Se ha producido en Mallorca un secuestro masivo, quizá estén al tanto. 235 jóvenes están recluidos contra su voluntad en el hotel de lujo Palma Bellver, ya saben: aire fresco, sol mediterráneo, ropa limpia, atención médica personalizada, brisa marina, vistas al mar, aire acondicionado, servicio de habitaciones, varias comidas diarias: lentejas, albóndigas con guisantes, zumos Don Simón, frutas naturales, pan blanco, batidos de sabores variados, galletas María… “una porquería”, según los chavales, que disfrutaban de bufé libre en su hotel antes de ser secuestrados.
Algunos padres echan humo. Los juzgados también, cursando denuncias de secuestro, detención ilegal, prevaricación… los abogados y la prensa sensacionalista se frotan las manos. Algunos políticos adornan su discurso. O lo que sea. Jorge Buxadé, ese señor clonado de un billete de veinte duros, clamaba ayer al cielo y hablaba de secuestros de niñas, de abusos a menores, de trato favorable a los inmigrantes. Sí, a los inmigrantes.
No se escandalice Buxadé, en España abundan los secuestrados, los del Palma Bellver no son una excepción. A la hora que usted lea este post –y puede ser dentro de un rato, pasado mañana o el año que viene- habrá en España millones de personas secuestradas en un pisito sin vistas al mar, ni brisa mediterránea ni aire acondicionado, niños sin playas ni zumos Don Simón ni galletas María, trabajadores precarios, padres de familia mal pagados, chantajeados y asustados, parados de larga duración, amas de casa deprimidas y desesperadas, pensionistas y jubilados sin derecho a cena ni a ventilador, jornaleros encadenados a un jornal miserable trabajando a pleno sol, emigrantes sin papeles enjaulados en invernaderos cogiendo frutas a 50º, pequeños autónomos cautivos de un pequeño negocio del que malviven con tristeza.
Sí, durante lo más duro de la pandemia, durante lo más crudo del Covid, he visto a sanitarios secuestrados en hospitales públicos durante días enteros, salvando vidas a mansalva sin derecho siquiera a un contrato decente. No me sorprenden los secuestrados de España, yo mismo he sido uno de ellos. Tampoco me sorprenden los mentecatos, los niños pitongo, los pollo pera, los abrazafarolas, los vivalavirgen, los pinchauvas que gritan libertad desde el balcón de un hotel de lujo mientras comen cuatro veces al día y se hacen selfies con un Android de dos mil euros sin saber lo que es la esclavitud o el trabajo duro.
Y tampoco me asombra la irresponsabilidad de sus padres, que les pagan un viaje a Mallorca bajo alerta sanitaria sabiendo que van a reventar la noche. ¿Un macrobrote? ¿En medio de una macrofiesta en Mallorca? ¿Pero cómo ha podido ocurrir? ¿Mi hijo en cuarentena? ¿Cómo es posible? ¡Que suelten cuanto antes a mi hijo!
¿Se puede ser más irresponsable, más cretino, más zangolotino?
Les parecerá mentira, pero se puede.
José Antonio Illanes.
Foto: ABC
Excelente reflexión !!