«Cuando uno se pregunta de qué pasta estaban hechos los conquistadores, cabría considerar que también hubo conquistadoras, muchas de ellas mujeres anónimas que apenas han dejado rastro en los escritos, aunque fueron tan merecedoras como ellos de gloria y fama», relata Eslava Galán.
La conquista de América parece que fue obra solo masculina. Para bien o para mal, con las crueldades que son intrínsecas al invasor se nos ha trasmitido la idea de que fueron ellos los únicos aguerridos que conquistaron el Nuevo Mundo, quedando las mujeres a la espera de su vuelta o de su muerte, en su casa española.
No fue así en el caso de Inés Suarez, nacida en una familia modesta en 1507, en Plasencia, Extremadura, de madre costurera, oficio que hereda. Solo tiene una hermana, Asunción con la que está muy unida ya que su carácter áspero y poco comunicativo le impiden hacer amistades. Poco se conoce de la infancia y primera juventud de esta mujer, solo que a la edad de 19 años se casa con un comerciante malagueño, Juan de Málaga. Las finanzas matrimoniales no debían ir demasiado boyantes, o quizá las ganas de prosperar hicieron que Juan embarcara hacia las Américas con el fin de conseguir riquezas. Hace solo un año que se ha casado cuando Inés se queda a la espera del marido consolándose con las cartas que recibe puntualmente.
Han pasado diez años desde la marcha, Juan de Málaga no solo no ha vuelto con las riquezas prometidas sino que hace tiempo que no responde a las cartas de su esposa, que desesperada por el tiempo que ha pasado sin noticias decide pedir permiso al rey para embarcar hacia América.
Las mujeres tienen prohibido el embarque hacia el Nuevo Mundo, solo las prostitutas lo hacen. La obstinada Inés consigue el aval de dos personas importantes, el capitán Marañón y Juan de Garrote que interceden por ella ante el rey, consiguiendo el permiso de embarque. Los avales aseguran al monarca que Inés Suarez es una buena cristiana y que la guía la desesperación ante la falta de noticias del esposo.
Inés atraviesa el océano rumbo a América. Marcha con una sobrina como única compañía y carece de medios para vivir en el Nuevo Mundo. En 1537, desembarca en Perú donde no tiene noticias del esposo, emprendiendo viaje hacia Chile siguiendo las pistas que le sitúan allí, donde se entera de la fatal noticia. Juan de Málaga ha perecido en la batalla fratricida de Salinas que enfrentó a los hombres de Hernando y Pizarro contra Diego de Almagro por el control del Cuzco.
Inés, desolada piensa en tomar los hábitos, pero poco después solicita ayuda para su viudez recibiendo de la corona una exigua cantidad con la que adquiere unas tierras. Le han concedido también esclavas, con las que se dedica a coser los uniformes de la soldadesca, a curar las heridas producidas en combate, lavando sus ropas y menesteres similares.
Pedro de Valdivia vive cerca de la viuda. Comienzan a verse, estimulado por el arrojo de la mujer se siente atraído por ella, hasta comenzar un tórrido romance que les arrasa a ambos. Pedro de Valdivia tiene esposa que reside en España porque él no ha considerado adecuado que se traslade a América. Valdivia forma parte de las huestes de Pizarro, pronto junto con sus hombres atraviesa los Andes, el desierto de Atacama en la lejana Tierra de Fuego. Se hace acompañar de un grupo de hombres y también por su amante que marcha como criada junto a él. Inés, ha vendido sus tierras y con lo conseguido compra montura, espada y coraza para acompañarle. Aprende a luchar y en los enfrentamientos armados contra los indígenas pelea con arrojo y valentía, tanto que se gana el respeto del grupo que va a las órdenes de Valdivia.
Además de luchar, cura a los heridos siendo capaz de detectar con facilidad de zahorí el agua en Atacama, cosa que es de suma utilidad en las largas marchas por las tórridas tierras que pretenden conquistar. En 1540, las huestes de Valdivia, consiguen fundar Santiago de Nueva Extremadura, lo que más tarde se convertirá en Santiago de Chile. Deciden instalarse allí, mientras Pedro de Valdivia realiza incursiones en territorios indígenas. Inés Suarez, consigue en dos ocasiones deshacer sendas conspiraciones contra su amante, salvándole la vida al hacerlo.
En 1541, Valdivia no está en la ciudad, ya que ha marchado en una de las numerosas incursiones en territorio hostil. Se reciben noticias de que una gran cantidad de guerreros nativos liderados por Michimalongo, están rodeando la ciudad. Su propósito es la conquista de sus antiguos territorios además de liberar a siete caudillos que los españoles mantienen en las mazmorras de la fortaleza. Son más de 20.000 nativos los atacantes, aunque apenas tienen armas, se enfrentan con fuego y lanzas a las tropas españolas que sienten que la derrota está cercana. Inés Suarez, piensa primero, que deben mantener con vida a los caciques presos para negociar la posibilidad de una huida, pero pronto cambia de idea, proponiendo a los acuartelados que asesinen a los presos como forma de intimidar a los atacantes. Los hombres no se atreven; uno de ellos pregunta “¿Cómo les mataremos?” a lo que Inés, sacando su espada siega la cabeza del cacique, Quilacanta, que es uno de ellos, respondiendo: “así mismo”
Con su propia espada asesina de la misma forma a los siete caciques, encaminándose a las almenas de la fortaleza con las cabezas en sendas picas para mostrárselas a los indios que atacan, que intimidados ante la visión terrible de sus lideres decapitados, y el empuje de las enardecidas tropas españolas, que son impulsadas por Inés Suarez y su arrojo, emprenden la huida, salvándose de esta forma la ciudad quedando en manos criollas. Inés Suarez, se convierte en la salvadora de Santiago de Nueva Extremadura, y en personaje de leyenda.
Valdivia tiene enemigos, sus conquistas y prosperidad ha generado envidias. Es llamado por el virrey ya que hay varias denuncias contra él. Su prestigio le avala, pero le indican que si quiere que las denuncias se archiven debe dejar de vivir en concubinato con Inés Suarez, para las mentes cristianas criollas es demasiado escandalo la vida extramarital de Valdivia con una mujer con la que no está casado. Le obligan a renunciar a Inés exigiéndole que traiga a su esposa legal al país donde reside, cosa a la que Valdivia se pliega. Mariana Ortiz de Gaete, esposa del gobernador, nunca llegará al Nuevo Mundo porque muere antes de tomar tierra, pero Valdivia ya ha renunciado a Inés, y ha conseguido que se despose con uno de sus capitanes y leal amigo, Rodrigo de Quiroga, con el que vivirá en paz dedicada a actividades menos peligrosas y razonables, así como haciendo gala de religiosidad cristiana. Funda conventos, y mantiene su matrimonio hasta que la muerte, ya de anciana, le alcanza, en 1579 o 1580.
Inés Suarez, goza de merecida fama en Chile pero se mantiene un relativo anonimato de sus gestas en España. La escritora Isabel Allende, la sacó del anonimato con el libro, Inés del alma mía, hace poco tiempo, se ha realizado una serie romantizando su vida y quizá dejando de lado la violencia de su carácter resolutivo y el arrojo mostrado por una mujer en pleno siglo XVI.
María Toca Cañedo©
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