Mira a ver si detrás de malestares grupales, si detrás de tu «excesiva» sensibilidad, tus traumas biográficos, tu responsabilidad personal, tu parte en el asunto, tu tanto por ciento, tus eres muy intensa, tus ¿seré yo, seré yo? lo que existe simple y llanamente se llama bullying adulto.
O bien que no te acepten en un espacio grupal de forma manifiesta y ostentosamente. Con violencia sutil o expresa.
O bien que tras las heridas que pretendemos cargar a la individualidad se nos olvida que existe biológicamente hablando la depredación grupal y el hostigamiento al que parece más débil o hacia quien aparentando ser fuerte y solvente muestra su grieta o se le ve su herida de lejos.
Mira a ver.
Mira a ver si tú has formado parte del hostigamiento a la rara, de la crítica explícita al diferente, del silencio cómplice, de las risas al pasar por el lado de quien está solo.
Mira a ver si has sufrido que no cuenten contigo para planes, reuniones laborales, que tus palabras sean anuladas ad infinitum sin razón posible y que tu firma no se encuentre en la felicitación de cumpleaños de alguien con rango grupal.
Mira a ver si no has recibido que te aparten a la esquina de la chivoexpiatorización en la familia, al silencio helado sin razón o a la demonización gratuita.
Mira a ver si tus células saben algo del dolor de grupo.
Y mira a ver si lo replicas y te calmas cuando alguien más lo padece en una suerte de a ti también te ocurre miserable.
Mira a ver.
Miremos a ver a quién dejamos sin defensa o apoyo posible, moviendo la cadera para no observar el paisaje del acoso ajeno.
Porque mañana podemos ser nosotros.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
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