Hay que responsabilizarse de una misma, de uno mismo.
Pero que la terapia y los espacios terapéuticos no pueden obviar las opresiones estructurales es para mí una certeza. Las opresiones que ejercen unas personas sobre otras y las que una misma ejerce sobre los demás.
Quiero decir con esto que cuando hablamos de cuidado mutuo en la vida, en los grupos, en las interacciones NO se trata de una petición desde la herida infantil, algo que nos desresponsabiliza para que los demás nos atiendan, sin confiar en nuestra autoridad y capacidad adulta.
Escucha:
Se trata de un pedido de reciprocidad. Si yo me ocupo, te trato bien y me pongo en disposición por si hago falta, también reclamo y pido cuidados de vuelta y al menos un gracias. Algo tan simple y que mejora tanto.
Distingo a las personas poderosas que se han creído el rol y son más cliché que seres humanos por su dificultad para ver a los demás a través de un trato horizontal, para dar las gracias cuando se requieren y para preguntar un y tú auténtico cuando se les pregunta qué tal están ellos.
No falla.
La falta de ética en el trato mutuo y la imposibilidad de bajarse del pedestal definen a quienes viven siempre en el papel que se construyeron:
Profesor, terapeuta, afamada profesional, líder sindical, médico, jefe.
Qué pena que perdisteis en la búsqueda del «ser alguien» vuestra sensibilidad y humanidad necesaria para ver que una limpiadora, un camarero, el alumnado, las criaturas pequeñas o las personas con menos capital de poder son iguales, exactamente iguales a ti, y merecen el mismo trato que tú reclamas desde tu supuesta autoridad.
La jerarquía profesional existe, el mayor rango dentro de un grupo, la asimetría de conocimientos, edad o experiencias es inherente a la vida y ocurre por el mero hecho de encontrarnos en una estructura social como la nuestra y a la vez el trato mutuo ético no puede ni debe ser diferencial.
El día que algunas personas convencidas de que ya no se van a caer y raspar las rodillas con el suelo se den cuenta de la horizontalidad que nos da la cualidad humana y el que todos vamos a morir, viviremos algo más con los cuidados en el centro.
Con argumentos espirituales o psicoterapeuticos seguimos perpetuando el poder establecido, los privilegios y el trato diferencial en el que tú, por ser tú, mereces más que yo.
Y no, esto no es una herida infantil.
De eso nada.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
Fotografía de Zeren Badar.
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