No son más que instantes,
milagros, lejanías, momentos
que se pierden apenas se han cruzado
porque son eso, humo feliz
que apenas divisamos
cuando solaces, se diluyen en la nada.
Como el niño ata el globo a su mano
e intenta, feliz, que le perdure
su alegre marcha hacia los cielos…
así, mortales al fin, lo sujetamos
con cinta frágil a las garras
para, sin darnos cuenta,
que de tanto asirlo,
al fin lo destrozamos.
Frugal, etérea, volátil fe
de ser feliz, pasamos la vida
corriendo en pos de una utopía
sin darnos cuenta de que el momento
es el que pasa en silencio,
con paso quedo, apenas sin oír
porque luego, sutil, corre elevado
dejándonos con el sabor dulce
de haber sido felices sin notarlo.
María Toca
Santander- 29-9-2019. 21,09.
Me gustó mucho este poema tuyo
Gracias Enrique…en breve la reseña sobre tu maravilloso libro. Estoy con él…
Precioso, Maria.
gracias por la lectura y por tus palabras, Rosa.