Ese lazo sutil que nos asombra
uniendo en vana y contumaz condescendencia
con peripuestas razones y conciencias.
Ese lazo, que disgrega y entumece
a mentes preclaras bien contritas,
me estremece cuando desde una punta
alienta el tirón y me despeja
de la propia inercia de la muerte.
Ese lazo, indiviso que nos ata
con hábitos, cincelados de rutinas,
me sonroja, me alienta y me deshace
la falacia de saber que no está muerta
la verdad, la paciencia y la costumbre.
Ese lazo que me une o me ata
según mire, es a veces trabazón
firme y segura, que me anuda y me ata
de forma indivisible
la conciencia a la cordura.
María Toca
Santander-25-12-2017, 11,23
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