Antes de la Covid19 solía apuntarme a algún curso. En 2018 me llamó la atención uno de la Universidad de Verano de la Complutense de Madrid titulado “La amenaza híbrida” algo de lo que hasta entonces no había oído hablar. Como el tema parecía atractivo y el curso se impartía en el Colegio María Cristina de San Lorenzo de El Escorial, un lugar verdaderamente hermoso, me vine de mi paraíso asturiano al horno que aquel mes de Julio era Madrid. Los ponentes eran militares participantes en misiones internacionales, expertos en ciberseguridad, analistas del Centro Superior de Estudios de la Defensa y del Instituto Español de Estudios Estratégicos. También dictó una ponencia Iñaki Gabilondo y participó en una mesa redonda otro periodista, Alfonso Merlos. Los asistentes al curso, eran sobre todo militares y guardias civiles de alta graduación, ¿Periodistas o profesionales de la comunicación entre el público? Sí, uno, yo.
La amenaza híbrida es un término que engloba todo tipo de actuaciones coordinadas para influir en la toma de decisiones de los Estados, haciendo uso de medios políticos, económicos, militares, civiles y de la información. Estas acciones pueden ser realizadas tanto por actores del propio estado como por agentes extranjeros. El concepto comenzó a utilizarse entre los especialistas, sobre todo de la Defensa, tras el choque entre Israel y Hezbolá en 2006, según explica el profesor Colom Piella en su ensayo “El conflicto en el siglo XXI. La amenaza híbrida: mitos, leyendas y realidades” para designar “la integración de tácticas, técnicas y procedimientos no convencionales e irregulares, mezclados con actos terroristas, propaganda y conexiones con el crimen organizado”
Durante los tres días en San Lorenzo de El Escorial, se habló de ciberataques y de estrategia militar, pero también de ética de los medios de comunicación, de postverdad, de disrupción y desinformación, de redes sociales, de intromisión en procesos electorales, bien violentando el voto electrónico o tratando de hacerlo con la voluntad de los electores mediante la difusión de bulos, etc.
En la pausa de la mañana del primer día, paseando por el espléndido jardín del Colegio María Cristina, pregunté al director del curso, el general de brigada Miguel Ángel Ballesteros, la razón de que el asunto suscitara tan poco interés entre los comunicadores y, tan sorprendido como yo, no supo responderme.
Sigo sin tener respuesta. Aunque, vista la penosa involución de la comunicación periodística, explicación puede que haya. La amenaza híbrida es algo que acontece en lo que se ha dado en llamar la “zona gris” Si se ponen a buscar definiciones se volverán tarumbas porque conspicuos analistas llevan dándole vueltas desde hace tiempo ya. No se devanen los sesos, el gris es lo que dice la obviedad que es: lo que está entre el blanco y el negro, es decir, lo que resulta ambiguo, lo que no tiene una explicación sencilla. No es, claro está, un espacio físico.
Si echan cuenta de tantos y tantos profesionales del periodismo, especialmente en radio y televisión, que todo el rato están pidiendo “titulares” o respuestas de sí o no, a expertos, comentaristas, corresponsales sobre el terreno, etc. se harán ya una idea de porqué digo que tal vez haya una explicación. Pero por poner un anclaje que un sociólogo llamaría técnico: dado que el concepto de “zona gris” se origina en el ámbito de los conflictos entre los estados (también dentro de los estados puede darse) la zona blanca sería el ámbito geopolítico en el que se desarrolla, por ejemplo, la diplomacia, y la zona negra, el desarrollo de la guerra convencional en ese mismo espacio, así es que la gris no es ni lo uno ni lo otro. Por poner un ejemplo de este tiempo: la actual presión migratoria sobre Polonia (frontera Este de la UE) desde Bielorrusia, o la entrada masiva de menores (8.000 en solo dos días) el pasado mes de mayo por Ceuta (Frontera Sur de la UE) desde Marruecos, ocurren en la zona gris y ambas son instrumentos de la amenaza híbrida. No hay una acción beligerante que pueda merecer una respuesta armada contundente, ni siquiera una réplica diplomática airada, pero sí hay una agresión; en los dos ejemplos que he puesto tal ataque es a la UE y ambos agresores dicen tener sus motivos, pero sobre todo tienen cierta capacidad de presión, ya sea el suministro de gas a Europa o intereses por zonas en conflicto (el Sáhara Occidental)
Hay dos artículos hoy en El País que les recomiendo porque ayudan a entender un asunto tan poliédrico. El primero https://elpais.com/internacional/2021-11-14/el-ataque-bielorruso-marca-el-camino-de-los-conflictos-del-siglo-xxi.html lo firma Andrea Rizzi y en él indica cómo son la Inmigración, la Información, la Educación, el Sabotaje y los Recursos Estratégicos (el gas, por ejemplo, como acabo de comentar) los ámbitos principales -no los únicos- en donde se hace sustantiva la amenaza híbrida; parafraseando a terceros que no cita, Rizzi los llama “armas de perturbación masiva en un espacio que vuela las dicotomías clásicas del pensamiento occidental: guerra o paz, legal o ilegal, militar o civil, público o privado...” La respuesta a estos desafíos, dice Rizzi, está en estudio en Bruselas, pero “la tarea no es fácil y los enemigos confían en que no logren cuadrar el círculo entre seguridad y principios” A mi juicio van perdiendo los buenos y si no ya me dirán cómo se puede entender que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel (sí, el que se quedó a verlas venir ante la ofensa protocolaria de Erdogan a Úrsula Von der Layen, ya se acuerdan) no descarte de plano la idea de construir un muro en la frontera entre Polonia y Bielorrusia…”pero con puertas” ha dicho haciendo alarde de la -con perdón- tontuna tan belga.
El segundo artículo que les recomiendo (https://elpais.com/ideas/2021-11-11/cielos-una-agresion-hibrida.html) también está en El País en el Suplemento Ideas. Es de Íñigo Domínguez y se titula “Cielos, una agresión híbrida” Tiene un sentido del humor que puede resultar algo cargante para quienes piensan que es preferible no bromear con según que cosas; seguro que son los mismos que difunden relatos lineales y esquemáticos sobre lo que está sucediendo en la frontera Este de Europa. A mi hay una idea que me parece fundamental. Escribe Domínguez “…una muchedumbre de temibles adultos y niños muertos de hambre y frio. La UE se ha inventado un concepto encantador: no es gente pobre, eso obligaría a alguna reacción humana, no, son una amenaza híbrida y forman parte de un plan aunque sea como instrumentos…esas personas ya no se sabe bien si son una especie de torpedos humanos o extras a la fuerza de un reality…están siendo utilizados por un señor bigotudo…pero, ¿acaso esperaban algo bueno de un deleznable dictador..?” Es que “denunciar que Bielorrusia pisotea los derechos humanos y que luego Polonia (UE) se pase por el forro la Convención de Ginebra cazando inmigrantes por el bosque para echarlos del país, queda un poco raro”
En aquel tórrido mes de julio de 2018 yo estaba un tanto perplejo por las cosas que escuchaba de aquellos especialistas, francamente todo me sonaba a la invasión de los cuerpos, el abrazo del oso ruso y el peligro amarillo; téngase en cuenta que aquel ambiente de estrellas y galones acojonaba un poco, la verdad. Luego vino Trump, la gestión del miedo en la Sindemia y ahora Ayuso, por citar solo tres amenazas híbridas evidentes en mi corto juicio, y empecé a comprender. Poca broma. Si el virus no nos pone de nuevo ante el espejo de nuestra estupidez, recomendaría a quienes organizaron aquel curso que lo repitan; yo volvería y estoy seguro de que ahora habría periodistas, por lo menos Rizzi y Domínguez seguro que se apuntan y puede que alguno más de televisión deseosos de entender la realidad sobre la que desinforman con tanto desparpajo.
Juan A. Cabrera Padilla.
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