Haciendo resumen, me equivoco mucho.
Fue equivoco nacer donde nací
ya que pocos o nadie me esperaban;
fue equivoco crecer sin consistencia
buscando por esquinas la conciencia
que me amparara la soledad congénita y callada.
Erré tanto, mientras crecía
contemplando la vida como esquirla
y dejando al socaire el alma trémula,
que casi, en el trascurso, me quebranto.
Me equivoqué mucho amando,
besando bocas equidistantes de la mía
buscando piel, donde solo encontraba soledad
y al final, la pasión se desvelaba,
meramente, cuestión de la palabra.
Me equivoqué decidiendo, caminando,
andando por veredas escarpadas,
tomando licencia, dejando fuera
el sentido, la prudencia y la calma.
Al final, compruebo el desatino
de haberme labrado un camino
empedrado de errores, con la duda,
de haber perdido el tiempo y a deshora,
entender que me equivoqué tanto,
que hoy, quisiera volver hacia el principio.
Volver a nacer, construirme nueva,
no equivocarme, ser muy sabia,
hacer siempre lo correcto; sin dudar;
ser como ellos: los perfectos, sin fisura.
Luego me pienso: si no dudas y no te equivocas,
si no yerras, feneces y te asombras,
no vives, no arriesgas, tampoco amas.
Y me quedo, tan contenta con la historia,
imperfecta, errada, pero humana.
María Toca
Precioso tu texto, Maria. Son pensamientos que a mi me han asaltado muchas veces también, pero mi conclusión es igualmente que esos errores forman parte de mi, de mi bagage personal, y a ellos me debo sin avergonzarme de nada.
Un abrazo, Maria
Gracias Rosa Maria…es el milagro de la poesía, conecta sentimientos.