Corría la primavera de 1981, justamente comenzaba mayo, cuando en Torrejón de Ardoz comenzaron a enfermar personas con síntomas comunes pero extraños.
El pequeño de ocho años, Jaime Vaquero, la tarde del uno de mayo llegó feliz del colegio con un regalo para su madre porque el día de las Madres se acercaba. No pudo ver los payasos de la tele, que era su programa favorito, porque retrasmitían futbol (o toros) que a su padre le interesaban. Al poco tiempo de estar en casa comenzó a sentirse mal, le dieron un antipirético y la familia pensó que tendría gripe como el resto de los hermanos. Corriendo las horas empeoró tanto que llamaron a una ambulancia en donde, junto con su madre, entró el pequeño Jaime. Murió a los pocos minutos en los brazos de esa madre que jamás olvidará el día que adquirió un aceite un poco más barato en un mercadillo del barrio. Tampoco el padre olvidará jamás que su pequeño se fue sin ver ese ultimo capitulo de los payasos de la tele. Quedaron brechas en la memoria de una familia que son heridas perennes.
Jaime Vaquero fue el primero que perdía la vida por lo que luego se le dio el nombre de Síndrome Aceite Tóxico (SAT) . Rápidamente los hospitales colapsaron con los ingresos de gente que mostraban síntomas similares a los del pequeño, a Madrid, le siguieron Castilla La Mancha y Castilla León, que hicieron un total de 20.643 afectados, 3800 de ellos fallecieron (la OCU sube la cifra a más de 5000) Los supervivientes quedaron con graves secuelas físicas y no digamos psicológicas.
El pediatra, doctor Juan Casado y el doctor Antonio Muro, epidemiólogo con experiencia y formación amplia, dieron con la causa, descartando la bacteriana, que fue la primera barajada por el gobierno y el ministro de Sanidad, Sancho Rof, incluso dieron nombre a la bacteria que supuestamente lo producía Ucoplasma Pneumoniae. Los equipos médicos descartaron rápidamente la infección debido a que la enfermedad brotaba en todos los miembros de familias sin incubación previa, y en los niños se producía exantema (picores) lo que les hizo pensar en una toxiinfección alimentaria . Se confirmó cuando al investigar en los hábitos de las familias se da la circunstancia de que todos los afectados habían adquirido un aceite supuestamente de oliva en mercados de barrio, a precio un poco más bajo del habitual. En ese alimento, estaba la causa primigenia. Los componentes de dicho aceite eran un 60% de colza refinado, 40% orujo de oliva, 20% oliva, o grasas animales.
El aceite de colza no es tóxico, aunque tenga la mala prensa consiguiente, se trata de un aceite con buenas propiedades muy consumido fuera de España. Lo que ocurrió para que el envenenamiento fuera masivo, fue que, para ahorrarse impuestos, los industriales de las empresas RAELSA y RAPSA, importaron desde Francia aceite de colza industrial, al que se le añadían anilinas, un colorante para que no fuera consumido por humanos. Los industriales desnaturalizaron el aceite industrial para que “pareciera” de uso alimentario, siendo en ese proceso donde se produjeron los tóxicos que envenenaron a quienes lo consumían. Era aceite industrial desnaturalizado…utilizado por los criminales para ahorrarse los impuestos que grababan al aceite de uso alimentario.
Por eso resultaba un poco más barato. Por eso fue adquirido por gente humilde. Por eso fue la gente de barrios periféricos de las ciudades quienes se vieron afectadas.
Los efectos de SAT tenían tres fases. En la primera, fase aguda, se producía una neumonía atípica. La segunda fase cursaba con tromboembolismo, hipertensión pulmonar, calambres y dolores musculares insufribles. Una tercera fase, cronificaba los problemas produciéndose hepatopatías, esclerodermia (piel dura, fibrosis de piel, corazón, pulmón, riñones) Y unas secuelas físicas que luego nos explicará Mayca, una de las afectadas que se ha prestado a concedernos una entrevista, con detalle.
El treinta de marzo de 1987, dio comienzo el juicio de los procesados. Fueron encausados cuarenta responsables, condenados solo trece, con penas irrisorias, que iban de seis a veinte años (solo uno de ellos fue condenado a 20 años)
Los dos únicos responsables del terrible drama fueron Juan Miguel Bengoechea Calvo y Ramón Ferrero (dieciséis y veinte años e condena) Quedó probado en el Tribunal Supremo, en 1989, la relación entre la ingesta del aceite de colza desnaturalizado y la enfermedad. Condenaron a los industriales responsables de comercializar y distribuir el producto y más tarde al Estado como responsable civil subsidiario.
Trece años después, el nueve de octubre de 1995 se llevó a juicio a los altos cargos ministeriales de UCD que era el partido gobernante cuando el drama se desencadenó.
Durante los tiempos del gobierno ucedista, el Psoe ejerciendo la oposición, mostró solidaridad combativa en el Congreso a favor de las víctimas. Llegando el PSOE en 1982 al gobierno con Felipe González de presidente, las esperanzas se fundamentaban por la lucha anterior. Ocurrió como tantas veces, el desengaño, el olvido, la desafección gubernamental hacia unas víctimas a las que prometieron ayuda en la oposición , enfadó a la gente por lo que durante más de dos años acampó y protestó delante de Ferraz repudiando la grotesca hipocresía de un partido que estando en el gobierno, les había abandonado.
La codicia y la falta de control por parte del estado produjo un crimen de consecuencias dramáticas, y tal como ha sucedido más veces o siempre, se eludieron responsabilidades pasándose la pelota entre administraciones como forma de inhabilitar la lucha de las víctimas.
Hoy, miles de personas siguen con las secuelas físicas de aquel drama. De las psicológicas, no por ser menos importantes, sino porque no son visibles no podemos contabilizar las secuelas.
No podemos olvidar que el SAT lo produjo la codicia de unos infames, pero también la indolencia de un Estado que no cumple con el mínimo mandato social: cuidar y proteger a los más débiles.
Les dejo con las palabras de nuestra interlocutora, hoy enfermera extraordinaria (gracias a sus crónicas y su incesante trabajo, tuve conocimiento de cómo se desarrollaba la lucha hospitalaria durante el COVID) de Mayca, víctima del SAT junto a varios miembros de su familia.
Entrevista a Mayca Gómez Sánchez. Afectada por el Síndrome del Aceite Tóxico (SAT)
1- Antes que nada, agradecerte tu colaboración y tu respuesta rápida y clara. Sé que eres una de las afectadas por la ingesta de aceite de colza desnaturalizado. Nos puedes contar cómo detectas que algo no va bien en tu cuerpo y cuáles fueron los primeros síntomas. Cuéntanos un poco tu caso y si hubo más afectados en tu familia
-Tenía 20 años. Mi madre se ahogaba y yo la acompañé al centro de salud y en una ambulancia nos trasladaron al hospital donde quedó ingresada. Era el mes de mayo de 1981. En junio mi hermano y yo empezamos a sentirnos mal, fundamentalmente teníamos dolor muscular, un dolor indescriptible, yo no sabía que hasta el pelo podía doler, este dolor se acompañaba de insomnio, calambres y prurito y posteriormente comencé a respirar con dificultad. Tenía afectación neuromuscular, neumonía atípica con infiltrados intersticiales, esclerodermia, y lo más grave de todo ello fue la hipertensión pulmonar….estuve ingresada casi 6 meses, tuve que hacer rehabilitación durante años. Tenía unas férulas para mis manos anquilosadas y durante años estuve
haciendo psicoterapia de grupo, con excelentes psicólogos.
Mi madre estuvo ingresada un año. Mi hermano no llegó a ingresar. Solo vivíamos los tres en casa en ese momento.
2- ¿El trato dispensado por la administración a los/as afectadas por el Síndrome Toxico (SAT) por el aceite de colza, consideras que fue correcto, o por el contrario, os visteis perturbados por una formas poco correctas?
-En un primer momento pensé que no importábamos a nadie, con 20 años y muy enferma solo tenía prisa porque supieran la causa de nuestra enfermedad y que acabara pronto esa pesadilla. Ahora cuando han pasado más de 40 años, entiendo la dificultad de la administración para afrontar una enfermedad nueva, desconocida y mortal que afectaba a más de 25.000 personas. La atención sanitaria se vio desbordada, y se tramitaron ayudas económicas para los afectados que no tuvieran medios para subsistir. Lo que la gente en su mayoría no sabe es que el importe de estas ayudas hubo que devolverlo íntegramente cuando nos indemnizaron tras el juicio.
3- Recuerdo las manifestaciones del ministro de entonces, Jesús Sancho Rof, eso de que “era un bichito que se caía de la mesa y se mataba”, que haciendo memoria casa bien con los “hilillos de plastilina” que años después, su correligionario, M. Rajoy dijo sobre el desastre del Prestige ¿Cómo se reciben esas esos estúpidos argumentos por las familias destrozadas por el problema?
-El gobierno de UCD estaba perdido, el propio ministro de sanidad lo demostraba con esas desafortunadas palabras. Por primera vez yo sentí auténtico desamparo, no entendía como se podía frivolizar de esa manera cuando cada mañana nos despertábamos con camas vacías por compañeros muertos, y pensando que tú u otros miembros de tu familia serían los siguientes.
4- ¿Han quedado secuelas del SAT, en ti y en la gente cercana? De ser que sí, ¿podrías explicarnos qué tipo de problemas se han derivado de todo aquello y en qué medida os afectó la vida?
-Mi madre murió años después a consecuencia de las lesiones provocadas por este envenenamiento.
Yo nunca volví a ser la misma. Pasé de ser una niña normal a tener las facies características de la colza, lo que provocó en mí una dismorfofobia. Físicamente persiste la esclerodermia, tengo lipodistrofia, y la afectación neuromuscular ha dejado secuelas de por vida. De vez en cuando tengo calambres que nada tienen que ver con los
horrorosos calambres del principio, totalmente invalidantes. Afortunadamente la hipertensión pulmonar no avanzó. A muchos de mis compañeros con hipertensión pulmonar tuvieron que trasplantarles el corazón. Es como vivir con la espada de Damocles.
De todo esto lo único positivo ha sido conocer una palabra que desconocía. La “resiliencia”, aprender a ser resiliente me salvó la vida.
5- Hace poco un grupo de afectamos entraron en el museo del Prado, con el fin de protestar por la inacción del estado con vuestros casos. Han pasado cuarenta y tres años desde entonces y nos preguntamos ¿es posible que no se haya hecho justicia? Nos deja perplejas suponer, ante la visión de la protesta, que seguís demandando lo que os corresponde aunque lo que se sufrió y las muertes, nada ni nadie podrá compensarlo nunca.
– Se envenenó a una parte importante de la población por ánimo de lucro, desviando aceite industrial desnaturalizado para consumo humano. Nunca se hizo verdadera justicia por eso. Las indemnizaciones posiblemente pudieron parecer una forma de reparación para personas que a las que no les fue posible volver a trabajar, que necesitan casas adaptadas y ayuda para las actividades de la vida diaria, pero el dinero se gasta. Algo que me parece importante es que la asistencia sanitaria para nosotros dejó de tener importancia, y han desaparecido las Unidades de Atención a personas afectadas por la colza, cuando es una enfermedad distinta, desconocida incluso para muchos sanitarios. El problema desaparecerá cuando el último de nosotros lo haga.
6- ¿Cómo se comportaron los tribunales ante vuestras demandas? ¿y los medios? ¿y el estado como responsable subsidiario?
-No puedo ser imparcial en esto María. La propia sociedad no nos trató bien. Al principio todo el mundo se volcó con esos pobres enfermos de escasos medios económicos, pero cuando la noticia ya no es impactante y ha pasado la primera reacción, incluso muchos de nuestros vecinos veían con cierta envidia que estabas viva, intentabas retomar tu vida y encima cobrabas una ayuda del estado.
Los medios de comunicación desde mi punto de vista en muchas ocasiones solo buscaban carnaza, a veces incluso se ponían en contacto con la asociación de afectados, buscando familias que hubieran perdido familiares, y cuyo aspecto fuera desolador, como si la propia enfermedad no lo fuera, independientemente del aspecto físico.
Recientemente intenté ver un programa de Iker Jiménez, sobre la colza y tuve que cambiar de canal, por lo vergonzoso de su contenido, intentando únicamente crear polémica y buscar audiencia, sin interesarle en absoluto la situación de las víctimas.
En cuanto a los tribunales, creo que las penas fueron insuficientes ya que estableció que no hubo homicidios sino delito contra la salud pública e imprudencia temeraria.
Respecto a las indemnizaciones creo que fueron insuficientes, por otra parte, las ayudas
económicas que se habían recibido anticipadamente hubo que devolverlas en su totalidad.
7- Al empezar te he preguntado por tus secuelas físicas, ahora en cambio la pregunta es ¿qué tipo de consecuencias psíquicas has tenido después de que quebraran tu juventud, y qué consecuencias has observado en la gente cercana que fue afectada?
-Tenía 20 años y una vida por delante, en un hogar humilde pero tranquilo. Nunca imaginé que nada pudiera transformar mi vida por completo. Fue una mezcla de rabia, rencor, no entendía como se podía matar de esta forma solo por dinero, eran como sicarios.
Lo peor fue enfrentarme a mi aspecto físico. No reconocía mi rostro. Con 20 años me importaba más mi cara que mis pulmones, mi corazón, mi piel o mis músculos. Eso fue el origen de una dismorfofobia, aborrecía mi aspecto y me avergonzaba de él. Creo que sufría estrés postraumático.
Pasé por múltiples consultas psiquiátricas, porque no había atención psicológica en la sanidad pública, y afortunadamente con posterioridad, contrataron durante un tiempo a psicólogos e hice psicoterapia de grupo. Me ayudó mucho escuchar a otros lo que yo no verbalizaba. Creo que esa fue mi tabla de salvación. Volvía a estudiar entre consultas al médico, pruebas complementarias, años de rehabilitación y nueve años después empecé de nuevo a trabajar. Mi experiencia con esta enfermedad han hecho de mí la enfermera que soy hoy.
8- Consideras que el SAT ha condicionado tu vida de forma importante.
-Todos los días de mi vida pienso que esta enfermedad ha condicionado mi vida. Te hablaba
anteriormente de la resiliencia. Tuve que aprender a vivir una nueva vida, a librarme del
resentimiento y a luchar. Nunca entendí que hubieran atentado de esta forma, traficando con la muerte de seres humanos solo por afán de lucro.
9- Por último, Mayca ¿crees que no se debe olvidar lo ocurrido con la tragedia del aceite tóxico y consideras que quedan puertas dolorosamente abiertas para las personas víctimas del mismo?
– Me parece fundamental la memoria histórica. Esta tragedia no puede borrarse de nuestra memoria para que sucesos de esta índole nunca más vuelvan a producirse.
Quedan puertas dolorosas abiertas para personas que no han podido reanudar su vida y que no disponen de medios para vivir una vida digna adaptada a sus necesidades. Creo que tenemos una deuda con ellos. Afortunadamente yo vivo una vida más o menos “normal” con mis propios recursos.
María no sé si te servirá de algo. Creo que no te he dicho nada que tú no sepas o intuyas. Gracias por importarte nuestra historia y por hacer que no se olvide.
Gracias a ti, compañera, porque tu resiliencia quizá a forjado esa talla de mujer inmensa, de sanitaria que derrocha humanidad y sabiduría. Un honor muy grato, querida Mayca.
https://www.rtve.es/play/videos/la-clave/clave-sindrome-misterioso/5406365/
https://www.rtve.es/noticias/20210531/asi-ocurrio-asi-contamos-colza/2096404.shtml
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