Ahora que se está acabando el tiempo.
Ahora que ni la religión ni la ficción sirven para explicar el mundo.
Ahora que la temperatura de la tierra se dispara
como si anunciase la llega del apocalipsis.
Ahora que los polos mueren gota a gota a causa del deshielo.
Ahora que las lluvias torrenciales convierten ríos y pantanos en tierras de secano.
Ahora que mares y ríos se han convertido en putrideros de desechos.
Ahora que sabemos que los recursos energéticos del planeta son finitos.
Ahora que los virus nos atacan a través del aire
provocando muertes colectivas.
Ahora que vemos que la casa se nos está cayendo a pedazos, la queremos reformar.
Ahora que hemos vendido el alma al Sumo Sacerdote del Mercado.
Ahora que no nos atrevemos aun a condenar abiertamente la obra de nuestra propia guerra.
Ahora, que hemos matado la tierra
y que las bicicletas dejaron de ser para el verano,
queremos todavía adaptar la realidad de la muerte
a nuestras expectativas.
Enrique Ibáñez Villegas
Torrelavega 1/8/2022
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