Sin haberlo planeado, he terminado de leer esta maravillosa monstruosidad terrorífica-judicial la misma fecha, 8 de agosto, en que los miembros de la familia Manson se adentraron en una casa de Cielo Drive que se convirtió en un infierno para quienes pasaban una tranquila noche de viernes.
El horror y el disfrute son totales. Vas descubriendo cosas que no sabías, como que uno de los abogados de una de las temibles chicas Manson, llamado Ronald Hughes, desapareció en pleno juicio. Su cadáver apareció muchos años después y aunque la autopsia no reveló qué le ocurrió, una de las acólitas de Manson confesó que ellos lo habían matado.
Manson creía que los Beatles le mandaban mensajes apocalípticos a través de la letra de sus canciones.
El pobre Leno LaBianca, otra de las víctimas, estaba leyendo el periódico en el que se narraban los crímenes de Tate y sus amigos cuando entraron en su casa y los torturaron hasta la muerte a él y a su esposa. ¿Qué debió de pensar cuando vio entrar a sus verdugos?
Los mansonianos tenían previsto matar a Liz Taylor y arrancarle los ojos.
Un equipo de televisión encontró las ropas manchadas de sangre de los asesinos antes que la policía, porque no se les ocurrió reconstruir el recorrido que hicieron esa noche, a partir de sus declaraciones.
Manson, ya en prisión, cobraba cinco centavos por cada camiseta con su careto que se vendía en el mundo. Y le pagaban hasta quinientos dólares por un autógrafo. Compró un globo aerostático por catálogo porque pensaba escaparse de la cárcel vía aérea.
Te vas enamorando del personaje Bugliosi, un fiscal decidido a evitar que los culpables se fueran de rositas. Se enfrentó a un juicio que duró más de diez meses y cuyo sumario constaba de más de treinta mil páginas. Nunca perdió su pasión por la justicia ni la humanidad, que le hizo discernir que no todos los implicados en los salvajes asesinatos eran iguales. Y tiene ese puntito de ego de los letrados brillantes, que se olvidan de comer y dormir por un caso, que se aprenden excepciones pertinentes antes de necesitarlas en el estrado, previendo la siguiente jugada, como un ajedrecista astuto. Te lleva de viaje a través de la sociedad americana de la época, asistes al desfile de outsiders, de jóvenes hastiados y llenos de una rabia inexplicable, de moteros y ex prostitutas honestas, de abogados pintorescos y jueces con retranca y la paciencia del santo Job. Descubres que hay gente capaz de hacer que otros maten por ellos y eso es mucho más terrible que la mera psicopatía que lleva a un asesino en serie a cometer sus crímenes, es un poder tentacular causado por el magnetismo de seres como Manson, que hacía creer a los suyos que les leía el pensamiento y les enseñaba que no hay límites en el sexo ni en la violencia.
2023 será siempre el año del verano Helter Skelter.
Patricia Esteban Erlés.
Deja un comentario