Quiero haber nacido a tiempo para asistir al baile en blanco y negro de Capote, con un antifaz como el de Mia Farrow.
Quiero encontrar en una tienda de segunda mano el viejo sillón de terciopelo verde con el que sueño hace años.
Quiero que tratemos a la literatura como a una religión sagrada que nos hace vivir mejor porque nos regala la inmortalidad en cada palabra memorable que leemos.
Quiero pensar en la muerte como en una fiesta llena de gente con la que quiero volver a encontrarme.
Quiero que me preguntes de pronto si puedes llamarme.
Quiero que el bar donde me preparan la mejor tostada del mundo los sábados no cierre los domingos.
Quiero volver a ver la batalla de los bastardos por primera vez y sentir cómo entonces que todos alguna vez hemos sido Jon Snow.
Quiero ser la única que sepa reconocer al fantasma de Bowie sentado en su café favorito del Soho, leyendo un libro con sus ojos impares.
Quiero no olvidar nunca esta sensación de que vivir es un deporte que cada vez se me da mejor.
Quiero que mi gata Silvinica sea eterna.
Quiero que alguien me regale uno de los bolsitos de Marilyn Monroe con todo lo que ella metía dentro.
Quiero leer siempre con un nudo en la garganta de pura felicidad y envidia.
Quiero una cafetera italiana verde, por supuesto.
Quiero que alguien que me ame mucho esparza mis cenizas en Central Park.
Quiero encontrar ese anillo que perdí hace veinte años y que sigo echando de menos a día de hoy.
Quiero que nunca me falten las palabras ni los personajes.
Quiero quererlo todo como quiero el segundo café de la mañana.
Patricia Esteban Erlés.
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