He leído una cantidad de burradas de la profecía autocumplidora, de la asertividad, de la inteligencia emocional y de la empatía que me sale el humo hasta por el culo. Vamos a ver.
La profecía autocumplidora no es que pienses de forma negativa y se cumpla porque lo has pensado. Es que piensas de forma negativa y cuando pasa, confirmas que tu pensamiento era inicialmente correcto, porque estás inmerso en una espiral y para que siga rodando necesitas muchas dosis de victimismo y autocomplacencia. Porque sino, por el contrario, un pensamiento optimista traería buenos resultados siempre y todos sabemos que eso no es así.
Otra cosa es la predisposición, que ayuda, pero no es determinante. Por ejemplo, no te curas el cáncer más rápido siendo optimista, pero ayuda. Ni apruebas un examen por estar motivado, pero ayuda. Lo que es determinante es la salud mental, que es de lo que no saben y por eso no hablan, aunque se meten de lleno.
Y digo que no es determinante, porque por mucho que un niño de 8 años que trabaja en una mina piense, se predisponga y esté muy motivado para estudiar, no lo hará, porque el contexto es determinante en las oportunidades de uno.
Igual con la asertividad. Ser asertivo no es convertirte en un ser no conflictivo, que es la deriva de todas las terapias coach y demás, es aprender a encajar los golpes, pero claro que puedes ser conflictivo, lo que me faltaba. No hace falta ser una ameba y tenemos derecho a la protesta y a cagarnos en todo lo cagable las veces que haga falta siempre que no se convierta en una pauta habitual y hagamos de la queja nuestra forma de vida.
Del mismo modo que la inteligencia emocional no es convertirse en un ser espiritual y etéreo amante del body positive, es intentar conjugar emoción con razón, es decir, pensar. Lo cual lleva años y años de entrenamiento y quizás nunca lo consigas.
O la empatía. Para ponerse en la piel de una persona sin hogar hay que conocer los rasgos identificativos de una persona sin hogar, la base sociológica, la raíz del problema, sino es imposible. No vale con «ay, pobrecito mío». Es entender los mecanismos por los cuales este señor acaba viviendo debajo de un puente. Confundimos compadecernos de alguien con empatizar. No es lo mismo, porque la empatía genera una respuesta activa y la pena es un sentimiento de tristeza. Por eso es necesario investigar, conocer y estudiar. No valerse del dolor ajeno para determinar tu moral, sino valerse del conocimiento.
Antonio Miralles Alemany
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