Siempre me ha conmovido la terrible historia de Sharon Tate. He pensado muchas veces en su espantoso argumento, ese que vincula la belleza y la maldad, una mansión de California con el más oscuro averno, el vientre bronceado de una embarazada feliz y la palabra PIG escrita con sangre aún caliente en una puerta. Nada de lo que he leído sobre el tema es como «Helter Skelter», el libro que el fiscal Vince Bugliosi, encargado del caso, escribió para contarlo todo, de principio a fin, con un acopio de datos tan ingente que es necesario detenerse y respirar, a pesar de las ganas de seguir leyendo que no te abandonan ni un instante. No puede decirse que su obra sea solo un informe. Desfilan ante nuestros ojos con tanta nitidez cada uno de los personajes que formaron parte de esta novela de terror, se analiza con tanto rigor, con tanta ambición, cada uno de los hechos, cada dato, que afirmar algo así sería quedarse muy corto. Bugliosi quiso saber, quiso entender el porqué del horror, de dónde salía toda esa perversidad que desembocó en las noches del 9 y el 19 de agosto en dos matanzas a domicilio, sin odios previos, sin móvil aparente. Llevo cuatrocientas páginas y ojalá el libro tuviera mil, porque no me canso de seguir al eficiente Bugliosi, astuto, compasivo, tenaz, en su viaje al centro del Mal. Cómo he disfrutado con su análisis de la relación de las letras de los Beatles con la desquiciada teología de Manson. Cómo me ha conmovido Linda Kasabian vista a través de sus ojos, la niña perdida en el bosque que escuchó desde el coche los aterrorizados gritos de las víctimas y supo, desde ese instante, que sería ella quien delatara a su amado Charlie.
Patricia Esteban Erlés
BRUTal, como siempre y mañana nuestra Erlés