NO LEAN ESTO Y SIGAN SIENDO FELICES

Uno de los proyectos más luminosos puestos en marcha por la segunda República española fue el de las denominadas Misiones Pedagógicas. Con una población en la que un 44% eran analfabetos, el Gobierno republicano, presidido por Niceto Alcalá Zamora, inició un proyecto con el que se pretendía disminuir dicha tasa. Pero no sólo esto, si lo importante era reducir drásticamente la cantidad de analfabetos ubicados fundamentalmente en las zonas rurales, no menos importante fue el objetivo de mejorar la calidad de la enseñanza pública, recogiendo y concretando los principios educativos de la Institución Libre de Enseñanza, donde del memorismo se pasara a la experiencia, del aprendizaje mecánico al razonamiento, del pensamiento dirigido, cuna del acriticismo, al pensamiento autónomo.
Hoy, en la España del siglo XXI, me pregunto si serían necesarios este tipo de proyectos. Precisamente, en momentos como el que vivimos, en que una ola de populismo neofascista nos amenaza y, además, vivimos inmersos una crisis climática y medioambiental de dimensiones nunca conocidas. La respuesta a ambas cuestiones exigirán cambios de paradigma muy radicales, en relación con la redefinición de la democracia y de nuestro modus vivendi, es decir, el impuesto por un modelo económico que se ha demostrado voraz con el planeta. En resumen, necesitamos una población mayoritariamente educada en valores que aseguren estos procesos y crítica para abandonar los presentes.
Desde mi punto de vista, la educación se hace hoy más necesaria que nunca, pero ¿Quién educa hoy a la ciudadanía? ¿Sólo las instituciones académicas? ¿Son la Escuela, el Instituto o la Universidad las únicas fuentes de educación?
La respuesta es forzosamente negativa, la Instituciones educativas no sólo han perdido influencia sino que, hoy por hoy, son incapaces de hacer frente a la ola de alienación y “analfabetismo” (tomando éste como la incapacidad del individuo para hacer una análisis autónomo y crítico de la realidad que vive, ya sea a través de los textos audiovisiuales o de los textos escritos) que asola nuestro país. La lucha contra los Medios de Comunicación de masas, contra las propias redes sociales se hace con una desproporción gigante.
Si en otros tiempos, la familia, era el primer núcleo educativo del sujeto, hoy ese nivel de influencia se ve reducido y queda en manos de redes y medios de comunicación, ante unas familias cuyas condiciones laborales o culturales fomentan poco una educación equilibrada de las hijas y los hijos.
En el otro nivel, el de las instituciones educativas, la batalla entre la educación pública, garante de los valores que debieran construir una sociedad más justa, más igualitaria, más democrática y la privada promotora del mantenimiento de un sistema neoliberal, donde la competitividad y la clase, se convierten en contravalores dominantes, ha acabado por convertirse igualmente en una batalla desigual, en favor de la segunda. Al fin y al cabo, es de ésta de la que se nutren la mayoría de los ejecutivos que copan los grandes grupos financieros y empresariales. Gestores de grupos de presión con control de los medios de comunicación de masas –la opinión pública- y, por extensión, de los partidos políticos, convertidos en extensiones de éstos lobbys, a la hora de ocupar las Instituciones públicas.
Esta cadena nefasta, hace que la educación –utópicamente concebida como arma emancipadora del individuo- se convierta en un subsistema del sistema social dominante, la antesala de un conglomerado de contravalores que incuba las semillas de las futuras élites. De la emancipación a la alienación, de la cooperación a la competitividad, de la democracia real a la construcción del “mundo feliz” según Huxley, donde millones de “épsilon” vivirán la felicidad de serlo o, peor, la no necesidad de ser otra cosa.
Las misiones pedagógicas, hace un siglo, intentaron luchar contra el analfabetismo, el aislamiento y el abandono de millones de personas, hoy son más necesarias que nunca, porque el analfabetismo y la alienación visten otros ropajes, un oropel huero y artificioso que esconde la misma esclavitud y sometimiento. La lucha no ha hecho más que empezar si miramos la Historia, seguir en ella, aún en la desigualdad, es necesario, si no queremos caer en la felicidad de la inconsciencia.
Utopía, necesitamos de la utopía porque, como escribía Lorca:
«Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada. «
Juan Jurado.
Sobre JuanJ Jurado 81 artículos
Profesor de Lengua y Literatura española. Publicaciones en La prensa en el Aula. Octaedro. Cuaderno para la comprensión de textos. Octaedro. Ponente del Diseño curricular base para la enseñanza de la Lengua y la literatura española en la ESO, en Andalucía. He sido portavoz y concejal por el grupo municipal de IU en Úbeda. Actualmente no milito en ninguna organización política, pero si la calle me llama, voy.

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