Llegó la sentencia del Procés, confirmándose las temidas sospechas de encarnizamiento con las penas. No las repetiré porque han sido ampliamente difundidas y casi les apunto que me da vergüenza incidir sobre ellas. En un país donde nunca se sabrá quién era M. Rajoy ni el señor X, donde el Emérito campa con sus comisiones y prebendas bien mantenido por el mundo de la golfería y la jet set. Donde Esperanza Aguirre tardará en ser procesada justo el tiempo que prescriban sus delitos y la Presidenta de la Comunidad de Madrid, en ejercicio, fue defenestrada por robar cremas en un gran almacén. Justo el mismo país donde no hay Ayuntamiento que se precie que no tenga su procesadito o sospechosito de corrupción. Donde el prior del Valle mantiene en jaque al Estado y donde golpistas de arma y tanque (el 23 de Febrero sí fue un golpe, queridas, con los tanques paseando por Valencia, secuestrando a los diputados pistola en mano quien vivió a cuerpo de rey en castillo privado y ahora recibe homenajes) Donde la figura del hoy Emérito y entonces a la sazón rey de España, Juan Carlos I está en entredicho por la asonada , incluso sabemos que el día que se desclasifiquen (si es que algún día se pueden desclasificar) los papeles del golpe se nos confirmarán las sospechas que tantas tenemos: colaboración necesaria con los golpistas.
En este país de pandereta, se condena años a quien pide un referéndum y a quien piensa que su tierra tiene derecho a la autodeterminación. A quien se sube a un coche para pedir calma, a quien aboga de forma pacífica por una república catalana. Las condenas del Procés indignan a catalanes y a las/os españolas de bien nos avergüenza hasta límites insondables porque pone al estado español frente a un espejo que nos devuelve un cara podrida y poco honorable: la de la autarquía, la de un sistema poco democrático que no asume la crítica ni la libertad de expresión más que cuando hablan, gritan o amenazan hordas fascistas.
Dos varas de medir. Lo sabemos; constatarlo nos ennegrece el alma más si cabe. Una vara para fascistas que amenazan, insultan, se enfrentan al estado, incumplen las leyes. En todas las ciudades españolas quedan calles que se saltan la Memoria Histórica, y no pasa nada, los torturadores como Billy El Niño los mantenemos con sueldo y condecoraciones, como si esa no fuera una ley a cumplir, es más, tiempo hubo que el otrora presidente Mariano Rajoy se jactó en entrevista televisiva de que no dio ni un euro para hacerla efectiva. Como decía, una vara para disculpar fascistas y la otra, dura, inflexible y caduca para los demócratas.
No pedimos que ustedes estén de acuerdo con el Procés. Ni con los presos. No pedimos que conculquen las leyes españolas. Ni por asomo. Lo que nos parece abyecto y primitivo es que hoy, en 2019, en un estado democrático se encarcele a personas por disentir, pedir la república y el derecho a decidir. Algunos de ustedes dicen que se les condena por incumplir las leyes del estado. Y ese es el problema ¿Qué clase de país somos impidiendo y encarcelando a los integrantes del Procés? ¿Qué leyes, que Constitución tenemos capaz de soslayar lo que más de tres millones de personas reclaman históricamente y de forma pacífica? Me dejarán responder: una mierda de país. Una mierda de democracia. Un enorme mojón de sistema.
Y el Procés nos ha devuelto la imagen de ese mojón en el espejo legal del Estado Español.
No nos gusta a muchas integrantes de este estado. Nos avergüenza y nos indigna esta sentencia que conformará uno de los mayores dislates de la negra historia de España.
Termino con unas palabras de Massimo Frigo, asesor legal senior para la Comisión Internacional de Justicia CIJ en Europa y Asia Central:
“Estas condenas representan una grave interferencia con el ejercicio de la libertad de expresión, asociación y asamblea de los líderes catalanes. El recurso a la ley de sedición para restringir el ejercicio de estos derechos es innecesaria, desproporcionada e injustificable”
“La interferencia con la expresión y protesta política pacífica es inaceptable, salvo en limitadas circunstancias en las que sea estrictamente necesario y proporcionado por razones convincentes como la seguridad nacional.” dijo Frigo.
Así piensan juristas internacionel. Así pensamos muchas y me temo que las collejas que nos lleguen desde los Tribunales Europeos van a sonar muy fuerte. El régimen del 78 se descompone, creo que la puntilla se le da esta sentencia vergonzosa.
María Toca
Muchas gracias Maria por tus palabras en estos días tan negros. Alívia ver que a pesar de las toneladas de propaganda para criminalizar al independentismo queda gente sensata y profundamente demócrata. Porque hoy somos los independentistas, pero mañana serán los republicanos españoles, las feministas y cualquier colectivo que se oponga a esta cuerda de lunáticos que dirigen esta pobre España. Porque hace mucho tiempo que esto no va estrictamente de independentismo, va de democracia y de respeto a los que disentimos, a todos, catalanes, vascos o de Motilla del Palancar. Volvemos a tener el franquismo más rancio enfrente, agarrados a la palabras democracia y constitución, ellos los que recurren a la fuerza contra gente pacífica a las primeras de cambio. Gracias María, de corazón, somos muchos, ellos tienen las instituciones, su ley con varas de medir diferentes, los jueces, la policía, los medios de comunicación. Lo tienen todo.Pero la última palabra no se ha escrito todavía..
A ti, Moriarty, a ese pueblo valeroso que nos marca el camino. Que bien nos iría si levantaramos los brazos ante esta democracia falsa y nos revelaramos como el pueblo catalán. Un abrazo y a seguir, porque es como dices: democracia. Democracia para todos.