A pesar de estar alejado de las latrias y las dulias de la mentalidad tribal.
De no aceptar la irrealidad de la mentira.
De no tener una patria guardiana de esencias originarias que me proporcione certezas.
De no ser peleón en demasía.
De no tener ninguna capacidad especial
en la que sobresalir para ser recordado, salvo la pereza.
De aburrirme todo tipo de oropeles políticos, sociales y culturales.
De ser un descreído nato,
en el vocinglero culpar de moda,
del impacto que sobre la salud del planeta provocan los que ni viajando, ni comiendo mueren de hambre gracias a la gula
de los hartos.
Y a pesar de todo ello,
tengo miedo sobre los tiempos sombríos que vendrán,
por las pesadillas que como el dolor o las risas me asaltan cada mañana
al despertar,
igual que las que supuestamente debieron asaltar al fratricida Caín,
tras cometer el primer crimen literario
de la historia de la humanidad.
Enrique Ibáñez Villegas
Imagen de Aureliano Sáenz
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