Una de las cuestiones que me plantean las personas más sensibles a las que acompaño en consulta tiene que ver con la disonancia que produce, la incomodidad profunda que conlleva, vivir en lo que a todas luces parece un mundo al revés.
Un mundo lleno de sentencias bíblicas y de incongruencias nombradas como normalidad.
A quien más tiene, más se le dará.
Quien menos aporta, más recibe.
Alguien con ego de sobra, siendo alabado y reforzado de manera habitual.
Personas con mayores dosis de maldad explícita que de bondad justificadas en sus comportamientos y ensalzadas.
Cicatería emocional como forma de estar en las relaciones catalogadas como autenticidad.
Mentiras habituales nombradas como «ya sabemos cómo es».
Quien ostenta más poder obteniendo más por parte de los grupos circundantes.
Los más empobrecidos siendo esquilmados.
Las mujeres siendo desleales entre nosotras y admirando, apoyando, a hombres que han sido agresores de compañeras.
Las mujeres dando más a quien ya tiene de sobra en el sistema social y traicionando a otras para recibir atención masculina.
Un mundo al revés en el que damos carta de naturaleza a las incongruencias sociales y relacionales y en el que seguimos ciegamente las normas implícitas grupales ocasiona que no pocas personas sufran y se pregunten:
-¿Seré yo? Lo que veo me horroriza, María.
Ante esto que me comparten, me quedo en silencio.
Muda de verdades.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
Deja un comentario