Pero no de cualquiera. Del que surge como espejo de otro. Del proferido a modo de muro de contención, de defensa. Del insulto reflejo. Del que salta como resorte tras una humillación, tras una agresión imposibles de razonar. Me refiero al insulto a la ultraderecha.
¿Por qué debemos insultar a esa caterva de seres indeseables? Démosle la vuelta a la pregunta: ¿por qué una piara de seres con problemas de socialización y aceptación de todo lo que habita extramuros de sus mentes castradas por «kikos«, «opus» y sabe Diosa que otras sectas destructivas recorren alegremente la distancia entre esos sus problemas y el insulto y la agresión a quien se lo provoca involuntariamente? En mi opinión sería más sano para ellos que enfocaran esa agresividad a los cercanos que se la provocaron durante sus años de (mal) formación, pero como eso no va a suceder, mucho me temo que solo nos queda poner pie en pared y plantarse frente a ellos.
Y no se pone pie en pared ni se planta usted ni yo con paños calientes y sumisión disfrazada de educación en nombre de la tolerancia y la democracia y recurriendo a aquella infinita cursilada de «no estoy de acuerdo con sus ideas pero moriría para que las pudiera manifestar», no, y principalmente porque no se daría el principio de reciprocidad dado que la horda fascista hace una versión libre de la frase bastante menos cursi y la convierte en «odio sus ideas y le mataría si tuviera que hacerlo para que no las pueda manifestar»
Y continúa como sigue: «mataría , como previo paso, le insultaré. Y le diré en prime time y con toda impunidad que le voy a ilegalizar, o a meter en la cárcel, o a mandarle a la policía a que le muela a palos, lo haré ni bien pueda. Y ningún educadísimo contertulio me lo afeará ni ningún hipertolerante presentador me expulsará del plató. Y podré, en un debate presidencial, ofender con datos falsos a mujeres, gais y lesbianas, inmigrantes y gente que no piensa igual que yo, y en pro de mi libertad de expresión para advertirle que limitaré la suya, nadie me cerrará el micrófono.»
Así es el manejo mental de la ultraderecha que te afea vivir en un chalet teniendo tres construidos sin licencia en terreno ilegal, por lo que llega la hora de comenzar a combatirles en lugar de engordarles y dar por presentable su mensaje. Ante una soflama en televisión, expulsión y proscripción.
Nos han señalado como el enemigo y nos han advertido de lo que nos van a hacer. Combatámosles en un duelo de iguales. Educación no es sumisión. Como suelen decir ellos, «todo tiene un límite«. Pongamos esos límites y hagámoslo a cara de perro.
Acción, reacción y cero respeto a quien no te respeta ni lo hará jamás, porque aunque te extienda la mano para saludarte con sonrisa de metal, realmente te está perdonando la vida…de momento.
Mario Erre
Mira, Erre, creo que estás tenso y algo paranoico. ¿Y si después de darle tantas vueltas a esa memez de asunto que te conturba, resulta que no te insulta nadie?. Habrás gastado energías para nada. Sosiégate. Yo te voy a ayudar gratis. Verás, si alguien te insulta, y tú quieres, como dices, dirigirle un “insulto reflejo”, haz lo siguiente. Cuando él te llame, por ejemplo, “tontolculo”, pues tú sacas pecho y le respondes “tontolculo” y punto. Eso es un insulto reflejo que, además, exige gastar poca imaginación, material del que creo andas escaso.
De nada, campeón.