Ciriego, fosa común republicana

El cementerio de Ciriego fue inaugurado en 1885. Hasta ese momento las inhumaciones en Santander, a lo largo del siglo XIX, se habían realizado en la propia ciudad, fundamentalmente en la Catedral y el convento de San Francisco, lugar en el que actualmente se erige el Ayuntamiento de la ciudad.

El crecimiento de la población y las medidas higiénicas y sanitarias promovidas en la época de la Ilustración inducen a que, en 1830, bajo el impulso del Obispo Menéndez de Luarca y el maestro de obras de José Alday, se inaugure la antigua necrópolis con continuas remodelaciones y ampliaciones.

Este hecho hace que durante un tiempo ambas necrópolis convivan hasta la década de los años veinte del siglo pasado. Esta convivencia crea una seña de identidad muy particular, el traslado de panteones del antiguo cementerio. Así Ciriego se convierte en el contenedor de algunas de las obras de la antigua necrópolis.

Casimiro Pérez de la Riva, que desde 1879 ocupa el cargo de arquitecto municipal de Santander con tan sólo 28 años, es el encargado en 1881 de elaborar las nuevas trazas de lo que será el Cementerio Municipal de Santander. El recinto de Ciriego, que ocupa una superficie de 18 hectáreas (180.000 m2), constituye una producción artística ecléctica que crea un conjunto histórico único. Está considerado como el tercer cementerio más bello del estado.

Iniciamos un paseo virtual  intentando conocer mejor la parte del Cementerio que por diversas razones tuvo que ver con el franquismo y la terrible represión producida durante el régimen fascista del general Franco que duró, en nuestra región  desde agosto de 1937, en que invadieron la ciudad las tropas italianas, hasta entrado 1955. Las tropas invasoras llegaron desde el Escudo, cuya batalla habían ganado propiciando con ello, el colofón al desmoronamiento que produjo la caída de Bilbao y su Cinturón de Hierro,  el 19 de junio.

Cantabria, antes llamada provincia de Santander acogió como pudo a alrededor de 160.000 refugiados vascos, entre familias, combatientes (gudaris) y gente que huía de la represión fascista. Esta cifra es importante reseñarla porque dará lugar a una concentración carcelaria impresionante en nuestra región y a un número ingente de condenas, muchas de ellas a muerte que se consumaron en este lugar, además de otros situados en diversos puntos de Cantabria.

 

El 25 de agosto, el general Gamir, da orden de retirada a nuestras tropas y sale del puerto santanderino camino del exilio. Esto produce un desaliento  tremendo en las tropas fieles a la república y la consiguiente huida masiva de gente que temía la llegada de los fascistas. Solo se puede huir por mar ya que las zonas terrestres están en poder faccioso, por lo que el puerto santanderino se colapsa de personas desesperadas que intenta subir a algunas de las barcazas que intentan huir. Mucha gente perece nada más embarcarse,  porque la sobrecarga  hace zozobrar a las precarias embarcaciones, otras son apresadas apenas salidas al mar por el Crucero Canarias, de triste recuerdo, que  patrullaba las aguas vigilando a cualquier barco sospechoso de llevar huidos. Las personas que se quedan en la ciudad lo hacen con la conciencia de no haber hecho nada, de no tener más responsabilidad que haber luchado por un gobierno legal y democrático y por sus ideas de libertad, por lo que esperan que su ideología no sea causa de detención. Ingenuos, que eran…

El 26 de agosto de 1937, entra por Cuatro Caminos la IV Brigada Navarra y la División Littorio que desfilan por la ciudad, aclamados por los adeptos o por quienes están prestos a cambiar al sol que más calienta, llegando hasta el Sardinero donde los italianos acampan en la Plaza de Augusto G. Linares, que es como se llamaba la actual Plaza de Italia, cuyo nombre (por mucho que lo niegue la alcaldía) se lo debe a las tropas fascistas de Mussolini que acamparon allí. El contingente de tropas moras lo hace en las afueras, el Alto de Miranda, entonces deshabitado,  por el temor de los mandos golpistas de las violaciones a las santanderinas de bien. A las otras, según arengaba Queipo de Llano, no solo no importaba que las violasen, sino que les parecía magnifico a los mandos franquistas.

A finales de agosto se ha ocupado toda Cantabria. El uno de septiembre cae Unquera, Tudanca y Liébana, siéndolo Potes el día dos,  Vega de Liebana el tres y la última en caer fue Tresviso el día diecisiete de septiembre.

Es el teniente Francisco Delgado Recio,  después de deliberaciones tensas en el Comité, y el capitán de Carabineros de San Sebastián, Ángel Botella Redondo, quienes de forma voluntaria, portando una triste bandera blanca,  entregan la ciudad de Santander al general italiano, Bergonzoli, a la sazón jefe de la División Littororio que entra en la ciudad el 26 de agosto de 1937 sin apenas resistencia, ante el agasajo de los suyos y la desesperación de quienes han querido huir y no  les fue posible por falta de sitio en los barcos que se prestaron a sacarlos de la ciudad.

Según la Causa General, archivo 1582, expediente 1-3, se han producido 1516 muertos, 343 desaparecido y 4500 encarcelados iniciales.

Los vencedores no pierden tiempo, desde las primeras horas detienen a toda persona que no demuestre afinidad total con el Movimiento fascista. A los pocos días en Santander hay, de  40.000 a 70.000 detenidos (según autores) que son repartidos por los diversos campos de concentración habilitados. En la Plaza de Toros, se concentran 5000 personas; durante tres o cuatro días no comen ni tienen ningún lugar para dormir, apiñándose  en las gradas y en la arena. Los guardianes usan látigo ante la más mínima queja o simplemente por diversión, los malos tratos y las vejaciones son generalizados.

En ese mismo momento se hacen presentes las palabras del general Mola, en Navarra ante un grupo de periodistas, apunta:

Hay que sembrar el terror…hay que dar sensación de dominio eliminando sin escrúpulo ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros. Nada de cobardías. Si vacilamos un momento y no procedemos con la máxima energía, no ganaremos la partida. Todo aquel que ampare, u oculte a un sujeto comunista o del frente popular será pasado por las armas”

O como había apuntado Gil Robles, jefe de la CEDA:

Es necesario ir a la reconquista de España…Se quería dar a España una verdadera unidad, un nuevo espíritu, una política totalitaria…Es necesario en el momento presente derrotar totalmente al socialismo…Hay que fundar un nuevo estado, una nación nueva, dejar la patria depurada de masones  judaizantes…Hay que ir al estado nuevo, para ello se imponen deberes y sacrificios ¡Qué importa si nos cuesta derramar sangre! Necesitamos el poder integro y eso es lo que pedimos…Para realizar este ideal no vamos a detenernos en formas arcaicas. La democracia no es para nosotros un fin, sino un medio para ir a la conquista del estado nuevo. Llegado el momento, el Parlamento se somete y le hacemos desaparecer

Todas esas palabras y muchas más no eran banales, conformaron la época de terror genocida que durante años ensangrentó el panorama patrio formando parte de una ideología que se propuso desde el inicio del golpe, la eliminación física del adversario y el borrado total de cualquier ideología democrática.

A los milicianos que han ido tomando por el camino los concentran en el Sardinero. Pronto comienzan las detenciones a cualquiera que no demostrara con amplias pruebas su desafección republicana y la fidelidad absoluta al fascismo golpista. Se habilitan varios campos de concentración (si quieren conocerlos, tienen amplia información en La Pajarera Magazine) y comienzan los juicios sumarísimos en el Instituto Santa Clara, de Santander, y el Manzanedo de Santoña, a la vez que las milicias falangistas se aprestan a “sacar” de los hogares y de los campos y cárceles a numerosas personas que tienen en sus listas por ser gente conocida debido al ideario democrático, republicano, socialista, comunista, anarquista…o que no encajara con su estrecha vista del patriotismo.

Comienza la masacre. Los juicios  son pantomimas burdas en reúnen a quince o veinte reos,  despachándoles en diez minutos, sin pruebas, sin abogado; la defensa la realiza un militar fascista. Hay que hacer notar que todas, absolutamente todas las sentencias a muerte eran firmadas por Franco que procedía a hacerlo siempre después de comer, mientras digería su comida con un café.

Los condenados a muerte eran trasladados a la prisión provincial, a donde llegaban de las sucesivas cárceles que había en la región. Salesianos (mixta) Oblatas (mixta) Las Salesas,  Tabacalera, El Dueso de Santoña , La Importadora de Torrelavega, el Ramón Pelayo (femenina) El Alcázar en Numancia, que ha desaparecido el edificio. Los campos de concentración más destacados fueron:  La Magdalena, Plaza de Toros, Corbán, Campos de Sport, Hipódromo de Bellavista. La diferencia con las cárceles es que en los campos estaban retenidos sin juicio, mientras que en las prisiones lo hacían quienes estaban  condenados.

Y precisamente la macabra historia que referiremos comienza en Corbán. Cuando los reos condenados a muerte salían de la Provincial en camiones con toldo, en número de quince a veinte,  para  dirigirse  a este cementerio. Venían escoltados por el piquete de ejecución y todos debidamente registrados con sus nombres. Al llegar a Ciriego, se les fusilaba. Los primeros meses a razón de varios camiones por noche, luego bajarían a uno. Los últimos fusilados fueron en 1948, donde ejecutaron a cinco guerrilleros, a saber:

Jeronimo Argumosa López, Gabriel Perca Díaz, Juan Rivero Sánchez y Francisco Rodríguez Chaves. En 1949, fusilan a Saturnino López y a Mateo Olra. La masacre represiva duró más tiempo, ya que en 1957 se fusila a Ramón de las Casas.

Como hemos dicho, se calcula que desde 1937 había en Cantabria de 40.000 a 60.000 presos, convirtiéndose  nuestra región en una enorme cárcel cuya población excedía a la que permanecía libre…libre, por decir algo.

En Ciriego se fusilaba. Si la condena era a garrote, ésta tenía lugar  en el patio de la Provincial y del Dueso. Destaquemos que toda la población reclusa escuchaba lo que sucedía en ese patio ya que las ventanas de las celdas convergían en esos patios.

Como ejemplo del furor represor les dejo un dato que nos aporta Antonio Ontañón procedente de su larga investigación: solo  el 31 de agosto, fueron inhumados en Ciriego  noventa cadáveres, 27 de ellos identificados y 63 desconocidos. Otro ejemplo: corría el año 1938, justo en el 17 de noviembre son fusiladas en este cementerio once mujeres, tan solo cinco han quedado sin identificar. Entre ellas estaba Manolita Pescador, cuya terrible historia, les remito de nuevo a La Pajarera porque está ahí referida.https://www.lapajareramagazine.com/17-de-noviembre-de-1937-segundo-ano-triunfal-fusilamiento-de-once-mujeres-en-ciriego-cantabria

Sus nombres son: Guadalupe  Fernández Pérez (29 años) conocida popularmente como La Pasionaria de Los CorralesPilar Benito (21 años, de Aguilar de Campoo), Alejandra Bañuelos Recio (19 años), Damiana Pérez (18 años) , Manuela Pescador  Santiago(19 años)  Las otras cinco no se han podido identificar.

Hubo más mujeres fusiladas, entre las que están las siguientes:

28 de octubre de 1937 fueron fusiladas en el frontón de Reinosa, Rosa García García,(30 años) Lidia Fernández Gutiérrez (49 años) Felisa Lasuén Garmendia (28 años)

20 de diciembre de 1937, fusiladas,  Teresa Ceballos González (35 años) Felisa Barriuso González(26 años)

22 de diciembre de 1937, Asunción Castañeda Collado(34 años)

Matilde Zapata Borrego (35 años) fusilada el 28 de mayo de 1938…

Todos estos datos los sacamos del libro de José Ramon Saiz Viadero, Mujer, republica y represión en Cantabria.

Seguidamente, pido perdón  por lo duro del relato al  referir cómo se realizaban los fusilamientos. Ya hemos dicho que los traslados se efectuaban desde las distintas cárceles que llegaban a la Provincial para entrar en capilla.  Una vez allí, de madrugada, se les subía a los camiones en número aproximado de quince reos para su traslado a Ciriego.  Los reos, una vez asesinados en la tapia, eran apilados en un carromato forrado de zinc,  tirado por los que se encargaban de enterrarlos, entrando por la puerta delantera que muestra piedras de diferente color a los antiguos, porque fue tapiada.

Previamente, los presos de Corbán habían cavado las zanjas para los compañeros que luego serían asesinados. Llegaban en grupo, sobre las siete de la tarde, hambrientos, demacrados, sucios, para cavar las fosas donde caerían de madrugada el contingente de asesinados que eran tirados sin respeto ni pudor en el hoyo añadiendo una capa de cal viva por encima, sin cerrar la zanja para que al día siguiente se tirara una nueva remesa de cadáveres, hasta que la fosa cavada por los presos se llenara. Solo entonces se echaba tierra encima. Había días que llovía,  los presos de Corbán, al llegar por la tarde, encontraban el terrible espectáculo de un enorme charco de cal mezclada con  la sangre de los mártires formando una piscina rosada. Imaginamos el impacto de esa pobre gente que pensaría si al día siguiente sería cualquiera de ellos  quien llenara la zanja.

Apilados, sin respeto…y sin nombre. Así los dejó la dictadura.

La iglesia fue coartada y apoyo infame para los golpistas. Les leo un discurso que realizó Pio XII el 23 de abril de 1939, recién acabada la guerra:
“España, baluarte inexpugnable de la fe católica, ha demostrado en la reciente y sanguinaria guerra, como los valores eternos del espíritu y de la religión, acaban por triunfar sobre cualquier concesión atea y materialista

Verán lo que se hizo con los asesinados de Ciriego. El sacerdote Tomás Soto Pidal, era en ese tiempo capellán de cementerio y a la vez el encargado del registro por lo   que se ocupaba personalmente de inscribir a todos los difuntos del Ciriego. A los asesinados, les borró su nombre que traían apuntado los piquetes. Todos fueron inscritos por Tomás Soto Pidal  como “desconocidos” borrando sus nombres con el consiguiente descalabro para las familias y los investigadores posteriores. No solo los asesinaban sino que el cura infame los borraba de la historia,  deseando, quizá, olvidar la barbarie que con ellos se cometía. Este pio sacerdote le tienen ustedes enterrado en la ermita de la Virgen del Mar,  patrona de Santander, cerca del altar mayor. Pueden ver, que además de tener Once Rosas, también tenemos un Queipo de Llano en nuestra ciudad. Dudoso honor, ya les digo.

Los monumentos que  se construyeron durante los años ochenta tienen una curiosa historia. Antonio Ontañón, una vez jubilado, decide investigar esta enorme  fosa criminal. Me pregunto, al igual que lo hizo  Saramago cuando conoció a Antonio, dónde estaban los historiadores que no movieron ficha hasta que a  este hombre se le ocurrió.  En 1976 junto a unos cuantos pioneros,  piensan que no solo es necesario recuperar sus nombres y sus historias, sino que hay que dignificar este territorio del horror. Deciden hacer una suscripción popular;  optimistas  encargan a Jesús Otero, represaliado político, que realice la escultura. La recaudación no llega ni a cubrir la tercera parte del monumento que se pretende erigir, por lo que bajan las expectativas y se decantan por el trilito primigenio.

El problema siguiente está en obtener el permiso del Ayuntamiento santanderino para realizar el monumento en el terreno donde se encuentra. Para ello Antonio Ontañón,  solicita una entrevista a Juan Hormaechea Cazón, alcalde del momento. La sorpresa es que uno de los abuelos, el materno, de don Juan, llamado Daniel Cazón fue  maestro de Astillero y había sido  fusilado en el cementerio… Daniel Cazón era uno de tantos maestros republicanos, implicado y feliz de poder educar en los nuevos valores los jovenes. Tenía 48 años y una cojera visible cuando fue asesinado y tirado a la zanja de Ciriego. Juan Hormaechea visiblemente emocionado confesó que en su familia no se  hablaba de Daniel Cazón, el abuelo rojo fusilado, pero él conocía algo de la historia. Antonio Ontañón, buscó en los archivos la ficha de Daniel Cazón  llevándoselo al Ayuntamiento… lo cual emocionó al alcalde  al conocer todos los datos de ese abuelo desconocido. A partir de ese momento cedió la parcela en donde están los fusilados y sus monumentos.

 Por fin, 14 de abril  de 1980 se trajeron puñados de tierra de todas las fosas de Cantabria (casi 150 que hay registradas, por cierto) y se juntó con la tierra de Ciriego.

Antonio Ontañón y los socios de la Héroes de la República, pensaban con ingenuidad que los partidos y sindicatos se volcarían en esta fosa, vendrían a colaborar o a preguntar ya que muchos de los enterrados eran compañeros de filas… para su decepción ninguno contactó o se interesó en saber quién y cómo estaba en enterrados…Nada, silencio absoluto. Entonces nuestro hombre pensó que debía ser él, con la colaboración de los compañeros, quienes hicieran la labor de investigación.  Por cierto, el monumento de Ciriego, costó 460.000 de las antiguas pesetas (unos 27.000€) que fueron sufragados por particulares. Eulalio Ferrer aportó 100.000 pesetas (625€) que era una cantidad importante en 1980. El resto, como decimos,  fue suscripción popular…los partidos y sindicatos, aunque con desinterés,  aportaron también diversas cantidades.

Por fin el 14 de abril de 2001 se pudieron terminar los sucesivos monumentos con los nombres localizados en esa ardua investigación realizada por Antonio. Fue un día hermoso y festivo, ya que algunos de los familiares que durante años tuvieron que llorar en secreto a los suyos vieron ¡por fin! sus nombres dignificados.

La cifra de republicanos enterrados identificados en el cementerio de Ciriego es de 1.207, entre ellos 809 fusilados, 21 muertos a garrote vil, 90 ‘paseados’, 3 ahorcados, y 284 muertos procedentes del penal santoñés de El Dueso y de otras cárceles santanderinas.

Hemos de decir que, tanto en las cárceles de la región como fusilados, hay un contingente de  personas que no eran de Cantabria, puesto que aquí recalaron muchos prisioneros procedentes de las zonas conquistadas, como dijimos al principio. También hacemos notrar que bastantes cántabros perecieron fuera, entre ellos mi tío Anastasio Cañedo, asesinado en Vistalegre, Derio, Vizcaya.

Entre los identificados como enterrados en la gran fosa de Ciriego figuran un niño de 10 años, 7 chicos de entre 11 y 20 años y 77 jóvenes de menos de 30. También hay tres ancianos de entre 71 y 80 años. Según Ontañón hay otros 355 ejecutados más repartidos en distintas fosas comunes por toda Cantabria: Solares, Castro Urdiales.

A la izquierda del camposanto, pueden ustedes buscar el nicho donde está enterrado Paco Bedoya, con el terrible agravante que su familia le hace compartir espacio con el personaje que le delató, que a la vez era su cuñado, y confidente de la policía y guardia civil. Este personaje, conoció, sedujo y casó con la hermana del guerrillero, que jamás asumió que toda su historia fue un cambalache bien pagado para cazar a su hermano. Tuvieron dos hijos, y San Miguel, fue asesinado a la vez que Bedoya. A las fuerzas represoras no las gusta dejar huellas de sus crímenes.

Tenemos también entre los ilustres enterrados a Rafael Rodríguez Rapún, el que fuera ayudante de Lorca en la Barraca y su último compañero sentimental.

Por último, contamos con un Panteón Personas Ilustres.

En el Panteón de Personas Ilustres del cementerio municipal de Ciriego, se mantienen los restos del Capitán Palacios: participa en la guerra como alférez provisional, se reengancha, con grado de capitán como participante de  la División Azul, que fue el contingente  de tropas españolas que Franco envió a luchar con los nazis al frente ruso. Participa en la batalla de  Krasny Bor,  donde fue  hecho prisionero pasando 11 años en el gulag. Luego escribió un libro que le hizo famoso además de serle ofrecido honores variados al ser liberado considerado héroe por su participación en la II Guerra Mundial al lado de los nazis.  El Capitán Palacios, está  en terrorífica vecindad con los de, por ejemplo, José Hierro que además de gran poeta, estuvo preso en cárceles franquistas durante cuatro años, cosa que fue  definitivo en su poesía ya que marcó la vida del poeta.

En septiembre de 1939 ingresa en prisión, acusado de pertenecer a una red clandestina de ayuda y socorro a los presos, y recorre las cárceles de Santander, Comendadoras (Madrid), Palencia, de nuevo Santander, Porlier y Torrijos (Toledo), Segovia y Alcalá de Henares. Es procesado dos veces y, finalmente, se le condena a doce años y un día de reclusión, aunque, finalmente, abandonará la cárcel en enero de 1944. Se asegura que medió un pacto con un gobernador civil que al enterarse que era poeta le ofreció la libertad a cambio de que le escribiera los discursos, ya que él (gobernador) no sabía ni conjugar los verbos.

Un insulto para nuestro poeta que se encuentre debajo de un fascista que luchó con los nazis.

También Ciriego cuenta con una fosa y monumento a los caídos de la Legión Condor, muertos en combate o en accidente de aviación. Esta tumba, fue sufragada por el estado franquista. En estos momentos está vacía de los cuerpos que fueron trasladados al camposanto, de Cuacos de Yuste (Cáceres), que alberga los cuerpos de 180 soldados germanos; los vecinos recuerdan un homenaje a Rudolf Hess, secretario de Hitler. También suelen reunirse concentraciones de nazis llegados de Alemania que rinden homenajes a sus muertos.

. El monumento funerario de Ciriego, con simbología nazi, sigue en pie muy cercano a al fosa común de los fusilados republicanos.

 

María Toca Cañedo©

 

https://www.lapajareramagazine.com/entrevista-a-antonio-ontanon-toca

 

 

 

 

 

 

Sobre Maria Toca 1591 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

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