Mi experiencia en el conocimiento de las enfermedades mentales es poco extensa. Recuerdo hace bastantes años, consultando a un psiquiatra de forma privada por un caso de drogadicción, me espetó que el problema de mi amigo se solucionaba atándolo a un silla tres o cuatro días…
Mi perplejidad se trasformó en mala hostia (disculpen el exabrupto pero no encuentro palabra más fina para definir mi estado) Pensé que esas formas de tratar a un paciente formaba parte de un tipo peculiar y poco profesional. He leído, escuchado y vivenciado la antipsiquiatría o la psiquiatría critica tan bien experimentada en los años setenta y ochenta por clínicos honrosos que abrieron las puertas de los psiquiátricos, dejaron de medicalizar y torturar a los pacientes ingresados devolviéndoles la dignidad y los derechos que toda persona tiene a vivir una vida plena. Como muestra tenemos lo experimentado en Betera, Valencia, con la integración social de gran numero de las personas internadas durante décadas que al ser tratadas con humanidad recuperaron una vida digna sin secuelas ni recaídas.
Pensaba que las contenciones mecánicas (ataduras durante días) los ingresos involuntarios, la medicalización excesiva hasta convertir a la persona en un vegetal inerte, eran cosa de un pasado olvidable.
Por mi tarea en la realización de las biografías de mujeres que llevo en https://www.lapajareramagazine.com he comprobado las innumerables veces que el talento, el genio, la independencia y la rebeldía en las mujeres que investigué, fueron tratadas como enfermedades psiquiátricas, internadas y algunas de ellas, destrozadas tanto mentalmente como físicamente. Se me viene a la cabeza el perdido genio de Ángeles Santos Torroella,https://www.lapajareramagazine.com/angeles-santos-torroella que de ser una pintora surrealista genial pasó a hacer retratitos pasteleros después de años de ingreso psiquiátrico y me enfada constatar como se pudo amputar un genio de esas características por no considerarse su talento “femenino”
Por no hablar de lo sufrido por nuestra amada Leonora Carrington. https://www.lapajareramagazine.com/leonora-karringtonAdemás de la cantidad ingente de personas anónimas que fueron trituradas en los inmensos y sombríos pabellones de los psiquiátricos de todo el mundo. El estigma de la locura nos produce desazón, un miedo ancestral que nos coloca ante nuestros propios fantasmas siendo quizá el motivo de tanto encierro e incomprensión. La sociedad “cuerda” no quiere ver los comportamientos que le parecen ajenos y torna la cara con demasiada crueldad ante lo diferente, que no patológico.
Durante años han sido cotidianas las lobotomías, los electroshocks, el Lumival, las duchas heladas, la humillación del pañal, de las ataduras durante días quedando al albur de los celadores y sanitarios indiferentes si no crueles, que “cuidaban” de los “enfermos psiquiatrizados” sumidos en el total desamparo puesto que las familias solían olvidarlos en los centros para siempre.
Pero como decía antes, estaba convencida que esas prácticas era cosa del pasado. De un pasado lejano y olvidado.
Pero no. Asistí a una conferencia del activista del Orgullo Loco, Rafael Carvajal, y lo que escuché , no solo del mismo Carvajal, sino de una joven que de forma cautelosa y anónima nos refirió su experiencia, me dejó trastocada. No solo no se han ido las practicas tortuosas de la psiquiatría antigua sino que ahora se las reviste con algo más cruel y sibilino: la sobremedicación de última generación con la que suple la psiquiatría la falta de rigor científico y ensayo clínico.
He de decir que he intentado contactar con psiquiatras tradicionales y ortodoxos y han declinado hablar conmigo, no sé si por menosprecio o porque no pueden ni quieren justificar el oprobio por lo que no tenemos la voz de la oficialidad y bien que lo sentimos.
Si usted padece cualquier enfermedad, antes del diagnóstico, la medicina le someterá a una batería de pruebas que demuestran lo que padece, el estadio en que se encuentra y el tipo de enfermedad. Usted podrá optar por ingresar, medicarse, someterse a las diversas terapias o no, la opción de cuidados paliativos y altas voluntarias pertenece a la libertad individual y nadie la discute. Incluso se nos ha concedido el derecho de la eutanasia. Salvo que padezca lo que llaman “enfermedad mental” concepto tan liviano que podemos intentar desglosarlo.
Si usted se suicida ante un desahucio ¿se considera enfermo depresivo o simplemente desesperación? Si usted se queda en paro, con la hipoteca o el alquiler por pagar, ¿se considera su tristeza patología o una consecuencia normal de unos hechos duros? Si usted sufre una perdida familiar importante, ¿el duelo es patologizable o la consecuencia normal del dolor ante la peedida? Recuerdo como por activa y por pasiva se me ofrecían medicaciones ante la perdida de mi hijo y mi consecuente dolor que palié de forma muy sana, llorando y formando parte de un grupo de duelo donde, guiadas por una magnifica terapeuta, un grupo de madres drenábamos nuestro dolor. Me negué al paliativo falso que me ofrecía la química en el convencimiento que yo no estaba enferma. Mi duelo me pertenecía y debía superarle con las ayudas precisas pero sin química, al ser un proceso natural y lógico ante la perdida de un ser tan amado.
La sociedad nos impone ser felices, parece que el estado natural del ser humano es la felicidad. Da igual que el capitalismo nos despoje de trabajo, casa y dignidad…hay que sonreír a la vida y ser dichoso porque la tristeza es enfermiza. Se considera símbolo de debilidad porque los/as fuertes no lloran. Los duelos hay que soslayarlos, la tristeza eludirla y la desesperanza atraparla con la química. Por no hablar de las causas sociales de nuestros desajustes emotivos. Si sufrimos un malestar emocional, lo lógico será averiguar el porqué, no doparnos para sobrellevar el trabajo que nos explota, la pareja que nos humilla o la vida insatisfactoria que nos abruma. La química debiera ser un paliativo puntual y muy preciso en casos de verdadera patología, no la adormidera social en que se ha convertido. Claro, que de ser así, las fortunas generadas por la medicalización de la gente no serían tan estratosféricas como son.
Si la persona sufre de psicosis…o dicen otros que sufre de psicosis, las cosas se ponen feas de verdad, convirtiendo al presunto enfermo en preso de un sistema que tritura su libertad y la capacidad humana de autodirigirse.
Según la psiquiatría, así se define la psicosis: “se trata de una enfermedad mental que puede ser transitoria o persistente, que hace que la persona pierda contacto con la realidad. Cuando ello ocurre, pueden tener lugar dos situaciones: los delirios y las alucinaciones”
Tiene diversidad de procedencias, drogas, herencia genética, alcohol, brotes espontáneos, enfermedades cerebrales, virus…
Claro que lo diagnostican a ojo. Sin pruebas, sin análisis y sin demostración científica de su diagnóstico. Puro empirismo. Porque en el cerebro humano todo está por hacer y por investigar. No hay nada demostrado ni confirmado… Los psiquiatras son como antiguos chamanes que ni auscultan ni estudian; diagnostican a ojo y medican ¡cómo medican! con la alegría del neófito.
La frase más repetida en las consultas psiquiátricas es “vamos a probar…” me confirman los integrantes de Orgullo Loco. Y se prueban medicaciones que pueden producir efectos secundarios terribles, que dejan a los pacientes doblados durante días, incluso a veces los matan, sin más consecuencia que una sonrisa de disculpa y a probar otra cosa. Cierto es que ahora hay donde elegir porque los fármacos antipsicóticos de segunda generación están en el mercado llenando los bolsillos de las grandes farmacéuticas.
Les dejo unos ejemplos de grandes fiascos que han producido una dramática iatrogénia:
La Hidrocona y el Oxycotin y luego el Fentanilo, un narcótico sintético de origen chino es 50 veces más adictivo que la heroína, han hecho su agosto entre los profesionales de la psiquiatría que se prestaron, felices ellos, a dar con la “bala de plata” en el centro mismo de la enfermedad mental.
Refiero varios ejemplos de lo que contamos:
La epidemia de opioides en Estados Unidos empezó en la segunda mitad de la década del 90 y las víctimas siguen contándose en decenas de miles cada año.
Según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) de EE.UU., «entre 1999 y 2019, casi 500.000 personas murieron a causa de una sobredosis relacionada con algún opioide, ya sea ilegal o recetado por un médico».
Solo en 2019, alrededor de 136 personas murieron cada día a causa de una sobredosis de opioides y representaron más del 70% de las muertes por sobredosis de drogas.
El estado se ha convertido en el gran camello que “pasa” de forma completamente legal los opioides que matan.
Les refiero una historia de “éxito” al estilo americano que nos confirma la industria montada alrededor de las patologías psiquiátricas :
La familia Sackler, es una de las sagas más poderosas de Estados Unidos, incluso más rica que los Rockefeller, también de las más discretas y filantrópicas, al punto que les llaman «los Medici del siglo XX». Lo que pocos conocen es que la escandalosa fortuna de los Sackler, con la que ofrecen becas, compran arte, crean fundaciones e instituciones, patrocinan salas en el Louvre y en el Museo Británico, abren escuelas en Israel y fundan decenas de programas científicos, académicos y culturales por todos lados, tiene un pasado oscuro.
Los Sackler, son fundadores y dueños de la farmacéutica Purdue Pharma que produce -entre otros- el calmante a base de opioides OxyContin. En 2006, fueron demandados por más de 500 ciudades, condados y comunidades tribales de Estados Unidos.
La demanda fue interpuesta en un tribunal federal de Nueva York, acusa a ocho miembros de la familia Sackler de violar la ley intencionadamente «para enriquecerse con miles de millones de dólares mientras cientos de miles de personas morían” La demanda asciende a 6000 millones de dólares por haberse enriquecido a costa de provocar en millones de personas una adicción a sus fármacos. Ocultaron, de forma premeditada, que el principio activo era altamente adictivo y peligroso. Por supuesto, la familia Sacker, niega los hechos. Acaban de ser condenados a indemnizar a las víctimas.
La farmacéutica estadounidense Johnson & Johnson (J&J) deberá pagar 572 millones de dólares, después de que un juez de Oklahoma determinara que la compañía contribuyó a fomentar la crisis de opioides que afecta a Estados Unidos.
Según consideró el juez Thad Balkman, la fiscalía logró demostrar que J&J contribuyó a crear un «perjuicio público» en su promoción engañosa de analgésicos recetados altamente adictivos.
«Esas acciones comprometieron la salud y la seguridad de miles de habitantes de Oklahoma«, dijo en su fallo el juez Barkman.
Y estos, queridas mías, son las empresas que convencen a la psiquiatría oficial del beneficio de sus medicamentos, que por supuesto, reconocen los galenos que son meramente paliativos de las psicosis, puesto que jamás han curado a un paciente psiquiátrico. Ni el trastorno límite de personalidad, esquizofrenia, trastorno obsesivo compulsivo, paranoides o depresivos, tienen curación, según los galenos. Jamás un paciente psiquiátrico tratado por la psiquiatría oficial se ha curado…Como mucho ha paliado los síntomas…con suerte, porque demasiadas veces la enfermedad son los tratamientos, los protocolos y los terribles efectos secundarios que producen.
Y son precisamente esos ensoberbecidos médicos quienes obligan a los pacientes psiquiátricos al ingreso obligatorio, niegan o dejan en manos del juez, las bajas y medican a la fuerza porque, insisto, que si cualquier enfermo tiene derecho a la salud o a renunciar a tratamiento, el paciente psiquiátrico, no, como decíamos en un principio.
Se les considera un peligro para la sociedad, falacia que se desmonta por si sola ya que los delitos imputables a enfermos psiquiátricos de verdad son mínimos. También se les considera un peligro para si mismos…Ellos, no la sociedad capitalista que los arroja fuera del sistema al menor atisbo de problema. Alguien me podría explicar ¿por qué una psicosis es peligrosa para quien la padece y un despido o un desahucio, no?
Hoy, en los hospitales psiquiátricos de España, se saltan todos los derechos humanos y se tortura sistemáticamente a los internos/as. Las personas integrantes del grupo combativo Orgullo Loco nos aportan diversos testimonios que hemos ido recabando a lo largo de la investigación para el artículo.
Las contenciones mecánicas (que dulce la neolengua para definir las ataduras con las que son inmovilizados durante días) se realizan nada más ocurrido el ingreso. Aunque sea voluntario. Diversas personas me cuentan que ante el temor de una crisis psicótica han ingresado de forma voluntaria. Llegaron caminando a los centros asistenciales sin ninguna agresividad ni pulsión pero fueron atados durante días a la camilla, con pañal, que se les cambiaba al cabo de muchas horas. Imagínense con las manos y pies atados a la cama haciéndose las necesidades durante horas…Imaginen la impotencia y la desesperación que lógicamente produce agresividad…por la que se les medica fuertemente.
Como broma, Rafael Carvajal nos cuenta que lo único curativo es la calma obligada que se autoproducen los pacientes para ser soltados cuanto antes porque las «amables”» cuidadoras avisan: “no te suelto hasta que te portes bien” o “cuando acabe de cenar te soltaré” Me pregunto si les atan porque son un peligro o un incordio. Si les atan por su seguridad o para poder ellos hacer su trabajo sin interrupciones molestas.
La sobremedicalización está a la orden del día. Si el paciente se niega a tomar lo prescrito por un terapeuta que los ve durante diez minutos, se le inyecta (recuerden, están atados) No se les escucha, ni se atienden sus necesidades. El paciente se ve obligado a interpretar el papel de cordura obligada, a ser “bueno/a” a mostrar una docilidad que le reducirá el “castigo” terrible del ingreso.
En muchos casos esta indiferencia y la nula escucha ha producido la muerte, como ocurrió con Andreas Fernández González que ingresó en el Hospital Psiquiátrico de Asturias, se la mantuvo atada durante 74 horas porque sufría convulsiones hasta que murió. Sus convulsiones eran debidas a un ataque de meningitis… https://elpais.com/sociedad/2019/04/25/actualidad/1556173732_199105.html
Esta muerte levantó tanta polvareda en el país que los locos comenzaron a salir del armario asistiendo, como me dice Rafael, a su propio Stonewall surgiendo la idea de asociarse en torno al Orgullo Loco.
El Orgullo Loco, además de celebrar un día de lucha en donde se manifiestan y reclaman sus derechos, reúne a un grupo de personas patologizadas que deciden unirse, acompañarse cuidándose y luchar por la dignidad de sus características vitales. Niegan la enfermedad, consideran que hay diversidad de personalidades, que la sociedad impone unos sesgos a los que no toda persona quiere o puede adaptarse.
Rafael nos cuenta que él hace teatro vanguardista. En sus funciones grita, se desnuda, habla de forma gutural…y le aplauden. Si realizara eso mismo en la calle, le apresarían por loco. Fátima Massoud, portavoz de Orgullo Loco, cuenta que, en el cumpleaños de su sobrina, la pequeña llevaba un disfraz de Frozen, de haberlo llevado la abuela hubiera sido tachada de demente y si lo llevara ella, de loca.
Ellos/as se sienten bien en la piel que les ha tocado, se saben diferentes como cualquier ser humano, con matices y particularidades. No les incomodan sus peculiaridades, pero les abruma y les desespera la patologización que hacen de ellas la psiquiatría oficial.
Muchas de las personas que integran Orgullo Loco, tienen estudios, trabajan, tienen parejas, viven solos/as o en compañía, llevan vidas completamente normales, como cualquier otro miembro social. Tan solo quieren vivir en paz. “Que nos dejen en paz” repite una y otra vez Rafael Carvajal, activista, profesor de inglés, que vive con amigos y con pareja y que en sus últimas crisis, en vez de optar por un ingreso, probó una extraordinaria terapia: hablar con su amiga del alma, contarle como se sentía mientras ella le calmaba y escuchaba.
Que gran medicina acababa de descubrir el amigo Rafael, “la curación por la escucha”. El sanamiento por la amistad y los cuidados mutuos.
Pedimos, clamamos por una total erradicación de los métodos medievales de tortura que practica, a día de hoy, la psiquiatría oficial. Métodos que están condenados y totalmente superados por la medicina científica y el sentido común.
A continuación os dejamos las exigencias de Orgullo Loco.
Manifiesto Orgullo loco
– Nuestras voces sean escuchadas y tenidas en cuenta y que éstas sean las que marquen la ruta de nuestros proyectos de vida y determinen nuestro bienestar.
- Se garantice el cumplimiento de la “Convención sobre los derechos de las Personas con Discapacidad”, de Naciones Unidas, ratificada por más de 170 países entre ellos España.
- Se nos brinde información comprensible, suficiente y veraz sobre todos los ámbitos de nuestra vida.
- Se nos permita decidir sobre nuestras propias vidas y nuestros tratamientos.
- Se nos proteja contra la tortura y los tratos crueles y degradantes, tanto psíquicos como físicos; es decir: cero contenciones, cero aislamientos, cero ingresos involuntarios, cero imposiciones, cero sobremedicación, cero abortos involuntarios y cero esterilizaciones.
- Se garantice que la salud mental sea una prioridad en las políticas públicas. Las políticas de salud mental deberían abordar los «desequilibrios de poder” en lugar de los “desequilibrios químicos”.
- Se elimine la cuádruple opresión que sufren las mujeres psiquiatrizadas por ser mujer, sujeto colonizado, pobre y loca.
- Se despatologice la infancia y la adolescencia que lleva a su consecuente psiquiatrización.
- Se implementen medidas económicas y sociales para garantizar que todas las personas tengamos una vida digna y con nuestras necesidades básicas cubiertas.
- Se cumpla el derecho al trabajo de las personas locas, teniendo en cuenta sus ritmos, capacidades y peculiaridades. Tanto de forma autónoma, por cuenta ajena, en forma colectiva y, especialmente, en cualquier categoría de la función pública.
- Se cumpla el derecho a la vivienda y a elegir cómo, con quién o quiénes convivir, negando el negocio de las residencias que terminan siendo cárceles encubiertas.
- Se prohíba y combata el uso coercitivo de drogas psiquiátricas como requisito de acceso a prestaciones sociales o recursos habitacionales.
POR ÚLTIMO: exigimos el respeto y la dotación presupuestaria para garantizar el cumplimiento de los derechos sociales, impulsando una protección específica para las personas con diversidad mental. Por estos motivos, y porque celebramos nuestra diversidad, nos unimos a la llamada del Día del Orgullo Loco, para desmitificar, en primera persona, el estigma que llevamos soportando demasiado tiempo. Somos dueñ@s de nuestra vida y nuestra historia. Ni culpa ni vergüenza: ¡Orgullo!
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Solo esperamos que este clamor encuentre debida respuesta en las instituciones. Hasta ahora, ha sido solo Unidas Podemos quien ha consignado la petición de una Ley Integral de Salud Mental, solicitando el no internamiento u hospitalización y un Defensor del Paciente de Psiquiatría. Echamos de menos al resto de grupos políticos para que se impliquen en solventar una problemática que arroja muchas víctimas a la vida diaria.
María Toca Cañedo©
De nuevo,bravo por esta periodista!
Enhorabuena por el artículo, por la temática tratada que es muy compleja y sobre la que hay muchos tabúes y por tu valentía a la hora de contar lo que te ocurrió y como afrontas te el duelo. La psiquiatría es algo que todos intuímos como un parapeto que defiende el injusto y perverso orden establecido.
Creo que tendremos que volver al tema…Da para mucho y voy escuchando voces que así me lo confirman. El dolor y el horror se dan la mano en unos protocolos que debieran revisarse porque son medievales. Gracias José Miguel, Ana por vuestra lectura y opinión.