No podemos evitar respirar de alivio al esquivar la bala que amenazaba durante días, meses tal vez, y que nos ha pasado rozando la frente. Suspiro aliviado que hemos exhalado la parte racional del país. No, no es que llame irracional a quien no sea de izquierda, dios me libre, es que esa “derecha” que padecemos en España, post trumpista, no es racional, se pongan ustedes como se pongan.
No lo es porque han estado aplaudiendo en silencio cuando los oligofrénicos se reunían en Ferraz o en los aledaños de las sedes socialistas, volcando bilis e insultos además de amenazas nada veladas. No lo es porque toda una presidenta de Comunidad, suelta un “hijoputa” en el palco de invitados del Parlamento español sin que nadie la expulse o la amoneste, al revés, haciendo befa de la frase en la sede popular madrileña. Claro que ese insulto tan “español” no dice nada de Pedro Sánchez ni de su madre, pero a doña Ayuso la define como la choni iracunda que es. Y en sus filas le ríen la gracia.
Al igual que durante las horas siguientes en que la votación del Parlamento hacía presidente a Sánchez, en el twiter (X) oficial del PP se señalaba con foto, nombre y apellido, a los parlamentarios del PSOE, para que su cachorritos puedan identificarlos perfectamente con el fin de efectuar el acoso, o lo que sea. Todo fetén de democrático. Todo muy racional…Si les hubieran puesto la diana en la frente ya emularían a la perfección a quienes tanto exorcizan.
Asalto a sedes, vandalización y ahora, por mor del señalamiento oficial, libertad de ataque al diputado/a socialista. ¿Racional o trumpista?
Por eso, inmediatamente del suspiro de alivio y de la conversación vertiginosa con mi familia, a una le torna el desasosiego, porque lo vivido estos días y, me temo mucho, que seguiremos así una larga legislatura, ha sido de alta intensidad. Tanto que he recordado uno muy similar. El vivido aquel lejano día 23 de febrero de 1981. Sí, no exagero. La incertidumbre, la incredulidad ante hechos vergonzoso, el desamparo y el recuerdo de todo lo referido por mi abuela y lo visto en las carnes (pobres y escasas carnes) de mi abuelo, me asaltaron aquel infausto día y se han repetido ahora.
La incredulidad ante la repetición de unos hechos que han sido pauta y castigo de un país que parece fundado por la saga directa Caín. El desamparo de sabernos reos de cualquier violencia, de cualquier acoso, de cualquier condena. El desasosiego, por intuir que esto no acaba, que seguiremos así años y años, tal como nos retrató Goya en sus grabados, matándonos, achicharrándonos cada poco sin piedad y con la misma crueldad en una rueda infame de la que no podemos resarcirnos.
Que la amnistía es polémica es algo lógico, lo que nos deja en perplejidad es cómo resuelve esta derecha la disensión. A garrotazos. Las personas que nos siguen desde hace tiempo conocen perfectamente mi posición en el tema del Procés. Nunca, jamás debió salir de los cauces políticos. Nunca se debió humillar de la forma que se hizo al Parlamento catalán que tomó decisiones soberanas que fueron arbitrariamente, anuladas. Jamás se debió aplicar el 155, ni golpear con saña a gente pacífica que iba a votar (que sí, que era ilegal el referéndum, tanto como saltarse un stop y a ningún policía se le ocurre liarse a mamporros con quien lo hace)
Las imágenes de aquél uno de Octubre de 2017, así como el indecoroso discurso real, las tengo grabadas en mi retina con el espanto que me produjeron en su momento. Golpear a quien vota no es de recibo más que en las dictadura. Por eso, yo, fíjense, desde el primer momento, clamé por enmendar los errores del estado central, critiqué el apoyo del PSOE a ese 155 de la vergüenza y me pareció criminal todo lo que se hizo con el pueblo catalán. Esa fue mi postura que les aseguro mantengo totalmente.
Aun con ello, entiendo perfectamente la postura contraria. Es más, tengo amigos/as que disienten de mi forma de ver el problema. Lo discutimos, incluso con pasión. Ellos defienden sus posturas y yo las mías…pero jamás, nunca se nos ocurriría acusarnos de anti españoles, de etarras, de terroristas y de traidores. Jamás. Porque somos personas racionales y esa racionalidad se demuestra en la disidencia. Cuando todas estamos de acuerdo, todo es fetén y no hacen falta los principios, es precisamente, cuando se contempla con diferencias importantes la sociedad, cuando cobra importancia la cultura cívica inherente a personas civilizadas e inteligentes que disienten, discuten pero no se agreden.
Esa quisiera yo que fuera la tónica del parlamentarismo. No me malinterpreten, no hablo de pasteleo, en absoluto. Me encanta la disputa apasionada y voraz en política, les confieso que disfruto lo más grande, escuchando los sarcasmos de Rufián, de Sánchez, de Esteban, o de Matute (este es el más blandito de todos, aunque el más atractivo…que una mantiene los ojos aunque no la prestancia) Me gusta la caña, la semántica dura en el Parlamento, pero el chonerismo es tan desagradable que me apesta, porque denota falta de ingenio, basteza moral y penuria cultural. Es tan fácil llamar hijoputa al adversario en sede oficial y tan poco original que molesta. Dice tan poco de alguien de la que se espera algo más, aunque solo sea porque lleva en los aledaños del poder tantos años como Ayuso. Aunque, les confieso, que me apesta más ver a los acólitos y adeptos aplaudiendo las bajuneces de su lideresa. Porque denota un pueblo soez, inculto, violento, bajo en instintos. Y no me gusta.
Nunca votaría al PNV, ni a la CDU alemana, ni a ninguna derecha, pero me sentaría gustosa y feliz a debatir con su gente, y muestro mi admiración por el talante y el talento de la señora Merkel y de otros lideres de la derecha , así como me entusiasma la mesura y los programas sociales del PNV en Euskadi…que para el resto de España los quisiera. Y sí, ya sé que son muy de derechas.
El problema es que el trumpismo ha hecho escuela y se adueña del terreno patrio. Mi padre (tantos/as padres), me hablaba de sus complejos ante el mundo debido a su falta de cultura, a sus carencias educacionales pero ahora eso mismo se exhibe con la chulería de quien siente orgullo de su inapetencia cultural y social. Ahora, decir hijoputa en el Parlamento se corea y se ejemplariza como algo a imitar.
Recuerdo las miradas de conmiseración y las criticas cuando la gente de Podemos, llegadas del 15M, accedieron a las bancadas parlamentarias. ¡Oh! no llevan corbata. ¡Oh, llevan coleta o rastas! ¡Oh, llevan un bebé! Decían escandalizados ¿recuerdan? Todo muy mal visto. Claro que para la derecha clásica de nuestro país, el barniz es de reglamento aunque el interior sea pura hez. Sepulcros blanqueados los llamaba aquel al que rezan tanto. También expulsó del templo a los mercaderes…
Yo si fuera creyente temería que un día apareciera por las Cortes y demás estamentos del estado fustigando con ganas a esta grey.
Por eso, después del suspirito de alivio, créanme, satisfacción y tranquilidad…de poca a nada. Nos esperan tiempos duros, sin duda.
María Toca Cañedo©
No me parece adecuado el uso de la palabra «oligofrénicos» en el segundo párrafo.
Lo entiendo. Por si no lo sabe, esa palabra es una forma elegante de llamar idiota, disminuido mental, retrasado, a alguien. Y si no le parece adecuada, reitero, lo siento. No la escriba usted.
Gracias por su lectura y crítica.
Esto es lo que ha hecho el PP de Ejea de los Caballeros, lo peor es que se creen con el derecho a hacerlo.
Publican un anuncio en su boletín oficial, que claro se ha filtrado de inmediato a las redes, en el que señalan a los ediles del PSOE y de IU con nombres y apellidos con el siguiente texto:
«Ejea recordara siempre a que estos ejeanos votaron sí a la amnistía, si a la malversación de dinero publico, si a Puigdemont, si a las acciones terroristas de los CDR contra la policía y la Guardia Civil, si a los Jordis, si a la confrontación, si al odio, si a la desigualdad..»
Se definen sólos.
Como digo en el artículo, copian como buenos alumnos, lo que se hacía en los años de plomo en Euskadi. Les falta, únicamente, la diana en la frente. Son tan malvados como imbéciles, porque no creo que ese señalamiento sea del agrado más que de los violentos, como ellos. Mal perder que tienen, y nulo sentido democratico.