circunstancia ajena a ellos/as se ven envueltos en algún sesgo que los margina.
La teoría capitalista, experimentada mucho antes de que Adam Smith le diera forma filosófica, tiene su origen en los alrededores del siglo XIII, cuando el feudalismo se desmorona, surgiendo los gremios y comerciantes al calor de la vida ciudadana que se va formando, haciendo que el sistema feudal basado en la sumisión servil de los agricultores que supeditaban su vida al trabajo no remunerado, en régimen de esclavitud al amo, se liberen y emigren a las ciudades. Es la propia dinámica social la que revierte al feudalismo en un tenue capitalismo primigenio de pequeños propietarios, comerciantes, gremios profesionales, agricultores o ganaderos que compiten sin mayores problemas, realizando tareas o produciendo servicios que otros necesitan. Se trata de la sociedad medieval de gremios y comerciantes que se organiza en torno a las ciudades. Más tarde, llegó Adam Smith, como decimos, a ordenar y poner en línea filosófica un capitalismo a mayor escala basado en sus estudios e investigaciones teóricas sobre economía.
En el siglo XIX, surgió la respuesta a las teoría smithsonianas por parte de Karl Marx que sostiene que el capitalismo propicia la explotación de un grupo numeroso de personas (proletariado) por los dueños de los medios de producción “capitalistas” provocando un desajuste y una injusticia social inaguantable para esa mayoría proletaria. Ambas doctrinas se han enfrentado con sus consiguientes batallas y adeptos ideológicos a lo largo de la historia de estos dos últimos siglos. Parece ser que el fracaso de los experimentos socialistas en las economías que surgieron a tenor de la Revolución rusa y más tarde en los países satélites de la Europa del Este, han derrotado a la teoría marxista en favor del capitalismo, mucho más, al ver como en 1989 se derrumbaban las repúblicas sovietizadas. Las teorías marxistas parece que andan denostadas por el capitalismo o matizadas por una social democracia que tuvo grandes frutos en los países del norte de Europa y no tanto en otros de economías y ordenamientos sociales más depauperados. El capitalismo, al caer el muro, fue considerado el triunfador casi hegemónico del sistema económico mundial , de la libertad de mercado y de la libertad, en general.
No obstante, muchos teóricos piensan que las formas económicas adoptadas por los gobiernos mal llamados socialistas, no tenían mucho que ver con la ortodoxia ni la practica marxista sino que han sido un verdadero desmantelamiento del proyecto socialista de modernización y equilibrio económico y social. En los países de la órbita soviética, el capitalismo de mercado fue sustituido por elites estatales que utilizaron el marxismo con el fin de justificar políticas erráticas y poco sociales, generando una clase social emergente (similar a lo ocurrido en el capitalismo) y elevada del pueblo llano que padecía graves recortes de las libertades individuales. Sustituyeron los mercados por un partido, mientras las fuerzas represoras y mediáticas convencían al pueblo de los beneficios del sistema. Tampoco podemos olvidarnos de los logros de estas sociedades rígidamente estatalizadas, como el pleno empleo, la cultura generalizada y las necesidades primarias totalmente cubiertas por el Estado. En estos momentos, se observa una cierta mirada nostálgica en los antiguos habitantes de los países del Este, hacia el sistema comunista que les protegía frente a las adversidades del mercado salvaje que ha surgido con la caída del socialismo.
No es esta economía la que pretendemos analizar puesto que en estos momentos, y dudamos que durante largo tiempo, va a estar postergada por la sociedad. En cambio, sí queremos ver cuál fue el origen y las diferentes variables que fueron tomando el capitalismo a lo largo de los dos siglos que lleva campando por las diferentes sociedades mundiales.
Para ello, consideramos que es esencial analizar la adaptación de este sistema económico en EEUU, ya que junto a Reino Unido, representan la forma más genuinamente capitalista mundial.
No olvidemos que hay diversos híbridos capitalistas que han ido adecuando sus teorías a una realidad empírica, a tenor de cómo variaba la sociedad. Nunca negaron los padres del capitalismo cierta intervención estatal, como en la salud o la educación dejando al albur de la total libertad el resto de transacciones empresariales, pero esta intervención es meramente testimonial, o reconductora de la posible deriva del mercado o de sus fracasos. Hay un cierto intervencionismo estatal que ha tenido que saltar al ruedo social debido a los desmanes capitalistas, que por mucho que Smith considerara al mercado autor regulable y auto dirigible, en casos concretos conformó tal cumulo de despropósitos que los diversos estados tuvieron que intervenir, dándose la paradoja de la socialización de las perdidas y la privatización de las ganancias, perversión del capitalismo, que como veremos estaba en su propio origen. En cualquiera de los casos expuestos, lo que se pretende corregir (sin mucho éxito a mi criterio) es la enorme diferencia social que produce el capitalismo y el liberalismo económico. Jamás se ha resuelto la sangría que produce el darwinismo social y la enorme bolsa de pobreza que queda en los márgenes de una sociedad excluyente debido al egoísmo que preconiza la propia idiosincrasia de la teoría económica capitalista.
Uno de estos virajes notables, fue el producido por las teorías de John Maynard Keynes, quien sostuvo que el capitalismo lucha para recuperarse de una desaceleración de la inversión, porque una economía capitalista no puede permanecer indefinidamente en equilibrio con un gran desempleo y sin crecimiento.
Keynes, postulaba que la intervención del gobierno (reduciendo impuestos y aumentando el gasto público) era necesaria para sacar a la economía de la recesión
Nunca fue intención de Keynes reemplazar la economía de mercado por otra diferente; solo afirmó la necesidad de una intervención periódica del Estado que se vio cumplidamente difundida y practicada durante la recesión que siguió al crack del 29 y a la II Guerra Mundial, puesta en práctica dichas teorías bajo el mandato del presidente Roosvelt con el llamado New Deal.
En ningún caso se desarticularon las teorías capitalistas, puesto que se considera a Keynes un mero precursor de una tibia social democracia. Las teorías de Keynes produjeron un viraje positivo en las economías occidentales, incluso en los países de la orbita latina produjeron un esplendor económico y social bastante notable.
Por el contrario, en los albores de los años sesenta, unas voces discordantes con el keynesianismo que coleaba, surgen desde la Universidad de Chicago, en cuya cátedra de economía dictaba clase un tipo pequeño de talla que ha marcado a sangre y fuego décadas en distintos países. Hablamos, como no, de Milton Friedman y sus Chicago boys, como se les denominó en el terrible proceso político y económico que dio lugar a la dictadura chilena. Friedman fue el tipo que ante la destrucción de Nueva Orleans, por el huracán Katrina, escribió en The Wall Street Journal, un artículo felicitándose por la gran oportunidad que la desgracia produciría en la sociedad de la ciudad devastada. “La mayor parte de las escuelas de Nueva Orleans están en ruinas, al igual que los hogares de los alumnos que asistían a clase. Los niños se ven obligados a ir a escuelas en otras zonas, esto es una tragedia. También es una oportunidad para emprender una reforma radical del sistema educativo” dijo la eminencia de la economía mundial.
Habían pasado solo tres meses de que se rompieran los diques. Apuntaba el bueno de Friedman, sin pudor ninguno, a la privatización de la enseñanza de todos los niños que se habían quedado sin escuela y la consiguiente reordenación ciudadana puesto que las aguas habían borrado la ciudad. En mi ciudad, Santander, en 1941 ocurrió un arrasador incendio que destrozó totalmente el centro de la ciudad con los barrios de pescadores y gente común que formaba comunidad en barriadas cercanas al mar destrozados por el fuego. En la reconstrucción de la ciudad, a los vecinos que perdieron las casas se les confinó en barracas de la periferia que aún hoy perviven.. Se construyeron infectos barrios donde hacinaron a los que habían perdido sus viviendas, mientras la zona centro, arrasada por el incendio, era ferozmente colonizada por viviendas de lujo. Así se desvirtúa y se arrebata el alma a las ciudades. Donde hay un drama, los ultraliberales ven oportunidades. Friedman, dixit.
Tal como pasó en Nueva Orleans, que determinados círculos, más concretamente el capital privado de los inversores que recorrían como cuervos hambrientos las devastadas calles y pueblos aún llenos de cadáveres y barro, en busca de negocios. Friedman fue el hombre que aprovechó la sangre derramada en las calles santiaguesas por los esbirros de Pinochet para revertir el tenue socialismo experimental de Allende y reconvertirlo en privatización total de la economía del país, estuvo listo también cuando se produjo el drama del Katrina, alentando los negocios privados y expoliando las conquistas sociales y vecinales.
Ha sido precisamente en América Latina (también en Irak, donde primero llegaron los ejércitos de la triada de la vergüenza, y luego los ultraliberales para rebañar la riqueza petrolera del país devastado) donde más han calado las teorías de Friedman, debido a la autarquía de los diferentes gobiernos que la pusieron en práctica. Parten de las enseñanzas de Smith pero llevadas al paroxismo del egoísmo darwiniano sin alma ni conciencia empática de ningún tipo. Enriquecimiento para los que suben al carro del poder, empoderamiento social de la clase dirigente y patriarcal sin la mínima preocupación por las enormes masas de personas desprotegidas. Es más, esas masas son la base de su enriquecimiento ya que es la propia desesperanza lo que les hace aceptar trabajos de semiesclavitud, perder derechos mínimos y mantener un silencio disciplinado ante la injusticia. Podemos leer si interesa analizar la situación, el libro La doctrina del Shock, de Naomi Klein, en donde la periodista explica claramente, como el pueblo noqueado acepta con indiferencia el expolio, la eliminación de derechos y libertades. Como es aprovechada la guerra, los desastres naturales para el enriquecimiento y el recorte de los servicios sociales.
En Nueva Orleans, se privatizó la enseñanza poniendo en práctica un bono escolar que las familias entregaban a organismos privados que fueron los encargados de la educación, ejemplo vivo de adoctrinamiento de las siguientes generaciones, además del enriquecimiento particular. Algo parecido hemos vivido en la Comunidad Madrileña, durante la pandemia, en donde se han puesto en marcha políticas altamente regresivas bien aceptadas por la población debido al shock pandémico y las burdas promesas de cañas y libertad. Lo que viene siendo, el señuelo para privatizar y desproteger a una población depauperada y deprimida. Friedman con cañas y tabernas, se podría decir,
María Toca Cañedo©
Continuará mañana…
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