Nacida esclava en 1853, en la ciudad texana de Waco, hija de un maestro mestizo indígena de la nación de Creek, John Waller, y de una negra mexicana, Marie del Lather, quedando huérfana a los tres años siendo adoptada por un tío, Oliver Gathings. Conoció el racismo más absoluto viendo directamente los linchamientos que hacía el Ku Klux Klan de forma continua. Durante su primera juventud era llamada Lucy González.
En 1871 conoce al antiguo soldado confederado Albert Parsons, que durante la Guerra Civil había recibido un tiro en la pierna y vivía amenazado de linchamiento por la defensa que realizó a favor del registro de votantes negros. Se casaron de forma clandestina ya que Parsons era blanco y los matrimonios interraciales estaban prohibidos. Pronto huyeron de Texas a Chicago por las amenazas recibidas. Tuvieron dos hijos.
En Chicago se instalaron y pronto Albert encontró trabajo en una empresa tipográfica . Para entonces el activismo de Parsons había evolucionado hacia el anarquismo y a un sindicalismo activo. Lucy se estableció en su casa con un pequeño taller de costura donde realizaba encargos de vestidos para las vecinas. Ambos se involucran en la lucha y forman parte del movimiento revolucionario anarquista y en defensa del movimiento obrero, a favor de los presos políticos, de afrodescendientes.
Chicago era en ese tiempo una próspera ciudad industrial que en 1880 entró en crisis. La explotación laboral en la industria era terrible, jornadas de 14 a 16 horas extenuantes, con sueldos de miseria, explotación a mujeres y niños que trabajaban de sol a sol , llegaron a convertir a la masa trabajadora en indigentes. Lucy y Albert crean la Asociación Internacional de Personas Trabajadoras (IWPA) a la vez que fundan el periódico The Alarm donde ambos publican artículos combativos de defensa de los más débiles. Lucy Parsons, publica un libreto: “Dedicatoria a los vagos” criticando al empresariado explotador del momento. El artículo terminaba exhortando a los trabajadores a fabricar explosivos como forma de lucha activa ante la terrible explotación.
Lucy Parsons, era mujer, negra, anarquista, luchadora… todo un cóctel revolucionario para su época. Sus ideas se contraponían a las de su coetánea Emma Goldman que consideraba la explotación de la mujer desde una óptica meramente feminista, mientras Parsons, pensaba que la opresión venía de la mano del capitalismo, una vez exonerado el mismo la liberación de la mujer sería la lógica consecuencia. Se enfrentaron dialéctica e intelectualmente en varias ocasiones por la divergencia de sus ideas.
«Nosotras somos las esclavas de los esclavos. Somos explotadas más crudamente que los hombres. Cuando los sueldos deben ser rebajados, la clase capitalista usa a las mujeres para reducirlos (…) si cada hombre y cada mujer que trabaja (…) decide que debe tener lo que le pertenece por derecho (…) entonces no hay ejército lo suficientemente grande para vencerlos»
Fueron palabras pronunciadas por Lucy en algunas de sus conferencias que impartía a lo largo de la ciudad.
Otra de las divergencias que la separaban de Goldman era que esta abogaba por vivir una sexualidad libre y Parsons consideraba a la familia y al matrimonio un núcleo social imprescindible. Alegaba Parsons que para Goldman era fácil ser promiscua debido a que no podía tener hijos, mientras que para el resto de las mujeres el acceso a métodos anticonceptivos estaba vedado. Siempre mantuvieron una profunda divergencia.
La explotación laboral era terrible, los obreros se encontraban exhaustos por lo que se organiza una manifestación en favor de la jornada laboral de ocho horas. Más de 25.000 obreros y obreras se concentraron el día uno de Mayo de 1886, llegando a la plaza de Haymarket del centro de Chicago. Son atacados por más de cien policías que reprimen la marcha con violencia. Una bomba salida de algún mano desconocida mató a un oficial de policía, lo que supuso que el resto de la fuerza pública sacara las armas disparando contra los manifestantes matando a bastantes.
Fueron detenidos muchos manifestantes, entre ellos Albert Parsons. Durante su estancia en la cárcel se les torturó siendo las condenó muy duras. Tres obreros fueron a prisión y cinco a la horca, uno de los condenados a muerte era Albert Parsons, aunque en el simulacro de juicio se demostró sobradamente que ninguno de ellos tiró la bomba. Nadie presentó pruebas incriminatorias, se trataba de escarmentar a la clase obrera para que no levantara la voz. Claramente se trataba de descabezar el movimiento de los trabajadores. En conmemoración a esa manifestación y de la criminal represión se celebra en todo el mundo el uno de Mayo como Día Internacional del Trabajo. Los cinco condenados son los Ocho mártires de Chicago, que han quedado en el ideario popular como héroes.
Durante el juicio, Lucy Parsons estuvo entre el público, un testigo de excepción fue José Martí que escribió sobre ella:
“Allí la mulata de Parsons, implacable e inteligente como él, que no pestañea en los mayores aprietos, que habla con feroz energía en las juntas públicas, que no se desmaya como las demás, que no mueve un músculo del rostro cuando oye la sentencia fiera. Los noticieros de los diarios se le acercan, más para tener qué decir que para consolarla. Ella aprieta el rostro contra su puño cerrado. No mira; no responde; se le nota en el puño un temblor creciente; se pone en pie de súbito, aparta con un ademán a los que la rodean, y va a hablar de la apelación con su cuñado…
Durante año y medio que Albert estuvo detenido, Lucy desplegó todas sus fuerzas dando mítines, escribiendo y luchando de forma enconada por la libertad de los cinco detenidos. No lo consiguió, siendo ahorcados, Albert Parsons el once de Noviembre de 1897 , junto a sus compañeros, August Spies, Adolf Fischer, Louis Lingg y George Engel . Albert contaba 39 años y una vida dedicada a la lucha y el activismo. A Lucy no la dejaron despedirse de su esposo antes de morir.
«Nuestros camaradas no fueron asesinados por el estado porque tuvieran una conexión con la bomba sino porque estaban organizando a los esclavos del salario. La clase capitalista (…) creyó tontamente que matando a los espíritus activos del movimiento obrero del momento, iban a asustar a toda la clase obrera, manteniéndola esclava» Son palabras suyas que definen perfectamente el crimen pertrechado.
Poco después Lucy Parsons publica un libro escrito por Albert en prisión: “Anarquismo: su filosofía y base científica”, que se editó en 1892 por la editorial Libertad.
A partir de ese momento la vida de Lucy Parsons se dedicó al activismo a tiempo completo. Luchó por el sufragio femenino, la igualdad de salarios, el derecho al divorcio. En 1905 funda Trabajadores Industriales del Mundo. Imparte conferencias y participa en toda lucha donde su presencia fuera necesaria, además de seguir escribiendo contra las diversas opresiones. En 1939 se afilió al Partido Comunista.
Lucy Parsons murió en un incendio que se produjo en su casa, en 1942, con 89 lúcidos años. Un año antes, con 88, estando ciega, aún participó en una huelga dando un mitin con la fuerza que la caracterizaba.
El FBI saqueó su casa incautando una biblioteca de 1.500 libros, documentos y escritos varios. Fue considerada por ellos como la “insurrecta más peligrosa del mundo”.
Lucy Parsons ha sido obviada de la historia de la lucha sindical y feminista, cosa que no debiera ocurrir ya que fue de un enorme valor que una mujer negra, nacida esclava, supiera romper las cadenas del miedo y se convirtiera en una gran luchadora, equiparable para muchas con Louise Michel.
En su obituario Elizabeth Gurley Flynn escribió: «Ella no vivió en el pasado. Ella vivió para el futuro. Ella vivirá en el futuro, en el corazón de los trabajadores».
María Toca Cañedo©
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