Esta mañana, como todos los días, he vuelto al «colmado antisistema», el de la cabra, ¿se acuerdan? Para los que todavía no lo sepan, allí todo es revolucionario, comenzando por las verduras que, aquí en la Axarquía, cecean con una frescura envidiable, pasando por las frutas que sólo desfilan por sus estanterías cuando es la temporada, ya sea otoño/invierno o primavera/verano, allí sólo se vende la fruta que la tierra del lugar pone de moda.
En cualquier caso, uno de esos ratos de sencilla y auténtica felicidad, de la que no cotiza en bolsa, de la invisible, de la que más llena y perdura… De la antisistema.
-Amigo Juan, -me ha dicho L. con sorna- supongo que sabrás ya el eslogan del PP para las elecciones de Castilla-León.
-No -le ha contestado, siguiendo el juego de lo que esperaba iba a ser un chiste, un chascarrillo de esos que se cuentan.
-«Ganadería o comunismo»– me ha soltado, acompasando la expresión con una estentórea risotada.
Risotada que ha cortado en seco, cuando ha observado mi rictus de vinagre caducado. Porque lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido aquel otro binomio utilizado por Ayuso ¿se acuerdan? y el magnífico resultado obtenido: hoy madrileños y madrileñas son mucho más libres y más que lo van a ser. Ya lo verán.
Esto me hace concluir que la derecha y la ultraderecha española ya tienen el cincuenta por ciento de todos los eslóganes, para todas las campañas. En realidad, lo han tenido desde siempre. La idea se la proporcionó su padre ideológico, su referente histórico: «su excrecencia«, el dictador, un «paticuesco enano» en adjetivación de don Rafael Alberti.
La dictadura grabó a sangre y fuego en el ideario colectivo del país que todo lo que oliera a libertad (de pensamiento y expresión), a democracia, a igualdad, a laicismo… Todo era susceptible de ser traducido por el término «comunismo» o «comunista«.
De esta forma, los y las Ayuso, Mañueco, Moreno Bonilla y compañía ya tienen la mitad de la campaña hecha. Bastará con oponer sus políticas neoliberales, sus tejemanejes, sus corruptelas grandes o pequeñas, sus privatizaciones (cada vez menos encubiertas) al término «comunista«.
Y uno que, desde hace mucho tiempo, traduce el «maléfico término» por «todo aquello que da sentido a la vida de los comunes«, entre los que me incluyo, he decidido hacerle frente al eslogan, vociferando con la voz, la dignidad y los versos de aquellos poetas y cantautores: que siempre, siempre votaré «comunista», porque siempre estaré a favor de la agricultura y ganadería extensiva, de la lucha contra el cambio climático, de la sanidad y educación públicas,… Que, además, me gustaría serlo, porque, según la disyuntiva que me propone la derecha y la ultraderecha (la derecha para resumir), yo elijo la libertad (pero no la del mercado), la igualdad (de oportunidades), y la justicia.
Juan Jurado
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