En ocasiones me sorprende la capacidad de sobreponerse que tienen algunas personas ante las adversidades.
Esa cualidad que se denominó resiliencia.
Me sorprende también que la mayor parte de las mujeres y hombres que veo a diario y con los que trabajo, a pesar de las dificultades económicas, vitales y de salud, son extremadamente educadas conmigo, atentas e incluso comprensivas con las pocas posibilidades de apoyo que se ofrecen hoy en día por parte de la Administración y la dejadez institucional.
También observo, sin embargo, ahogos en vasos de agua, o incluso en gotas de lluvia entre otras personas (y yo misma muchas veces en mi vida) y cómo lo publicitan a modo de drama decimonónico.
Incluso me atrevería a decir que la empatía y la humanidad van ligados en inversa proporción a la situación de comodidad y abundancia.
Así que ante muchas realidades me acuerdo de Agus: «No es bueno sufrir, pero es bueno haber sufrido«.
San Agustín ( o Agus, para las amigas).
María Sabroso
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