¿Cómo les decimos ahora que denuncien?

El diecinueve del presente mes de Junio la prensa nos daba la noticia que cuatro mujeres en menos de cuarenta y ocho horas habían sido asesinadas por violencia de género. Llevamos en 2018, veinticuatro. La misma prensa nos dice que han aumentado las violaciones un 27%, las denunciadas, claro. En España se producen oficialmente  del orden de cuatro violaciones diarias. Esos datos fríos que nos ocultan que detrás de ellos hay mujeres que llevan años sufriendo, porque nadie mata de momento, por un aire. No. La violencia de género se cuece lenta en el horno del patriarcado cada día, con ese goteo constante que socava la dignidad y la paciencia de muchas.

Antes de empezar este artículo una amiga se desalentaba y me decía que no podía más. Que salimos a la calle, que gritamos, que levantamos la voz y nos siguen tumbando. Que estaba cansada. Y la entiendo. Han dejado suelta a la Manada. Nos ha abofeteado esa noticia hace poco tiempo. Sueltos. Ya han cumplido. Dan igual las pruebas, los vídeos que los muestran como animales (ya quisieran, es una forma de hablar) abusando de su fuerza y de su número, vejando a   una mujer noqueada, que dicen que gozaba… Los jueces  los ponen en la calle,  sin tener  en cuenta el proceso pendiente de Pozoblanco, el peligro de huida y el que representan para el resto de las mujeres. Con una fianza de 6000€ y sin poder ir a Madrid, de donde es la víctima, el resto de España es suyo.   Libres para seguir abusando, violando. Libres para ejercer la sexualidad violenta abusiva, que destroza cuerpos y almas.

Y ahora ¿cómo les decimos a nuestras hijas, amigas, compañeras que denuncien? ¿Cómo y con que cara nos presentamos ante la víctima y le pedimos que recorra el vía crucis de la denuncia, del forense, de las citaciones, del juicio, donde será ella la juzgada,  tendrá que demostrar que es de fiar, que no llevaba falda corta, que el escote era decente, que no era muy tarde porque la  honorabilidad  de las mujeres se mide con todas esas pautas. La de las bestias violadoras, no, su inocencia  se presupone, viene de serie, porque ya se sabe: el hombre es fuego y si la mujer acerca la cerilla… A ver, explíquenme ustedes ¿cómo le decimos a la compañera que denuncie? Gástese el Estado dinero en campañas de sensibilización para convencer a las víctimas que no están solas (ja) que el estado las ampara y que no dejen pasar los abusos. Que denuncien.

 

Nuestro sistema gasta muchas salvas en concienciar a la mujer. Sí, y está bien. Tomar el poder es bueno, saber que somos poderosas, que tenemos derechos es muy bueno. Van ustedes y se lo cuentan a una  joven que camina a las cuatro de la mañana por una calle y se encuentra con cinco bestias disfrazados de amabilidad…Se lo cuentan ustedes porque yo no puedo.  El estado que gasta tanto en concienciarnos, invierte muy poco en formar a jueces, policías, educadores. Gasta muy poco  en analizar y valorar lo que supone la violencia de género. Seguimos teniendo tribunales de justicia que son iletrados en el tema. Tenemos estamentos que nada saben ni quieren saber, que consideran este problema algo inventado por feministas para obtener subvenciones y prebendas (lo tengo yo muy leído) Y con estos mimbres confeccionamos sentencias que sientan precedente y educamos a los jóvenes, .

 

El tribunal que ha juzgado a la Manada lanza un mensaje peligroso, muy peligroso. Está diciendo que los hombres pueden acorralar, penetrar de mil maneras a una casi niña y quedar impunes. Lanzan el mensaje de que si denuncias te expones a ser vilipendiada, seguida por un detective,  culpada por reír,  seguir haciendo tu vida, por no morirte de asco, aunque a lo mejor, por dentro te han matado. Esa sentencia, con el párrafo del campeón del insulto que es el juez Ricardo Gonzalez,  nos lanza un mensaje bien medido que llega a la sociedad, por mucho que luego nos hagan campañas de concienciación para que se denuncie. ¿Para qué? pregunto.

Están lanzando el recado  de impunidad a las bestias, hijos favoritos del patriarcado que pululan por ahí llamando zorras a todas las que nos oponemos a ellos. Y nos dice a nostras que mejor calladas,  mejor tapemos la vergüenza de la violación (que es solo nuestra, no de ellos, las alimañas) en el silencio de nuestra habitación tragando lágrimas y dolor, porque denunciar solo sirve para montar un circo mediático y fusilar  al  la víctima.

Estamos en 2018. Fíjense que vivo anda el patriarcado que hay un partido al que le preocupa mucho que autoricen  la creación de empresas cuyo medio de producción son los úteros femeninos. Les preocupa mucho la factoría del proxenetismo y comercializar el cuerpo femenino con plusvalías jugosas. Que mejor medio de producción que nuestro cuerpo. Producimos satisfacción sexual y niños, casi a la vez: negocio redondo. En estos mismos  días una parlamentaria interpeló al gobierno por el teme del alquiler de úteros. No les oímos preguntar por medidas contra la violencia de género ni sobre la cultura de la violación. Ni pío sobre esas cuatro mujeres muertas en cuarenta y ocho horas. Su interés está claro: el buisness de la crianza en masa de bebés.

De la libertad de la Manada ¿saben que van a decir? que respetan las decisiones judiciales…que ellos siempre están con la Justicia, bla,bla,bla ¿Qué se apuestan? Y mientras tanto, en bastantes lugares de nuestra geografía  (varias, quizá muchas) alguna mujer se esconde o amaga para parar el golpe…o directamente muere. No pasa nada, hay impunidad y  el cuerpo de una mujer vale dinero  mientras es joven y productivo. Poco o nada cuando deja de serlo. Y mientras tanto: impunidad. La Manada anda suelta, tiene todo el territorio nacional (menos Madrid) para seguir violando a mujeres. Ahora con sentencia absolutoria y todo. Abierta la veda para cazar mujeres.

María Toca

Sobre Maria Toca 1673 artículos
Escritora. Diplomada en Nutrición Humana por la Universidad de Cádiz. Diplomada en Medicina Tradicional China por el Real Centro Universitario María Cristina. Coordinadora de #LaPajarera. Articulista. Poeta

2 comentarios

  1. Hasta en mi familia, incluídas mujeres, he tenido que aguantar una pregunta repugnante sobre la víctima de la maldita manada: ¿es que porque sea una mujer tiene que estar diciendo la verdad? Y para justificarlo, recurren a los tópicos de siempre sobre denuncias flasas y temas inconexos… Que triste que sigamos siendo una sociedad sumida en la oscuridad del patriarcado, que afecta incluso a personas que ni se pueden imaginar lo machistas que son… Hay que seguir luchando, la razón está de nuestra parte, de la suya, solo la ignorancia y la inercia.
    Un abrazo virtual.

    • Llevamos milenios de patriarcado, Jaime, está tatuado en la piel, cuesta levantar esa costra porque muchas/os ni saben que la tienen. Arduo trabajo pero con esperanza porque cada día son más las que despiertan. Gracias, muchas gracias por tu lectura, por tus palabras. Un abrazo y sabes que @LaPajareraMgzn es tu casa

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