Represión lgtbi
Capítulo aparte merecen dos importantes colectivos que fueron represaliados sin piedad, no solo en esta época que nos ocupa, sino que venían de una larga historia de vejaciones amparadas por leyes y comportamientos racistas y homófobos, sin piedad ninguna. Nos referimos al colectivo lgtbi y al pueblo gitano.
Pocos testimonios hemos conseguidos de las personas lgtbi, quizá porque fue tan grande el horror vivido teñido de escarnio que prefieren olvidar. Antes de seguir, hagamos un poco de historia sobre la represión a la gente lgtbi.
Las primeras leyes represoras datan de 1933 cuando entró en vigor la Ley de Vagos y Maleantes que unificaba la represión a mendigos, alcohólicos, toxicómanos, y conductas homosexuales. Esta ley se cambia en 1954convirtiéndose en la Ley de Peligrosidad Social.
El concepto franquista de la sociedad estaba totalmente estratificado. La superioridad del varón era incuestionable, postergando a la mujer a las labores familiares de procreación y cuidado de la prole. Todo lo que se saliera del binarismo de género y de las conductas expuestas por un catolicismo integrista, eran punibles. Casi diría que inconcebibles. En ese contexto si la persona lgtbi mantenía oculta su condición sexual y no mostraban ningún tipo de “inclinación contra natura” la sociedad y los poderes fácticos los dejaba en paz. Es por lo que las lesbianas fueron poco molestadas. No era extraña la amistad femenina, incluso compartiendo vivienda.
Cuantas “solteronas” se han amparado en ese status para disimular su condición de lesbianas. La inexistencia conseguía la total invisibilización de la mujer , sumando a la discriminación de mujer la de lesbiana, aunque solo fuera ligera sospecha. El franquismo las desaparecía integrándolas dentro de sus instituciones. Hay variados testimonios de falangistas que opinaban sobre la diversidad de las mujeres que integraban la Sección Femenina de Falange, muchas de ellas, las más masculinizadas, fueron profesoras de gimnasia y del llamado Formación Espíritu Nacional (la llamada Política) donde no extrañaban su porte y formas masculinas revestidas de lustre fascista y amor infinito a la figura mítica del varón, que integraba José Antonio Primo de Rivera, sublimando con ello su nula atracción por hombres de verdad y permaneciendo con valores de vestales del fascio.
Como decía, en el concepto que el franquismo tenía sobre la sociedad, le parecía inconcebible que los hombres no fueran totalmente viriles. Podemos ver hoy en la profunda camaradería masculina de cuarteles y contiendas un tufo homosexual más que sospechoso. Era constatable el desprecio y la ausencia de mujeres en sus juergas y jornadas, dejando al sexo femenino postergado a una mínima función de garante del hogar. Además, en los primeros años del franquismo, la represión estaba centrada en la política librando al país de toda tentación izquierdista sin prestar atención a otros menesteres. Es posible que la ocultación de la homosexualidad fuera suficiente para disimular su número e incidencia social, quedando en mera anécdota, casi simpática, la aparición de algún sujeto amanerado que producía hilaridad más que temor.
No fue hasta bien entrados los años sesenta cuando la plomiza España se abre lentamente al exterior, propulsando un turismo que salva la economía, cuando los homosexuales comienzan a mostrarse públicamente. La iglesia oficial alerta a las autoridades que el “desviacionismo” sexual comienza a invadir a la juventud y con su perversidad y pederastia “pervierte” a los inocentes.
Durante estos años, no obstante, algo ha preocupado a las autoridades la “desviación del macho” porque en 1953 el Director General de Prisiones, José María Herrero de Tejada, desembarca en Gran Canaria con el fin de explorar las islas, en un intento de formar un campo de trabajo donde recluir a “desviados”. Poco tiempo después descubre en la isla de Fuerteventura, cerca de un aeropuerto, un terreno desértico e inicia la construcción de un campo de trabajo y reeducación. Estaba naciendo la terrible colonia agrícola de Tefía, para el internamiento y tratamiento de vagos y maleantes. Exactamente la orden de construcción salió publicada la noticia en el BOE del 30 de Enero de 1954.
Parásitos sociales, rufianes, proxenetas, mendigos, ebrios, toxicómanos serán los habitantes a reeducar, con el sentido cristiano de pagar la culpa con castigo. Lo vivido en el campo de Tefía ha sido ampliamente relatado por alguno de los integrantes de aquella aberración. Tefía fue cerrado en 1966 y más tarde, en 2009 el gobierno español aprobó la concesión de indemnizaciones a los que padecieron el internamiento.
El historiador y escritor Miguel Ángel Sosa Machín cuenta su terrible experiencia en Tefía, en el artículo Invertidos, publicado en el Dominical del diario La Provincia el 29 de junio de 2003. El informe forense está incluido en el expediente incoado a Octavio García en aplicación de la Ley de Vagos y Maleantes.
Detenido simplemente por ser maricón, como él mismo ha explicado en innumerables ocasiones desde que el historiador sacó a la luz su historia, su terrorífico testimonio es ejemplo del trato dado a los presos de Tefía y que de manera escalofriante plasmó Sosa Machín en su imprescindible novela Viaje al Centro de la Infamia.
En 1970 se deroga la ley y pasa a llamarse Ley de Peligrosidad Social y Rehabilitación Social. En esa nueva ley se especifica textualmente a la homosexualidad como enfermedad social, rehabilitable aunque sigue siendo punible por la Ley de Escándalo Público, cualquier manifestación de “desviación”
La pluma, el amaneramiento y no digamos el travestismo –ni se contemplaba aún la transexualidad- era condenado con penas de cárcel que derivaban en algo peor: la psiquiatría y la iglesia se ocupaban de los “desviados/as” con electroshocks, trabajos forzados, golpizas y castigos vejatorios. Todo para reconducir al desviado a la senda del binarismo y la virilidad sana.
Había refugios ciudadanos para estos proscritos. Recuerdo haber escuchado a matrimonios amigos de la familia, que en sus salidas comunadas (cena de los sábados, algún espectáculo, copas y vuelta a casa) dedicaban tiempo a observar a los “maricones” en un club privado al que accedían sabe dios como, lo que les suponía un divertimento. Era como ir al circo donde ver las conductas erróneas y divertirse con ellas.
Se dejó de considerar conductas delictivas (en muchos casos, también, recordemos que la Ley de Escándalo Público seguía activa) y pasó a ser conducta “curable” Con lo que el tratamiento fue mucho más cruel si cabe. Por fin el 26 de Diciembre de 1978 se elimina el delito de homosexualidad del Código Penal.
Hay que decir, que no obstante, los homosexuales fueron los últimos presos en salir de las cárceles franquistas, hasta 1979 no estuvieron todos fuera. Como apuntaba, seguía estando vigente la ley de Escándalo Público; para aplicarla bastaba que un grupo de hombres conocidos de la policía estuviera hablando reunidos para ser detenidos, llevados a comisaria, apalizados en muchos casos y detenidos durante días o semanas. Se hicieron redadas en baños públicos, en cines como el Roxy, o el Mónaco, en los servicios de las estaciones tanto de tren como de autobús, donde la policía ejercía como señuelo de ligue.
A continuación les leeré una ficha e investigación que le debo a mi querido compañero José Luis Pajares. Quizá esta persona anónima a la que José Luis, respeta su deseo de no ser recordado, sirve como ejemplo de cómo vivieron y el ambiente irrespirable del colectivo lgtbi en los duros años del franquismo. Respeto su ficha y la leo literal, porque entiendo que el lenguaje técnico tiene más fuerza en este caso:
DE MOLINA LAREDO, ÁNGEL
Nombre adoptado para preservar la identidad del protagonista
Nace en Laredo, el 1 de Noviembre de 1922
De oficio pescador, como era tradición en su familia, se puede considerar que esta gozaba de una buena posición al tener varios barcos y puesto de pescado en el mercado que destacaba de los demás por los productos que exhibía y la forma en que lo hacía.
Algunos hermanos mayores se habían desplazado a países sudamericanos, buscando mejorar esa posición económica de que disfrutaban.
En 1936, cuando se produce el golpe militar y la posterior guerra civil, es apenas un adolescente.
Nunca se significó políticamente, ni se conocía causa alguna para poder ser represaliado. Sin embargo, sin haber cumplido los 20 años, fue encerrado en la Cárcel Local y objeto de un apaleamiento inexplicable. Si injustificados eran los castigos sin juicio, aunque fueran juicios farsa, nadie entendía esto. Se da la circunstancia de que en su familia, algún miembro había tenido identificación política, en el lado del Frente Popular, sin tener consecuencias por ello a la entrada de los fascistas en Laredo.
Al poco tiempo de aquel suceso, se marchó de Laredo y se exilió a Uruguay, a la ciudad de Montevideo, donde vivía uno de sus hermanos. Allí destapó su condición de homosexual, sin ningún tipo de limitaciones. Su hermano, indignado, además de comunicar la “novedad” a su familia en Laredo, le obliga a marcharse de la ciudad.
Se traslada a Argentina, a Buenos Aires, donde reside el hermano mayor, que tampoco le recibe de buen grado.
Regresa a España en los años 70, quedándose en los alrededores de Santander, sin domicilio fijo y trabajando ocasionalmente en la industria naval de El Astillero.
En las pocas ocasiones que visita Laredo, solo es aceptado en la casa de una hermana, cuyo marido, con fama de ser el más severo de la familia, acepta acogerle.
A finales de Junio de 1975, en uno de sus desplazamientos al trabajo, es atropellado por un camión, resultando gravemente herido. Ingresado en la Casa de salud Valdecilla, fallece en la más absoluta soledad el 3 de Julio. Es enterrado de oficio en el cementerio deCiriego, en una sepultura en tierra, que al no ser renovada su continuidad, ha sido ocupada por otros cadáveres sobre el de nuestra víctima.
El seguro del camión que le atropelló abonó una indemnización por el atropello, que fue cobrada por sus familiares.
Jose Pajares y Colectivo Memoria de Laredo
- Testimonio de familiares (sobrinas)
- Registros Civiles de Santander y Laredo.
Cualquier conducta afectuosa entre hombres, un roce, beso…era considerada reo de la ley. En cuarteles, comisarias se ha vejado hasta lo indecible a estas personas. Quizá los que llevaron la peor parte fueran los travestis, que eran “cazados” de forma inhumana por las zonas donde actuaban, o se prostituían ya que debido a su condición el resto de los trabajos les estaban vedados. Recuerdo escuchar con perplejidad como fue llevado al dispensario que tiene la Guardia Civil en la Aduana del puerto, una persona travestida. Fue desnudada delante de todos los integrantes que estaban de servicio, hasta quedar sin ropa, celebrando entre risotadas y el choteo consiguiente la “deformidad”. Su único delito era estar paseando por el puerto, en busca de “clientes”
Fueron frecuentes las vejaciones y las vergonzantes exploraciones como esta que hemos encontrado reflejada de forma literal: “La exploración clínica evidencia encontrarnos ante un amanerado con movimientos y gestos feminoides así como su manera de hablar. Psiquismo deformado por su propia perversión; no tendencia al delito; estado físico normal. En el reconocimiento correspondiente con su dilatación esfinteriana y casi desaparición de pliegues nos permite formular el diagnóstico de pederasta pasivo. Es apto para toda clase de actividades”.
No fue hasta 1995 cuando se derogó la ley de Peligrosidad Social y Rehabilitación que mantuvo las espadas en alto en la represión a homosexuales y “travestis”.
Hay una fecha mítica en el ideario de la lucha lgtbi. Poco después de las primeras votaciones democráticas en España, el Front D,Alliberament Gai de Catalunya organizó la primera manifestación del Estado Español donde gays, lesbianas, bisexuales mostraron su capacidad de lucha en las calles de Barcelona. Fue una masiva demostración de que no se podía obviar las diferencias de un binarismo impuesto. El resto de ciudades del estado y la población lgtbi, tomaron buena nota de ese día que de alguna manera les hacía levantar la cabeza y recuperar el orgullo.
En 1988 una pareja gay de Tarandell, Barcelona, se presentó ante el juzgado de Vic, solicitando casarse. Se generó una polémica con concentraciones a favor de la pareja que culminaría en el lejano 2005 con la ley de matrimonio igualitario que conformaba las demandas largamente postergadas del colectivo.
Los atentados perpetrados por incontrolados fueron muchas en esos años, por desgracia continúan dándose cada poco tiempo las noticias de nuevas agresiones a personas lgtbi y diversos delitos homofóbicos. Capítulo aparte merece mención la represión realizada a personas trans, incluso en estos momentos se han visto maltratadas a nivel público, a mi modo de ver, de una forma injusta y vejatoria.
Pueblo gitano.
Para entender las leyes contra el pueblo gitano y la terrible represión que el franquismo ejerció sobre ellos, sin obviar que no fue la República ni los gobierno anteriores, precisamente generosos con ellos, tenemos que hacer algo de historia:
La historia de nuestro país ha sido dura para el pueblo gitano desde los primeros tiempos. Los monarcas españoles, durante siglos han dictado leyes persiguiendo y diezmando al pueblo romaní realizando cada tiempo razias asesinas como la producida por los Reyes Católicos en su obsesión de limpiar la sangre de los supuestos españoles.
Cito a George Borrow que define el sentir patrio: “quizás no haya un país en el que se hayan hecho más leyes con miras de suprimir y extinguir el nombre, la raza y el modo de vivir de los gitanos como en España”. Fue la Pragmática de Medina del Campo firmada por los Reyes Católicos la que los marginó y declaró grupo peligroso. Desde entonces sufrieron persecuciones y deportaciones continuas:
“Mandamos a los egipcianos que andan vagando por nuestros reinos y señoríos con sus mujeres e hijos, que del día que esta ley fuera notificada y pregonada en nuestra corte, y en las villas, lugares y ciudades que son cabeza de partido hasta sesenta días siguientes, cada uno de ellos viva por oficios conocidos, que mejor supieran aprovecharse, estando atada en lugares donde acordasen asentar o tomar vivienda de señores a quien sirvan, y los den lo hubiese menester y no anden más juntos vagando por nuestros reinos como lo facen, o dentro de otros sesenta días primeros siguientes, salgan de nuestros reinos y no vuelvan a ellos en manera alguna, so pena de que si en ellos fueren hallados o tomados sin oficios o sin señores juntos, pasados los dichos días, que den a cada uno cien azotes por la primera vez, y los destierren perpetuamente destos reinos; y por la segunda vez, que les corten las orejas, y estén sesenta días en las cadenas, y los tornen a desterrar, como dicho es, y por la tercera vez, que sean cautivos de los que los tomasen por toda la vida”. (Isabel y Fernando, Medina del Campo, 1499, recogido en la Novísima Recopilación, Libro XII, título XVI).
También resulta de ingrata memoria La Gran Redada, que fue una razzia realizada entre la noche del 30 de Julio de 1749 y la madrugada siguiente. Málaga, Cádiz, Almería fueron las ciudades más afectadas por este genocidio. Miles de personas fueron sacadas de sus hogares, separadas por sexos, asesinadas la mayoría o encarcelados bajo tortura de Inquisición en esos días aciagos para el pueblo gitano https://www.gitanos.org/actualidad/archivo/117161.html.es
Durante siglos en nuestro país el pueblo gitano ha sido totalmente marginado de la vida social, impidiendo su entrada en los pueblos, el desempeño de trabajos normales, la escolarización. Se han visto obligados a una vida errante en las que en muchos casos el hambre les obligaba a delinquir.
En Europa durante el genocidio nazi sufrieron de forma terrible. En Enero de 1940, en los campos de Dachau, Buchenwal , 250 niños gitanos fueron utilizados como conejillos en experimentos científicos, muchos de ellos sacrificados entre tormentos.
El uno de Agosto de 1944 más de 4000 gitanos fueron gaseados en Auschwitz-Birkenau en una sola noche. Ian Hancock, estudioso de la cultura romaní, confirma en sus investigaciones que al término de la II Guerra Mundial, del orden de un 70, 80% del pueblo gitano había sido aniquilado. Casi 800.000 gitanos que han sido olvidados de los agasajos e indemnizaciones que las organizaciones internacionales han concedido al resto de las víctimas del exterminio.
Detrás del muro de Berlín, en la Europa Oriental, bajo régimen socialista, la situación no ha sido tampoco de encomiar. La discriminación y persecución han sido la norma en los países del Telón de Acero.
En estos momentos diversos grupos amenazan de nuevo la integridad de los integrantes del pueblo gitano, El Front National en Francia, el Republikaner en Alemania, Vlams Block y el Front National en Bélgica, y el de Vox en España, son algunos ejemplos de las ideologías políticas basadas en la intolerancia y el racismo que han aparecido en Europa y no auguran nada bueno para el pueblo romá.
Con todo lo expuesto quiero decir que no fue precisamente el franquismo el promotor del racismo congénito del pueblo español hacía el pueblo romaní pero sí se ensañó por las especiales características del mismo.
Ante la uniformidad que pretendía imponer el franquismo a la sociedad española se enfrentaba la variopinta forma de vida, errante, de este pueblo. Las leyes promulgadas mucho antes le sirvieron a la dictadura para reprimir con saña la diversidad romaní. Es tópica la animadversión que las personas de raza gitana sienten hacia la Guardia Civil porque fue este cuerpo el garante de los caminos de España. Caminos que andaban los romanes en su deambular por una vida errante a falta de acomodo. En más de una ocasión se me han referido las oscuras visitas que recibían las familias cuando, en las veredas de los ríos, con la fogata de la olla humeando a punto de comer, se presentaba la siniestra pareja para de un patadón tumbar la olla con el condumio y expulsando de la zona a la familia dejándoles sin comida a la vez que sin orgullo.
Ver gitanos merodeando un pueblo era suficiente para movilizar a las fuerzas vivas del mismo y estas a las fuerzas del orden para expulsarlos. Se les ha acusado de robos…”Normal”, me cuentan los viejos gitanos. “Si no tenemos comida, ni posibilidad de ganarnos la vida robar se concibe como salida”. Nunca robaban demasiado…algunas gallinas, o frutos de la finca del poblado. Nada comparable con robos de guante blanco y corbatas de seda.
Los gitanos en los años cuarenta tenían prohibida la entrada en poblaciones a no ser que se les contratara con algún fin concreto. Han vivido de hacer cestos, de la venta de animales y del chalaneo “buscarse la vida” llaman ellos lo que se mantiene, en algún caso, hasta ahora mismo debido a la dificultad que existe de mantener un trabajo normal. La desconfianza hacia el gitano está grabada por la historia en la población paya. Hay un racismo subliminal del que debemos todas y todos de acusarnos frente a la población romaní.
La propia discriminación les llevaba a cometer delitos. Sin posibilidad de educación, hasta los años ochenta en que se les escolarizó, se encontraban desprotegidos frente a la autoridad por lo que sus penas eran indiscutibles.
Lentamente, en los años setenta y ochenta, tal como pasó con la población lgtbi, la anulación de las leyes discriminatorias intentaron una integración sin muchos resultados positivos. El enfrentamiento con los vecinos de poblaciones donde las autoridades pretendían integrar a la población romaní, hasta en las escuelas, con manifestaciones agrias hacia los niños que intentaban entrar en colegios, fueron moneda diaria en los tiempos en que las autoridades pretendían forzar una integración.
Como bien dice un amigo gitano, cuarenta años en la historia no son nada. No podemos obviar cuatro siglos de genocidio, discriminación y mal trato, obligando a un pueblo con una cultura, tradición y costumbres, a asimilarse a la nuestra.
Quizá la tradición oral y no escrita del pueblo gitano sea un problema a la hora de mantener sus tradiciones y su cultura. La proverbial y lógica desconfianza ante nosotras, la sociedad paya, les aleja de los bienes sociales y culturales que ayudarían a una equiparación social. En todas las personas de raza gitana con las que me he entrevistado, encontré la misma resistencia: “no queremos integrarnos, porque eso supone perder la identidad. Sería diluirnos en la cultura paya. Queremos respeto mutuo. Queremos convivencia entre iguales, pero no integración, bien es cierto que hay una leyes comunes que respetamos pero nuestras costumbres, nuestras tradiciones son las que son y la sociedad paya debe respetarla”
Solo partiendo de un respeto mutuo, de asumir la responsabilidad de la represión, las razias y el racismo visceral que han padecido podremos llegara en las sucesivas generaciones a convivir y a aportarnos cultura.
El franquismo por un lado reprimía y por otro utilizaba al gitano/a como divertimento de señoritos, en fiestas y noches de alterne, donde ni tan siquiera se les pagaba por alegrar con sus cantes y bailes, sino que se les arrojaba monedas al suelo para que en humillante genuflexión fueran recogidos por los/as gitanillas de turno. La biografía de Carmen Amaya, refleja esto que digo, siendo ella una niña pequeña que acompañaba a su padre, la que recogía las monedas de los señoritos.https://www.lapajareramagazine.com/carmen-amaya
Contradictorio es observar que la “españolidad” parte del folklore gitano. El flamenco es símbolo de patria, de ancestro cuando la cultura flamenca procede de la gitana. La copla puede ser andaluza pero no el flamenco. Contradictorio país que absorbe raíces de quien desprecia con saña.
En Cantabria se produjeron los mismos problemas que en el resto del país. Hay que pensar que la población gitana del norte es escasa frente a Andalucía donde están el 80% de romaníes. En los años setenta y ochenta se produjeron disturbios cuando se les concedieron pisos en la zona de Cazoña y se escolarizó a los pequeños en colegios integrados por payos. Aún resuenan las voces discrepantes de vecinos de las zonas de posicionamiento gitano, sin óbice de que en las casas de los payos protestones sonara a diario las voces de Camarón, Paco de Lucía, Enrique Morente, La Paquera de Jérez o Lola Flores…Contrasentidos que tiene la ignorancia
Fueron los maestros, ciertas iglesias (curas párrocos y monjas) y también autoridades de izquierda las que se empeñaron en facilitar la vida y la cultura al pueblo romaní. En casos tuvieron que enfrentarse a las turbas con riesgos y criticas acervadas.
Hoy la población romaní camina lentamente hacia una equiparación social. Ya no hay leyes discriminatorias, ya los Guardias Civiles no pueden tirar el pote de comida ni impedirles el paso por caminos y pueblos pero como repite el amigo: “cuarenta años en la historia no es nada” Hace falta más tiempo para derrotar las mutuas desconfianzas y labrar una convivencia enriquecedora.
María Toca Cañedo©
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