
Primo Levi se felicitaba de no entender la monstruosidad que mostraban los esbirros de la Gestapo. Esa crueldad inútil unida a la ira no provocada que les hacía gritar y golpear sin descanso a los aturdidos prisioneros que bajaban aterrados de los vagones de la muerte. Opinaba que si llegáramos a entender el horror que anida en esas almas malvadas seríamos similares a ellos. Es precisamente la incomprensión de la maldad humana lo que nos diferencia de la bajura de esas almas de ponzoña.
Se dice que solo un diez por ciento de la población es psicópata (mucho o poco, es opinable) haciendo la salvedad de que ni todos los psicópatas son potenciales criminales ni todos los criminales son psicópatas. Es posible que muchos miembros de la Gestapo, de la camarilla dirigente del NSDAP pertenecieran a ese diez por ciento…pero no todos los que participaron por activa o pasiva en el genocidio nazi, lo eran. Como es plausible que ciertos dirigentes del mundo actual lo sean, pero no todos.
Viendo las imágenes -lo justo para horrorizarme y apagar- de Trump mofándose de los inmigrantes que residirán en la nueva cárcel rodeada de caimanes, realizando simulacro de como correr ante las fauces de los bichos que infectan la zona, mientras los gregarios que le acompañan reían sus “gracias” me preguntaba lo mismo que Primo Levi en ¿Esto es un hombre?
Mejor que no entiendas, María, me dije de inmediato. Mejor que te horrorices y te dañen hasta físicamente las imágenes de un orate tan malvado que es capaz de reírse de la posibilidad nada remota de que cientos de desgraciados inmigrantes sirvan de merienda a los caimanes de Florida. Porque si entendiera todo eso, si pudiera compartir la diversión del orate naranja, la que merecía ser bocado de caimán sería yo.
Hace pocos días escuchaba a un experto recién llegado de Gaza que aseguraba que los sionistas habían segado la vida de la clase intelectual palestina. Médicos, ingenieros, profesoras universitarias, abogados/as periodistas habían sido asesinados de forma sistemática por los engendros del nuevo nazismo sionista. A la vez racionan de forma perversa la leche de fórmula para que los bebés mueran de inanición. Las madres, hambrientas, depauperadas por la desesperada huida a ninguna parte, no tienen leche para amamantar por lo que es imprescindible suministrar a los bebés recién nacidos esa leche que los sionazis no dejan pasar. Los bombardeos de escuelas, de refugios, de hospitales donde la población infantil era mayoritaria, demuestra que, al igual que sus profesores nazis, aprendieron que un bebé recién nacido crece y puede convertirse en enemigo en el futuro. Mejor matarlos. Y a las madres, a cualquier mujer en edad de procrear. La siniestra política sionista ha descabezado por arriba y por abajo al pueblo gazatí. Eliminando la intelectualidad y cargándose el futuro asesinando a bebés. Tan trágico como cierto.
Si ustedes, desinformados/as, dudan de mis palabras busquen la información porque ahí está. Se trata de que la maldad sublimada es forma de gobierno llegando a la eliminación sistémica del pueblo palestino.La “solución final” que propiciaría el “Anchluss” al sionismo.
Se trata de una maldad exhibida sin pudor porque en eso se diferencian de sus profesores de las SS. Los nazis ocultaban su genocidio con campos alejados de pueblos y ciudades; intentaron borrar las secuelas del horror, mentían a la población para mantenerles en la ignorancia de la existencia de los campos del exterminio. Los sionistas y los trumpistas no lo hacen. Al revés, exhiben sus artes malignas, se pavonean ante las cámaras con burlas siniestras que les aleja de cualquier comportamiento de humano y hasta de animal.
Jamás veremos en los comportamientos animales la exhibición de la crueldad, la magnificencia de la sofisticada perversión malvada. Esos tipos no pueden calificarse de animales, es posible que pertenezca a una especie indefinida que convendría estudiar para erradicarla.
Y con estas disquisiciones llegamos a las teorías desarrolladas por Hanna Arent, la archiconocida, banalidad del mal ¿Es normal en el comportamiento humano tamaña crueldad? ¿Cualquiera es capaz de las abyecciones sionistas y/o trumpianas? Déjenme decir que no lo creo. Si lo creyera, esta noche y muchas otras no podría dormir tranquila en la terrible certeza de que cualquier vecino/a podría convertirse en un monstruo, entrar en mi casa y apuñalarme entre risas.
https://www.youtube.com/watch?v=80lsG-Dcqdw
Los que atacan centros de refugiados o de niños en régimen de acogimiento, entran en el mismo espacio que los anteriores. No tengo duda que atacar a jóvenes, niños/as en completo desvalimiento y abandono, con la crueldad de la manada, o los que insultan, propagan bulos y linchamientos hacia la parte más frágil de la humanidad merecen entrar en la alacena de los sionazis, trumpianos y ejecutores. Al mismo nivel.
Pongamos que los que propagan y dirigen esas causas sean todos/as psicópatas, que les divierte la maldad, que se alimentan de producir sufrimiento en los semejantes más precarios, más depauperados. Pongamos que están entre ese diez por ciento que apuntan los expertos sociales ¿Y el resto? ¿Qué son los setenta millones de norteamericanos que votaron a Trump? ¿Qué son los que votaron a Netanyahu y ahora callan y otorgan razón al genocida? ¿Qué es el votante de Vox que comulga con el odio que predican los lideres hacia el inmigrante, gays, lesbianas, trans y mujeres feministas en general? ¿Será que los estudiosos del comportamiento humano se han equivocado y en vez de un diez por ciento de psicópatas, hay un cincuenta?
No lo creo, tornamos a lo de Arent. Muchos de los malvados, de los consentidores, coreadores gregarios de los malvados es posible que sean gente sencilla que acaricia perretes, cuida a su gatito y ama a sus hijos cuidándolos con mimo. ¿Qué ocurre entonces?
Me van a perdonar que responda con una boutade. Creo que a esa gente que se conforma y comparte la malvada condición de los genocidas, les falta imaginación y les sobra cobardía.
Estoy segura de que si ponemos delante del devoto de Abascal, Orban, Trump (no les van lejos Meloni o Ayuso) a un niño/a que atravesó el mar temblando de frío y hambre encima de una mínima patera, les temblaría la mano a la hora de lapidarles. Si contemplaran las lágrimas de una madre con su bebé asesinado en brazos, o a una palestina con sus senos secos y su bebé clamando de hambre, si tuvieran cerca al hijo que contempla desolado la casa derruida y los cuerpos de su familia desvencijados entre las ruinas…Si todo eso lo vieran los millones de personas que avalan a los genocidas ¿seguirían dando el voto y apoyando a los criminales? Si delante de un paisano de Arizona que siente devoción por Trump, un caimán devorara a un inmigrante y supiera que su jefe adorado ha buscado precisamente eso, ¿repetiría el voto? ¿darían la confianza a sabiendas de las criminales intenciones de su elegido?
Déjenme mantener un margen de ingenuidad, de confianza en la naturaleza humana y seguir creyendo, que no. No serían capaces de soportarlo. Podemos dudarlo cayendo en el desaliento humanamente comprensible, pero los tiranos y sus gregarios necesitan tiempo y adoctrinamiento para convertir en monstruos a la tropa que los secunda. Y drogas, muchas drogas que corren de mano en mano en todos los ejércitos o sicarios que hacen el trabajo sucio de los psicópatas.
Si la imaginación les mostrase en toda su crudeza el sufrimiento humano, si miraran a los ojos al pequeño/a inmigrante, a la madre palestina o al proscrito latino que maltratan, se tornaría la violencia hacia el genocida y harían con él lo que los presos de Maütahusen realizaron con algunos de los guardianes. O con Rudolf Höss que fue colgado de forma que su mirada paseara,antes de morir, por la entrada de los crematorios de Auschwitz .
Claro que la cobardía acompaña a la carencia imaginativa provocando que los pusilánimes, cuanto más medrosos y apocados, más se acerquen a los matones dirigentes. Ya lo veíamos en los patrios del colegio, el abusón siempre tenía una corte de gusarapos a cuál más torvo y cobarde.
Sería bueno torcer la dirección de los genocidas que despersonalizan a las víctimas, cosificándolas, y de esa forma anular la imaginación de los secuaces, evitando a dar nombres, identidad, o a reflejar con una foto fija a los seres humanos que los padecen. Es imprescindible humanizar lo que ellos despersonalizan.
No se me ocurre más que luchar con la palabra y el activismo incansable contra el horror. Si tuviéramos idea de cómo hacerlo mejor, creo que miles, cientos de miles de personas, lo haríamos. Porque, como digo, los malvados son solo un diez por cien de la población, el terrible problema es que los cobardes son muchos más.
María Toca Cañedo©
Deja un comentario