No hay que feminizar la política.
Hay que humanizar la sociedad, el mundo, y hacerlo un lugar más equitativo e igualitario en el que los hombres hagan su parte en todo aquello que no quieren asumir; un lugar de JUSTICIA, CORRESPONSABILIDAD y de RESPONSABILIDAD PROPIA con los cuidados, la dependencia, la vejez y sus necesidades, los pañales, las cacas, los vómitos, las pastillas, el acompañamiento, las caricias a quien babea, la limpieza de baños, las duchas en la cama, los paseos en sillas de ruedas, las citas médicas, la crianza, la presencia con quien nos necesita.
Es muy fácil ofrecer palabrería y dejar que sean las mujeres las que atiendan, cuiden, sufran desgaste físico y emocional, merma profesional y vital y a fin de cuentas entreguen su vida al PATRIARCADO, asumiendo mandatos de género que les arrebatan la existencia.
Para la mayor parte del sistema asistencialista siempre NOS falta un papel.
Un papel que diagnostique que estás enferma.
Uno que te nombre en exclusión.
Otro que hable de nuestro capacitismo social desde un tanto por ciento que te defina.
Otro que juzgue tu vida «laboral».
Y uno que ofrecerá a una familia, cuando los políticos tengan a bien, 250 euros al mes y un cállese señora.
Hay demasiada teoría política sin cristalizar en los cuerpos de las personas que más lo requieren.
Y mucho status quo.
Y mucho hacer como que hacemos algo para no hacer nada.
Y mucho poder vertical.
Y mucha locura nombrada como cordura social.
Y demasiada dejadez institucional disfrazada.
Y un discurso el día de la mujer para nosotras.
Tengo una sola vida y lo único que le pido es no volverme ciega, indolente, culpabilizadora y sí mantener lo que tanto se devalúa como «pájaros en la cabeza» y no es más que conciencia social.
Buen día, otro día.
María Sabroso.
Obra de Alex Gross.
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