La solución siempre está en tu interior.
Yo pasé por lo «mismo» que tú, ergo, puedo decirte qué hacer con tu vida o tu situación.
Las personas que aparecen en tu camino son un reflejo de lo que tú no tienes resuelto.
Invocas aquello que necesitas para aprender y evolucionar.
Cuando una persona muestra su peor cara es porque está sufriendo.
La abundancia está en todas partes y surge de tu interior.
Lo que es, es y está bien así.
La enfermedad es un medio inconsciente de llamar la atención.
Estamos recibiendo o promoviendo esta clase de sentencias o mensajes pseudo espirituales o supuestamente terapéuticos mucho más de lo que nuestros cerebros pueden sostener, amigas.
Mensajes que fomentan el conformismo y anulan cualquier mirada crítica o transformadora.
La falacia del nirvana o las indicaciones de la solución perfecta, esa que fomenta la culpabilidad individual, la responsabilidad unilateral de las personas, es un mal cotidiano y capilarmente insertado en nuestros discursos.
Es un error comparar situaciones reales y palpables que nuestros cuerpos sufren ( malestares de género, desigualdad económica, empobrecimiento, exigencias laborales más allá de la salud, trabajar para pagar, vivir violencias cotidianas, indefensión)
con cuestiones irreales, creencias o con alternativas idealizadas que parecen ofrecerte el medicamento de que TODO está solo EN TUS MANOS o en TU VOLUNTAD.
No existen soluciones perfectas para problemas particulares fruto de vivir en esta estructura social y en este mundo que cocreamos.
Cada frase que apela al Universo, a los maestros trascendidos, a tu interior, al más allá nos deja a merced de los vientos o en manos de algo intangible, desactivadas o rezando a las estrellas.
Entonces «¿soy yo la que tengo que arreglar sola todo este entramado social que me afecta?
Mejor no me levanto del sofá«, dijo ella.
«Mi interior está cansado y el Universo muy lejos.«
Las respuestas han de estar más cerca, compañeras.
Y son políticas.
Buen día otro día de salud emocional feminista.
María Sabroso.
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