“Paloma quiero contarte
Que estoy solo que te quiero
Que la vida se me acaba
Porque te tengo tan lejos
Palomita, verte quiero”
Víctor Jara, poema/canción compuesto para Joan.
Joan Alison Turner Roberts, nació un veinte de julio de 1927 en Londres. Imaginamos que durante su infancia no podría intuir el devenir, amargo y grato de su vida madura. Su vocación por la danza da comienzo cuando su madre la lleva al Haymarket Theatre, para ver la coreografía La mesa verde, realizada por la compañía de danza alemana, llamada Ballet Joos. Joan, quedó deslumbrada por la plasticidad de la danza y al año siguiente cuando el ballet dirigido por Kurt Joos, regresa a Londres, ella vuelve al teatro, escabulléndose, al termino de la función y pide ver al director, Kurt Joos. Éste la recibe, ella le muestra su deseo de ser bailarina y de integrarse en su compañía. Hacía poco que la Escuela de formación Joos había cerrado las puertas, Kurt accede a verla bailar indicándola que tiene grandes posibilidades de formarse y más tarde buscarles para formar parte de su cuadro artístico.
Joan, comienza su formación de tres años en la Escuela de Danza Sigurd Leeder, previamente se le había concedido una beca para estudiar historia en la Universidad de Londres, a la que renuncia para seguir el sueño de convertirse en bailarina.
En 1951, acabados sus estudios entra a formar parte del Ballet Joos, con el que recorre parte de Europa, actuando en Países Bajos, Suiza, Inglaterra, Irlanda, Alemania Occidental. Conoce al coreógrafo Patricio Bunster, de origen chileno, casándose con él en 1953 y viajando a Chile donde ingresa, de la mano de Patricio, en el Ballet Nacional Chileno como bailarina y más tarde como coreógrafa.
Poco después pasa a dar clases en la Universidad de Chile de danza. Patricio se ha enamorado de una bailarina más joven, a la vez, Joan queda embarazada de su primera hija, Manuela, lo que dilata la separación matrimonial, que se consuma al poco de nacer la pequeña .
Joan, se encuentra en un país extraño, con una pequeña a su cargo y siente profundamente el abandono de su compañero. La soledad y la tristeza le pasan factura debilitándose su cuerpo hasta la enfermedad.
Años después, contaría en un libro sobre Víctor Jara, como una tarde solitaria llaman a su puerta y al abrir encuentra la sonrisa amplia, de una boca d grandes dientes y unos ojos oscuros y risueños. Es su alumno de la Universidad, Víctor Jara, que recibe clases de expresión corporal, que enterado de su enfermedad va a visitarla con un humilde ramo de flores entre las manos.
Dejamos que sus palabras definan el estado por el que pasaba Joan en esos momentos:
“Cuando Patricio me dejó me sentí como una intrusa inútil y no deseada en Chile. Pero había pasado mucho tiempo allí y muchos de mis vínculos con Inglaterra estaban cortados. No soportaba la idea de volver ‘a casa’”
Jara tiene solo veinticinco años, Joan, se siente vieja a sus treinta, triste en la soledad del abandono, para ella el joven de las flores es solo un alumno amable. Tiempo después se encuentran en un café donde ella ha entrado. Está intentando recuperarse de la decepción amorosa, y ha estado de compras porque una amiga la invitó a una fiesta. Joan ha comprado de un vestido para esa fiesta que no la apetece asistir… Él la acompaña y le pide seguir viéndose. Aunque quedan, Joan, solo ve en ese joven -cinco años menor que ella y un mundo cultural de diferencia- un compañero que le proporciona paz y alegría. Siguen viéndose y en la Feria de Artes Plásticas, a orillas del río Mapocho, a donde Jara la lleva para conocer el folklore chileno y conocer a Violeta Parra, él le toma de la mano y ese contacto físico selló un amor que trascendió la muerte.
Poco después, Víctor Jara, y su grupo de teatro y música realizan una gira de seis meses por Europa, Joan, cree que ese tiempo y la distancia entre ambos, los separará pero no solo no es así, sino que las cartas que recibe del cantautor, llenas de dulzura donde le refiere sus experiencias por el continente europeo, cimentan la relación. A la vuelta deciden vivir juntos. Poco después nace la hija que tienen en común, Amanda Jara.
Ella sigue dando sus clases, realizando coreografías; Víctor se implica cada vez más en política. Apoya la campaña electoral de Allende, cuando sube al poder sigue con la dedicación política, soñando cumplir las utopías que definían su ideario. Es un tiempo, en que Jara la lleva a conocer la profundidad del país, las zonas marginadas, y a reconocerse con su gente. Las palabras de Joan que definen ese encuentro cultural:
“El hecho de que Víctor me llevara para compartir su mundo era una muestra de su amor por mí. Me introdujo en un mundo nuevo en el que fui aceptada con afecto, casi como una hermana. Ya no me sentía aislada de la mayoría de personas que me rodeaban. Ahora eran mi nueva familia”
Sigue recorriendo Chile llevando la danza a los lugares más remotos del país integrándose en el Ballet Nacional Chileno absorbiendo las danzas del pueblo chileno.
Fue también profesora de danza en la Universidad de Chile y creadora de la primera carrera de Pedagogía en danza infantil, proyecto al que se dedicó durante el tiempo que duró el gobierno de Allende, hasta que sucedido el golpe militar que cambió drásticamente el curso de su historia
El once de septiembre de 1973, cuando el general Pinochet, el ejercito y la CIA propician el golpe de estado que tumba la democracia y asesina a Allende, Víctor Jara es detenido cuando acudá a cumplir sus labores a la Universidad Técnica del Estado (UTE, actual Universidad de Santiago), por las por tropas del Ejército de Chile junto a otros profesores y alumnos. Encerrado, como cinco mil chilenos más, en el Estadio Nacional de Santiago, los milicos le torturan sin piedad destrozándole las manos a golpes para que no pudiera volver a tocar la guitarra. El dieciséis de septiembre, rematan al cantautor con cuarenta tiros…
Su cuerpo aparece el diecinueve de ese septiembre maldito, tirado en una callejuela de Santiago. Una vez realizado el entierro, Joan, se exilia junto a sus dos hijas. Torna al lugar donde nació con la terrible carga del dolor producido por el golpe militar. Decide cambiar su apellido por Jara, y desde entonces pasa a ser conocida como Joan Jara. Ama a Chile con todas sus fuerzas y toma la decisión de luchar contra la dictadura criminal de Pinochet mientras emprende el largo camino de la investigación sobre los detalles del crimen de Víctor Jara.
En los años ochenta torna a Chile, porque ya lo considera su tierra y junto a su ex marido Patricio Bunster, crean el Centro de Danza Espiral, especializado en investigar las danzas tradicionales y el folklore popular chileno adaptándolo al arte escénico. Sigue luchando por la verdad y en contra de la dictadura.
También crea el Centro de Danza Universidad de Concepción y la Fundación Víctor Jara para conservar su memoria, la obra poética y musical del hombre que se ha convertido en un símbolo mundial contra las dictaduras y sigue empeñada en encontrar la verdad y conseguir que los asesinos de Jara paguen sus culpas.
El tres de marzo del 2009, el Congreso chileno le ofrece la nacionalidad por gracia que es ratificada en el Senado chileno el cinco de mayo siendo la presidenta Michele Bachelet quien le confirma como ciudadana chilena.
En 2013, el trabajoso camino de investigación emprendido años atrás, da sus frutos y el juez Miguel Vasques, determina que Jara murió por los cuarenta y cuatro impactos de bala que le efectuó el teniente del ejercito chileno Pedro Barrientos. Éste vive en EEUU con nacionalidad norteamericana. Joan Jara, consigue en 2016 que un Tribunal Federal de Orlando le declare culpable de las torturas y el asesinato de Víctor Jara. Es condenado a indemnizar a la familia formada por Joan Jara, Manuela Bunster y Amanda Jara, con veintiocho millones de dólares. El juicio civil emprendido años atrás ha dado sus frutos y el empeño de esta mujer demuestra que los crímenes políticos no quedan impunes. Ha sido una lucha larga, frustrante, que no puede considerarse un triunfo sobre los criminales cómplices de la dictadura, porque quedaron muchos víctimas sin dignificar y demasiados criminales impunes.
En 2018, la Corte penal chilena condena a ocho militares que colaboraron en el crimen de Jara.
Joan Jara, ha muerto el día doce de noviembre de 2023, en su Santiago de Chile, donde quiso vivir, donde amó, fue feliz y sufrió la terrible perdida del amor de su vida.
María Toca Cañedo©
Me encanta el relato. Estas son para mí las vidas auténticas: para con uno mismo y para con los demás. Gracias por traerla aquí (ya la conocíamos aunque sin tantos detalles). Supone una forma de lucha por un mundo mejor.Un cordial saludo.
Es que son las que impulsan la vida. Las que hacen un mundo más vivible. Gracias Amparo por tu lectura y tus palabras
El amor no conoce fronteras, Chile ahora mismo está en un retroceso de derechos alcanzados con tanto sudor y lágrimas. Una historia de amor preciosa. Un saludo